martes, 16 de julio de 2013

¿Cómo seríamos sin arte?

“Los atractivos fundados en generalizaciones y estadísticas requieren una solidaridad precocinada, un sentimiento moral ya activo; no obstante, una imagen de vida humana como la que puede dar un gran artista sorprende incluso a los frívolos y egoístas en esa atención a lo que está aparte de sí mismos, que podemos llamar la “materia prima” del sentimiento moral. Cuando Scott nos lleva a la casa de Luckie Mucklebackit, o nos cuenta la historia de “Los dos arrieros” […]; cuando Hornung pinta un conjunto de deshollinadores…hacen más por unir las clases superiores con las inferiores, por eliminar la vulgaridad de la exclusividad, que cientos de sermones y tesis filosóficas. El arte es lo más cercano a la vida; es un medio para amplificar la experiencia y extender el contacto con nuestros semejantes más allá del ámbito personal”

S.Pinker. Los ángeles que llevamos dentro. El declive de la violencia y sus implicaciones.


El simple hecho de que las personas relacionadas con el mundo del arte y la cultura se planteen esta pregunta, deja entrever que hay cierto miedo a que el arte desaparezca. El ostracismo que sufre, en cierto grado,  hoy en día el mundo de la cultura y las artes frente a otros campos más productivos, deja abierto un continuo que va desde la infravaloración de las artes y humanidades hasta plantearse si fuera posible una total desaparición de las mismas. Pero para resolver esa cuestión primero deberíamos hacernos otras pregunta menos descabelladas. La pregunta “como seriamos sin arte” apela a las consecuencias de un mundo y vida sin él, pero otras  preguntas cómo; ¿Cómo éramos antes de ser artistas? o ¿Cómo somos o seremos para llegar a prescindir del arte? puede ayudarnos a encontrar las causas de la extinción de aquello, en lo que muchos coinciden que nos caracteriza como humanos.


¿Cómo eran nuestros antepasados, y que cambió para convertirnos en una especie tan artística?


Si en algo están de acuerdo historiadores, biólogos y psicólogos es que los acontecimientos exógenos que favorecieron la aparición de las facultades mentales en nuestro cerebro que nos hacen capaces de hacer creaciones artísticas inmensamente más elaboradas y profundas que las de cualquier otra especie (incluso más que aquellos simios parientes más cercanos, chimpancés y bonobos) tuvieron lugar hace millones de años, en la prehistoria y en la mente de las hembras.

Si somos capaces de “crear”, es porque somos capaces de imaginar despiertos, de fantasear con mundos inexistentes y construirlos a partir del mundo que conocemos. Esa capacidad recursiva y combinatoria de símbolos, imágenes o ideas es exclusiva del ser humano, en tanto y cuanto somos la única especie que posee las llamadas metarrepresentaciones de tercer grado”.

Las de primer grado hacen referencia a esas facultades mentales (existente en muchos animales) que permiten percibir e identificar el estado emocional y mental de otro organismo, las de segundo grado (existente en nuestros antepasados con los que más emparentados estamos, los grandes simios antes comentados) hacen referencia a la capacidad para percibir e identificar el estado mental o emocional en otro organismo o ser vivo y a su vez, su propia capacidad para percibirnos e identificarnos a nosotros como otro ser con estados mentales y emocionales. Las de tercer grado (exclusivas del ser humano) hacen referencia a la conciencia de que uno mismo y los demás tienen  unos estados mentales y emocionales determinados. Es decir, somos conscientes de que somos conscientes. Un perro puede soñar, o un chimpancé puede jugar al escondite anticipándose a lo que haga o deje de hacer su compañero; pero el perro jamás será capaz de reflexionar sobre lo que ha significado ese sueño y plasmarlo en una pintura rupestre, y un chimpancé nunca podrá filosofar sobre el porqué de su existencia hasta el punto de que su propia mente se convierta en su objeto de estudio o manipulación.


 Cuando una persona dice “esto es psicológico” está haciendo alusión a esa capacidad para reflexionar sobre nuestra propia mente. Cuando una persona extrae de su propia vida o experiencias, una idea y la desarrolla combinándola con un sinfín más de ideas o perspectivas provenientes de otros mundos reales o fantásticos (a su vez provenientes de mentes de otros escritores, pintores o músicos que crearon la obra que nos inspiró) estamos usando nuestra capacidad para ponernos en el estado mental de otra persona. La calidad y cantidad de representación mental es condición previa de la representación artística posterior. Nuestra conciencia, nuestra capacidad para adoptar perspectivas, para pensar lo que alguien está pensando, sentir lo que alguien está sintiendo  es ineludible para  poderlo reflejar en un libro, pintura o sinfonía.

Estas facultades mentales (más diversas y solapadas funcional y cerebralmente de lo que se piensa) se aglutinan hoy, en el concepto que todo el mundo conoce de empatía. Sin embargo, esta difiere de la concepción popular que se tiene de ella “una preocupación altruista por los demás” en que, como digo, hay otras funciones que se solapan. Por ejemplo, el impulso de venganza humana que tantas cintas cinematográficas o novelas a inspirado (ej. Gladiator, Kill Bill, V de Vendetta, Venganza, el fuego de la venganza, etc.)  tiene su base cerebral en el mismo punto que la empatía. Y esto es, porque, no podríamos sentirnos estafados con alguien y planear un ajusticiamiento si no fuéramos capaces de sentir lo que creemos que nuestro afortunado  y envidiado adversario esta sintiendo, y ponerlo en contraste con nuestra triste situación personal y emocional, y de ahí, articular toda una sed de venganza mental. Que, gracias a dios, la mayoría de las veces no pasa de ahí.

No obstante, aunque la capacidad mental de la empatía ha evolucionado en muchas direcciones, si que podríamos decir que su precursor es el sentido de la compasión altruista hacia otro ser que precisa de nuestra ayuda. Y que ese precursor inició vida en las hembras que debían hacerse cargo durante muchos años de las crías más dependientes de sus madres de toda la creación. Mientras que “el macho” tenía la responsabilidad de defender la manada de depredadores u otros ataques hostiles, la mujer debía hacerse cargo de las crías. Además los hombres tenían la costumbre de morirse dejando a la mujer como diríamos “compuesta y sin novio” y con unas cuantas “crías” a su cuidado. Incluso ese dualismo entre el modo de vida de los hombres y el de las mujeres también es un tema recurrente y explotado en las novelas y películas más superventas. Véase a Brad Pitt en Leyendas de Pasión como arquetipo de héroe que conquista a la mujer, la deja embarazada  y una vez logrado el objetivo evolutivo (su progenie) la deja a ella y a su hijo a cargo del pringado de su hermano y se va a la guerra. Como habréis adivinado, él muere y la mujer nunca amo más a otro hombre que no fuera él.


Sin duda, cuando nacemos y hasta los 9 años de edad, somos unos seres más indefensos e inútiles que la mayoría de mamíferos. Pero fue eso, paradójicamente, lo que nos convirtió en una especie “superior”.

De hecho, el tejido cerebral más próximo a la empatía en el sentido de compasión no es ni un trozo de
corteza ni un órgano subcortical del cerebro sino un sistema de tuberías hormonales. La oxitocina es una pequeña molécula producida por el hipotálamo, que actúa en los sistemas emocionales del cerebro […]. Su función evolutiva original era activar los componentes de la maternidad, por ejemplo da a luz, amamantar y alimentar a los pequeños. […]La reutilización de esta hormona en tantas formas de proximidad humana respalda la idea de Batson de que el cuidado maternal es el precursor evolutivo de otras formas de solidaridad humanas. (S.Pinker. Los ángeles que llevamos dentro. El declive de la violencia y sus implicaciones.)

Lejos de razonamientos y evidencias científicas, un artista y novelista como Paulo Coelho llega, quien lo diría, a la misma conclusión en una de sus obras:

[…]Dependía de los demás. Le había costado mucho aprender esa lección, pero por fin había entendido que dependía de los demás. Conocía a gente que se enorgullecía de su independencia emocional, aunque en realidad eran tan frágiles como ella, lloraban a escondidas, nunca pedían ayuda. Creían en una regla no escrita, que afirma que «el mundo es para los fuertes», que «sólo sobrevive el más apto». Si así fuera, los seres humanos no existirían porque forman parte de una especie que hay que proteger durante un largo período. Su padre le había contado una vez que no alcanzamos cierta capacidad para sobrevivir hasta después de los nueve años de edad, mientras que a una jirafa no le lleva más que cinco horas, y una abeja ya es independiente antes de que pasen cinco minutos.
Paulo Coelho. El vencedor está solo.


Con el paso de los siglos nos hemos convertido en una especia inevitablemente artística, somos artistas hasta para matar. La violencia instrumental es para los animales. Hasta ciertos psicópatas tienen impulsos artísticos. Que se lo digan a jigSaw. Pero no solo esto es así en el cine o en nuestra imaginación, también en la cruda realidad. Algunos especímenes llevan a cabo ciertos crímenes tan creativos como morbosos. Por no hablar de la inagotable imaginación de la inquisición española diseñando maquinas de tortura, o los asirios con su genialidad de la crucifixión.

Si algo está claro es que somos capaces de lo mejor y de lo peor, pero con el tiempo más de lo mejor. Ya no somos niños tan revoltosos siempre peleándonos entre sí en los asientos traseros de un coche. La especie humana ha madurado mucho. Dicen que el siglo XXI es el siglo de la “empatía”, que con la era de la información y la multiplicación exponencial de puntos de vista de distintas culturas, disciplinas y personas, estamos llegando a un clímax de conciencia mundial. Si esto es cierto, el arte debería ir a mejor ¿no?


¿Cómo somos o seremos para llegar a prescindir del arte?

Es poco probable, si no imposible, que el ser humano llegue a prescindir totalmente del arte, básicamente, porque a diferencia de las tantas muchas ocupaciones de un ser humano (las cuentas de un contable, pujar en Wall street, horas en una oficina, gestiones, clases de profesores sin vocación, etc.)  el arte es algo intrínsecamente placentero. Y la prueba está en que, aunque el sector musical está siendo gravemente afectado por la piratería, la gente no ha dejado de tocar instrumentos o de cantar en la ducha. Es más, la gente no ha perdido las ganas de expresar lo que siente, desinteresadamente , de forma artística. Sino que esas ganas, gracias a las posibilidades que da internet, se han visto aumentadas. Sin duda son tiempos difíciles para ganarse la vida siendo artista. Incluso puede que algún día, en grandes números, el arte se convierta en un pasatiempo y no pueda emplearse para ganar dinero o hacer negocio. Pero díganme una cosa, tal y cómo están hoy en día los negocios ¿no es bonita y necesaria toda forma de vida que prescinda de ellos?


Sin duda esa es una de las dos vías que nos pueden conducir al agujero negro que sería un mundo sin arte,“los negocios”, actos interesados (cuyo placer es extrínseco, obtenido de beneficios ajenos a realizar la actividad en sí misma, cobrar una suma de dinero por ejemplo) lo que es rentable para la economía,  el sistema. La otra vía es que algún científico loco le diera por hurgar en nuestra genética, algo que desde la reciente clonación de células madre no es mera ciencia-ficción


Dudo que se dejen de financiar las artes cuando las personas con estos dones son algo escaso y, por tanto, valioso. Pero de lo manipular nuestros genes, nuestro ADN, nuestra esencia, de eso ya no estoy tan seguro…


"Ahora decimos que es mejor tener un amigo. Pero qué pasaría si pudiéramos tomar unas pastillitas que nos lo dieran todo, todas las sensaciones beneficiosas que nos da un amigo y fueran facilísimas de tomar, sin las molestias de forzar una amistad o lo que sea." Gregory  Stock

No acaban de leer un dialogo de una escena de ninguna película apocalíptica, en la que el típico científico loco quiere jugar a ser dios. Acaban de leer un comentario real de unas declaraciones oficiales del experto en biotecnología Gregory Stock en una entrevista de Eduard Punset en el programa de Redes.

En dicha entrevista se trata sobre un tema crucial con uno de los "estandartes" de los avances en tecnología biológica. Stock no solo pretende aplicar los avances en dichas tecnologías a la prevención o cura de enfermedades sino a la "mejora" del rendimiento humano. Sin embargo, ¿no sé por qué?, una persona que ha pronunciado palabras tales como las de la cita anterior no me infunda demasiada confianza. Y me crea estupor que el futuro de la humanidad este en manos de científicos con estas ideas.

No se trata de una paranoia de este servidor. Si fuera así no habría nacido un nuevo ámbito filosófico como es la joven "Neuroética". Concretando, nacida en 2002, en un congreso organizado por la fundación "Dana”, interesada por las neurociencias. Dicho congreso, y el debut de este nuevo saber surgen necesarios ante los últimos avances en la biotecnología aplicada al ser humano. Su función es evaluar la moralidad y ética de todos los experimentos y asegurar que los mismos no violan derechos humanos como la conciencia del yo o la libertad.

¿Qué como somos o seremos para llegar a  prescindir del arte? La respuesta es que unos seres con sentido ético y de la moralidad, pero empujados inevitablemente por un sistema macroecónomico que se alimenta de aquello capaz de reactivar la maquina del consumo y la producción. Si la biotecnología saca al mercado productos que capten la atención de los ciudadanos,  no estaremos en manos de personas malignas o maléficas, como sería fácil pensar (eso sería poco ético),  sino de algo aún más peligroso que no justifica nuestra venganza, estaremos en manos de personas que pormenorizadamente  solo intentan ganarse el pan de cada día. El científico de turno demostrando que puede mejorar las condiciones de vida, el economista demostrando que la maquina puede no estancarse, el político que su país va bien, el ciudadano que su nivel de vida está a la altura de las circunstancias, si este tiene que comprar paquetes de mejora de memoria para que su hijo en la escuela no esté en desventaja respectos al resto, sin duda, lo hará. Su futuro está en juego.


Cada vez que veía en los periódicos o en las revistas a los políticos de siempre utilizando el calentamiento global o la destrucción del medio ambiente como plataforma para sus campañas electorales, pensaba para sí: «¿Cómo podemos ser tan arrogantes? El planeta fue, es y será siempre más fuerte que nosotros. No podemos destruirlo; si traspasamos una determinada frontera, nos eliminará por completo de su superficie, y seguirá existiendo. ¿Por qué no hablan de "no dejar que el planeta nos destruya"?»

Porque «salvar el planeta» da sensación de poder, de acción, de nobleza. Mientras que «no dejar que el planeta nos destruya» puede conducirnos a la desesperación, a la impotencia, a la verdadera dimensión de nuestras pobres y limitadas capacidades.
Paulo Coelho. El vencedor está solo.

Los seres que pueden llegar a hacer de este mundo un mundo frió, insípido, sin arte ni emoción, no son seres maléficos (las mayoría de las personas malas lo son porque no tienen una manera más eficaz - o menos costosa- de solucionar sus problemas). Los seres que cocinen un hipotético mundo ni blanco ni negro, pero bastante parecido al gris, son seres eficaces.




¿Cómo seríamos sin arte?


Sin duda un mundo cocinado por avances en manipulación genética sería un mundo más que feliz….

No obstante, estos científicos son conscientes de los inconvenientes que podría acarrear un mundo feliz a la altura del imaginado por Aldous Huxley. Y afirman, que siempre existirá un componente suficiente de tragedia en el ser humano como para prender la mecha  del arte”. Si se lo plantean por algo será…Yo no sé si en un hipotético futuro así existirá un componente suficiente de tragedia para el ser humano, pero creo, que el objetivo de la ciencia nunca ha sido precisamente preservar nuestras limitaciones. Y el día que lo sea perderá en buena parte su esencia.

“si realmente empezamos a comprender como influye la biología a nuestro potencial, a nuestro temperamento, a nuestras vulnerabilidades querremos poder elegir para nuestros hijos" Gregory  Stock.

Aquí viene la guinda:

“Resultados: beneficio del ser humano: mitigarán y reducirán las enfermedades, aumentaran el rendimiento y disminuirán las desigualdades”


¿La guinda? ¿Por qué el sarcasmo? Está científicamente comprobado que si se pudieran llevar a cabo estos avances de reconfiguración genética podrían evitarse enfermedades hereditarias cómo la diabetes, el síndrome de Down, la leucemia, el asma, el cáncer, etc. ¿Por qué entonces?.¿No es algo bueno reducir enfermedades?

Si el ser humano contara con las herramientas necesarias para manipular los genes, aquello que nos hace ser como somos tanto en cada centímetro de nuestra piel, como en cada matiz de nuestra personalidad, dudo que la naturaleza ambiciosa humana nos hiciera capaces de establecer la frontera entre "enfermedad y aspecto mejorable". Y la mejor prueba de ello es que incluso antes de poder llegar a tener la certeza de poseer tal poder, estos científicos ya no solo hablan de curar enfermedades sino que solo una palabra, una coma después,  hablan de "aumentar el rendimiento" y "reducir las desigualdades". Y es que la diferencia entre estos dos elementos y enfermedad es tan relevante como controvertida. Es una gran brecha ética, que adquiere una gran relevancia, si se trata, sobre todo, de enfermedades mentales, dónde la frontera entre estar loco (enfermo mental) y no estarlo no existe. Es un continuo.

Ya hay proyectos neurobiotecnológicos que demuestran ser capaces de mejorar la memoria en niños. A esto se refiere Stock con aumentar el rendimiento.

Y es que, efectivamente, cómo dice, esto mejorará las condiciones de vida. Pero no necesariamente las desigualdades. Eso depende de otros sectores como el de la economía. Porque, como él bien dice, "querremos poder elegir para nuestros hijos". En esto no se equivoca. Que padre se negará a satisfacer su instinto innato de darle lo mejor a sus hijos. Ninguno. De hecho  ya preveo un "tonto el último". ¿Acaso no lo hacemos en las rebajas de centros comerciales? Pues si salen al mercado paquetes tales como "tenga unos ojos azules", "maxmemory 2.0 para alumnos ambiciosos","¿Cansado de que le falten al respeto en el trabajo? personalidad de líder 7.1”. Ya puedo atisbar eslóganes cómo "no sea tonto y desperdicie las ofertas de ser mejor que el vecino”.



No obstante, se considera también que uno de los grandes retos del futuro será el reparto justo e igualitario de estos recursos "tecnológico-sanitarios"

“Ahora mismo cualquier persona puede tener a su disposición dispositivos tecnológicos que superen con creces la mayor tecnología que podía adquirir el hombre más rico del mundo hace 20 años" Gregory  Stock.


Pero esto no es más que una consecuencia más de convertir esos avances en un producto comerciable. Por supuesto que ahora mismo todos tenemos en nuestros smartphone aplicaciones que no tenía Bill Gates en su ordenador hace 50 años. Pero también es cierto que cada mes nuestro vecino tiene un terminal mejor que el nuestro, cada día un país tiene mejores ordenadores que los que todavía no se han importado al nuestro. Es decir, la brecha de la que habla Eduard Punset en esa misma entrevista entre humanos mejorados y no mejorados es inevitable. A no ser que al ser humano le deje de importar comprarse un nuevo smartphone. A no ser que al ser humano le deje de importar cosas que realmente no necesita. Hasta que eso no pase, todos caerán producto de la presión de grupo, cual fichas de dominó en el momento que la ciencia saque al mercado técnicas con un poder tan grande, tan grande como para convertir a las personas en presos de una igualdad y perfección absurdas que jamás les darán la felicidad. Pero esta vez no estarán jugando con materiales, estarán jugando con sus propias habilidades, gustos, personalidades y sentimientos. Estarán jugando con esas diferencias, esas vulnerabilidades, que según otros prestigiosos expertos en la materia, dotan de sentido la vida de un hombre. Y en buena parte, han alimentado y alimentan la llama del arte.

El agridulce proceso de definirnos por nuestros conflictos por los demás no es un simple tema para la literatura, sino que puede esclarecer la naturaleza de nuestros sentimientos y el contenido de nuestra conciencia.

Nuestros familiares más cercanos ocupan un lugar especial en nuestro corazón solo porque el lugar de todos los demás seres humanos, es por definición, menos especial, y hemos visto muchas injusticias humanas tienen su origen en eso hecho. Asimismo, la fricción social es un producto de nuestra individualidad (peculiaridades, lo que nos diferencia, lo que nos aísla) y de nuestra búsqueda de felicidad. […]

La conciencia es una manifestación de las computaciones neuronales necesarias para averiguar cómo conseguir cosas escasas e imprevisibles que necesitamos.[…]

Tenemos hambre, saboreamos la comida y tenemos paladar para un sinfín de gustos fascinantes porque durante la mayor parte de nuestra historia evolutiva fue difícil conseguir alimentos. Normalmente no añoramos el oxígeno, ni nos produce placer ni fascinación alguna, pese a que es esencial para sobrevivir, porque nunca fue difícil obtenerlo. Simplemente respiramos.

Lo mismo podría ocurrir con los parientes, las parejas y los amigos. Decía antes que si se asegurara que los dos componentes de la pareja fueran fieles, se favorecieran mutuamente y murieran al mismo tiempo, sus intereses genéticos serían los mismos, encarnados en sus hijos comunes. Se puede imaginar incluso una especie en que todas las parejas estuvieran abandonadas en una isla para toda la vida y sus hijos se dispersaran al llegar la madurez, para no regresar jamás. Dado que los intereses al principio genéticos de los dos que forman la pareja son idénticos, se podría pensar al principio que la evolución les otorgaría la dicha del amor sexual y romántico y de la amistad perfecta.

Pero según Symons, nada así ocurriría. La relación entre la pareja evolucionaría hasta ser igual que la simple relación entre las células de un cuerpo, cuyos intereses genéticos son también idénticos. Las células del corazón y las del pulmón no tienen que enamorarse para vivir en perfecta armonía. Del mismo modo, las parejas de esa especie tendrían relaciones sexuales con el único objetivo de procrear (¿por qué desperdiciar energía?) y el sexo no proporcionaría más placer que el resto de la fisiología reproductora, por ejemplo la liberación de hormonas o la formación de gametos:

"No existiría el enamoramiento, porque no habría compañeros alternativos entre quienes escoger, y enamorarse sería un inmenso despilfarro. Uno querría a su compañero literalmente como a sí mismo, pero ahí está la cuestión: uno no se quiere a sí mismo, excepto metafóricamente; uno es él mismo. Los dos serían, en lo que la evolución se refiere, una misma carne, y sus relaciones estarían gobernadas por una fisiología mecánica [...].Uno podría sentir dolor si observara que su compañero se corta, pero nunca se desarrollarían todos los sentimientos que tenemos hacia nuestra pareja y que hace tan maravillosa la relación cuando funciona bien ( y tan dolorosa cuando no funciona ).Aun en el caso de que la especie los tuviera cuando la pareja inició ese modo de vida, la selección natural los eliminaría, como eliminó los ojos del pez que vive en las marismas más profundas, porque serían un alto coste y no reportarían un beneficio alguno."

Lo mismo ocurre con los sentimientos que tenemos hacia nuestra pareja, familia y nuestros amigos: la riqueza e intensidad con la que los albergamos en la mente son la prueba del valor y la fragilidad que esos lazos tienen en la vida. En resumen, sin la posibilidad de sufrir, lo que tendríamos no sería una dicha armoniosa, sino que, al contrario, careceríamos por completo de lo que nos hace humanos; la empatía y la conciencia.


Steven Pinker. La negación moderna de la naturaleza humana.


Sin duda, si existe un apelativo que definiese cómo seríamos sin Arte, ese apelativo sería maquina.

“Es muy fácil y cómodo escuchar a los demás porque te pueden suministrar dogmas sin vida, te pueden dar mandamientos: "No hagas esto; haz eso." Y están muy seguros de sus mandamientos. La certeza no es lo que se ha de buscar. La comprensión es lo que se ha de buscar. Si buscas la certeza serás víctima de alguna trampa. No busques la certeza; busca el comprender. La certeza se te puede dar fácilmente -cualquiera puede dártela- pero a la hora del análisis final serás un perdedor. Habrás desperdiciado tu vida tan sólo para permanecer en la seguridad y en la certeza; y la vida no es una certeza, la vida no es segura. La vida es inseguridad. A cada momento se dirige hacia una inseguridad mayor. Es un continuo apostar. Uno nunca sabe lo que va a suceder. Y es hermoso que uno nunca lo sepa. Si fuera predecible, no valdría la pena vivir la vida. Si todo fuera como te gustaría que fuese y si todo fuera una certeza, no serías un hombre, serías una máquina. Sólo existen certezas y seguridades para las máquinas".

Osho, Vida, amor y risa.

Y si existe algo capaz de evitar un mundo así; un mundo tan, quizás, excesivamente maduro, adulto, frio y aburrido, ese algo está muy lejos de principios como la producción, el crecimiento, la eficacia, el control, la brillantez o el interés propio. Parece que regresamos al comienzo del artículo, al “altruismo”, al punto de partida, y sexo, de la especie humana. Si los ángeles tienen sexo, este es bien reflejado en el siguiente fragmento:



Su compañera se tumbó en la cama, a su lado, y apoyó la cabeza en su regazo.
—El que me hizo ver todo esto fue un extranjero que conocí esta noche, mientras estaba allí, perdida en medio de la multitud, sin saber qué decir. Le pregunté qué hacía en la fiesta; me respondió que había perdido a su amor, que había venido a buscarla, y que ya no estaba seguro de querer precisamente eso. Me pidió que mirara a mi alrededor: estábamos rodeados de personas llenas de seguridad, de gloria, de conquistas. Comentó: «No se están divirtiendo. Creen que han llegado a la cima de sus carreras, y la inevitable bajada los asusta. Han olvidado que todavía les queda todo el mundo para conquistar, porque...»
...porque se han acostumbrado.
—Exacto. Tienen muchas cosas y pocas aspiraciones. Están llenos de problemas resueltos, proyectos aprobados, empresas que prosperan sin necesidad de ninguna interferencia. Ahora sólo les queda el miedo al cambio, y por eso van de fiesta en fiesta, de reunión en reunión, para no tener tiempo para pensar. Para ver a la misma gente, y pensar que todo sigue igual. Las seguridades han sustituido a las pasiones.
—Quítate la ropa —le dice su compañera, intentando evitar cualquier comentario.
Jasmine se levanta, se quita la ropa y se mete debajo de las mantas.
—Desvístete tú también. Y abrázame. Necesito que me abraces, porque hoy creí que me ibas a dejar marchar.
Su compañera también se quita la ropa y apaga la luz. Jasmine se queda dormida en seguida entre sus brazos. Permanece despierta algún tiempo mirando al techo, pensando que, a veces, una chica de diecinueve años, con su inocencia, puede ser más sabia que una mujer de treinta y ocho. Sí, por más que lo temiese, por más insegura que se sintiera en ese momento, se vería forzada a crecer.
Paulo Coelho. El vencedor está solo.


Si la especie humana, y su arte,  tuvo su origen en que sus individuos dependían unos de otros más que cualquier otra especie, el dejar de depender entre nosotros bien podría ser la brecha que quiebre el puente de la conciencia entre las personas. El puente de la expresión emocional, y el puente del que se sirve el arte.








Fuentes:






Jesús García Muñoz






Pero el hombre, orgulloso,
investido de pequeña y breve autoridad
-ignorante de lo más seguro: su esencia vítrea-,
como un mono enojado realiza ante el cielo
fantásticas piruetas que hacen llorar a los ángeles.(William Shakespeare. Medida por Medida) 












No hay comentarios:

Publicar un comentario