Aceptar vivir lo que
nos toca
Resiliencia es la capacidad para aceptar vivir lo que toca,
enfrentar el dolor y trascenderlo. Si
hay algo que no podemos evitar es mejor enfrentarlo y no quedarnos atrapados en
la queja - ¿por qué a mí? – o en la
actitud de víctimas – no me lo merezco-.
Debemos encontrar las estrategias para salir adelante como
lo describe Viktor Frankl, desde su
propia experiencia en un campo de concentración, en su obra El hombre en Busca
de Sentido.
Una de las estrategias más importantes para enfrentar las
adversidades que descubrió el Dr. Frankl fue la de hallar un sentido a la vida y al
sufrimiento. Es muy importante descubrir, como una experiencia dolorosa o
traumática, puede convertirnos en una persona más fuerte, en un mejor ser humano
o como, a partir de lo que hemos tenido que enfrentar, podemos ser capaces de
apoyar o acompañar a otros seres humanos a enfrentar su propio dolor.
No se trata de buscar el dolor para sufrir y alcanzar el
Reino de los Cielos, nada más lejos de eso. No tenemos que buscar las
experiencias de dolor, es la vida la que nos la pone en frente. Cuando una
persona “disfruta del dolor” estamos ante un masoquista, no un ser resiliente.
Sin embargo, cuando no tenemos más remedio que enfrentar lo inevitable,
entonces sí, debemos buscar la mejor manera de enfrentarlo de manera consciente
y con aceptación, responsabilidad y coraje.
Quién es resiliente
La resiliencia es una capacidad con la que todos nacemos
pero debemos desarrollarla en todo momento. Nunca se llega a ser completamente
resiliente, como algo ya hecho y terminado. Eso sería como haber encontrado la
receta para enfrentarnos al dolor, lo cual es imposible. Nunca hay una
experiencia idéntica a otra, cada experiencia implica una respuesta particular
que se ajuste a dicha situación y sólo a ella.
Convertirse en “resiliente” es lo mismo que convertirse en
“persona”,un proceso permanente, que nunca acaba, mientras tengamos vida.
Aceptar la presencia del dolor en la vida y sus efectos, es
de las cosas que más me han hecho madurar. Sin embargo, nunca es una “prueba
superada”, el riesgo de enfrentar al dolor pereciste y debemos estar siempre
preparados y fortalecidos para enfrentarlo.
Lo primero que debemos aceptar, si queremos ser
personalidades resilientes, es que el dolor es parte de la vida, así como el
placer o la tristeza. Si lo negamos, evadimos o reprimimos, también nos
cerramos a las experiencias agradables, es como estar anestesiado o muerto en
vida. No es posible cerrarse sólo a las experiencias o sensaciones
desagradables, si te niegas a sentirlas, pierdes también la oportunidad de
sentir la felicidad, el placer y el amor.
Victor Frankl nos habla de su experiencia e estar “cruzado”
con un destino distinto en a cada momento. Cuenta la ocasión en que su nombre
estaba en la lista para el traslado de enfermos a un “campo de reposo” pues se
necesitaban algunos médicos. Sin embargo, nadie creía que el lugar de destino
fuera realmente un campo de reposo. Unas semanas atrás se había preparado un
traslado similar y todos creyeron que los llevaban a la cámara de gas.
Cuando se anunció que quien se presentara voluntariamente al
temido turno de la noche sería borrado de la lista, se ofrecieron de manera
voluntaria, 28 prisioneros. Menos de media hora después se canceló el
transporte para aquellos 28 prisioneros que habían quedado en la lista del
turno nocturno y para ellos significó la muerte en menos de dos semanas.
Ahora, de nuevo, se disponía por segunda vez del transporte
para el campo de reposo y no sabían si se trataba de una estratagema para
llevarlos a una cámara de gas o a un
campo de reposo de verdad. El médico en jefe le dijo al Dr. Frankl que, si él
quería, podía ordenar que se borrara su nombre de la lista de traslado. El Dr.
Frankl le respondió “Eso no va conmigo, prefiero quedarme con mis amigos sea el
destino que sea”. Él había aprendido a aceptar su destino, fuera el que fuera.
A la mañana siguiente el Dr. Frankl partió en el transporte
en el que corría el peligro se der transportado a un destino fatal. Sin
embargo, en esa ocasión no se trataba de un truco y de verdad fueron llevados a
un campo de reposo. Los que se habían quedado en el campo intentando salvarse,
lo que hicieron fue sellar su propio destino, pues en menos de dos semanas
murieron de hambre.
Viktor Frankl nos relata entonces el cuento de Muerte en
Teherán para ejemplificar el cómo, la mayoría de las veces, es imposible
escapar del propio destino. El cuento dice así:
“En cierta ocasión, un persa rico y poderoso paseaba por el
jardín con uno de sus criados, compungido éste porque acababa de encontrarse
con la muerte, quien le había amenazado. Suplicaba a su amo para que le diera
el caballo más veloz y así poder apresurarse y llegar a Teherán aquella misma
noche. El amo accedió y el sirviente se alejó al galope. Al regresar a su casa
el amo se encontró a la muerte y le preguntó: ¿Por qué has asustado y
aterrorizado a mi criado?” “Yo no le he amenazado, sólo le mostré mi sorpresa
al verle aquí cuando en mis planes estaba encontrarle esta noche en Teherán”,
contestó la muerte.
Las dos caras del dolor
Las experiencias dolorosas y los traumas tienen dos caras:
la pena por el dolor sufrido y el aprendizaje o el desarrollo que nos ofrecen.
No queremos volver a repetir el sufrimiento, pero podemos agradecer lo que éste
nos dejo como enseñanza.
Pienso que, una de las cosas que implican mayor reto para
forjar una personalidad resiliente, es encontrar el sentido al dolor. Y creo que
la causa de ello, es que la sociedad nos hace negarlo o calificarlo de malo:
“no te quejes, “de todo te cansas”‘ “échale ganas”; “no es para tanto”; “ya no
estés triste”, etc.
También está la otra cara de la moneda, los que se apegan al
dolor y al sufrimiento creyendo que con eso alcanzarán el cielo, pero no se
comprometen a salir de él, renuncian a crecer encontrándoles un sentido, un
aprendizaje, utilizando el dolor como un medio de enseñar o apoyar a otros y se
quedan en el papel de víctimas.
La personalidad resiliente es aquella que desarrolla las capacidades de la Resiliencia: optimismo, autoestima, sentido de vida, fe, creatividad, humor, etc. Tutor de Resiliencia, por otro lado, es aquel que brinda apoyo a aquellos que han sufrido un trauma o a cualquiera que sufre, para que desarrollen las capacidades de la personalidad resiliente. Creo que, para llegar a ser tutor, tienes que trabajar primero en tu ser resiliente.
Fuentes:
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