Hace falta una revolución de pies a cabeza...pero no es la
que todos esperamos...
En cada huelga general, cada vez mas frecuentes en esta Europa en crisis, se leen panfletos cuyas palabras siguen, cada día más una linea muy parecida. Parece que de entre los "culpables" en dichos panfletos de sindicatos ya no solo figuran leyes, derechos no atendidos, políticos, bancos, especulaciones financieras o hechos puntuales de una economía de un país...ahora empiezan a figurar palabras como "mentalidad desarrollista" o "Globalización"...culpables cuya naturaleza es más psicológica y global, que económica y puntual. Lástima que los que se interesan por la psicología o las personas no se interesen por la economía y los números, lástima que los que les interesan los números no les interesen las personas. Lástima que la solución a la crisis por la que pasa este mundo este en los números, pero sobre lo que recae las consecuencias sean personas.Cada vez más se hace necesario ese puente.
Y llegó el día en el que el progreso nos estalló en la cara.
¡Políticos despertad! dejad de remar y empezad a reparar boquetes. Atreveos a
perder esa carrera por el país más apto.
Algún día hasta el bote mas rápido, el más apto, se hundirá.
Señores políticos en cuyas teorías se sustentan sus leyes y de ningún ciudadano
más aunque nos cueste admitirlo y revocarlo por vías pacíficas.
Señores políticos la selección natural, la científicamente ley
de "la supervivencia del mas apto" no se le puede aplicar a una
especie que si ha llegado a estar por encima de todas las demás no ha sido por
los individuos mas fuertes o más poderosos sino solo porque sus individuos
dependen unos de otros más que en ninguna especie. ¿A caso ustedes, señores
políticos, cuando les parió su madre empezaron a andar? Un simple elefante ,
señor Juan Carlos, ya está trotando a los cinco minutos, ya es independiente.
Usted, señor político todopoderoso, no es humano por ser independiente,
sino precisamente por no serlo. Pero tranquilo seguro que para cuando tenga que
volver a ser dependiente , para cuando le tengan que cambiar los pañales porque
la artrosis no le deja llevarse la comida a la boca, para entonces seguro que
usted ya está jubilado y no piensa en reformas legales, para entonces seguro
que esta cubierto por una buena pensión que ha pagado su gran remunerado
trabajo de explotador y seguro que no necesita tele asistencia pública de los
servicios sociales porque en lugar de inyectar dinero a servicios públicos
prefirió invertir, en sus gloriosos e independientes días, en unos científicos
que previnieran su artrosis, que previnieran esos "deshumanizantes"
pañales, que previnieran su "dependencia".
Señor político usted es poderoso.Pero no es independiente.
Ni tampoco lo es su país ni su economía. Europa lo empieza a entender. ¿Pero y
EEUU? Su barca no para de dar ostias a las del resto de la carrera con cada
especulación financiera, con cada inversión en más progreso, en mas
productividad, en mas corporaciones, ¡en tu puñetera pantalla de ordenador
extraplana señor lector y comprador compulsivo! en eso que nos hace creernos
más independientes.
¿Quien gritó independencia?¿El genero masculino, el individuo fuerte, EEUU...?
Jesús García Muñoz
El ser humano fruto de la vida social , la vida social fruto del grupo y el grupo fruto de la interdependencia.
"La concepción del grupo como un todo dinámico debe
incluir una definición del grupo que se basa en la interdependencia de los
miembros (o mejor, de las subpartes del grupo). Me parece muy importante este
punto, porque muchas definiciones del grupo toman como factor constituyente la
similitud de los miembros del grupo más que su interdependencia dinámica. A
menudo, por ejemplo, se define el grupo como compuesto por un número de personas
con ciertas semejanzas, especialmente de
actitudes. Creo que es necesario entender que tal definición difiere
fundamentalmente de la del grupo basado en la interdependencia de sus miembros.
Es muy posible que un número de personas posean ciertas semejanzas -por ejemplo, de sexo, raza, posición
económica, actitudes- sin constituir un grupo en el sentido de ser partes
interdependientes de un todo social.[…] No obstante es preciso comprender que une
definición del grupo basada en la igualdad de los objetivos o del enemigo es
también una definición por similitud. Lo mismo vale para la definición del
grupo por el sentimiento de lealtad o pertenencia de sus miembros. Por
consiguiente, si se desea utilizar el sentimiento de pertenencia como criterio
del grupo, tal proceder será válido si se apunta hacia la interdependencia que
ese sentimiento establece. Debe comprenderse, sin embargo, que la lealtad o
sentimiento de pertenencia es solo una variedad dentro de los tipos posibles de
interdependencia que pueden constituir un grupo (otros son la dependencia económica,
el amor o la vida en común en un área determinada)."
Amigos, la hiperactividad, el neuroticismo y tantas otras "etiquetas" para designar formas de ser humanas están calumniadas. Son vistas como enfermedades a erradicar. O al menos algo que dificulta lo que algunos conciben como "vida humana".No, quizás las "neuras" (inestables emocionalmente) y las "hiperactividades" dificulten la vida en un sistema creado y gobernado con el único objetivo de aumentar su productividad, y en su favor otras áreas , como las artes se ven relegadas a un segundo plano.
Pero muy lejos de eso, las personas neuróticas o hiperactivas aportan algo a la humanidad mucho mas relevante que el rendimiento perfecto del estudiante, el trabajador , el empresario, la corporación, el país o el mundo. Aportan arte, aportan sentimiento, aportan creatividad, aportan imaginación, aportan empatía.... aportan constructos psicológicos ligados a la capacidad humana mas valiosa de todas, la conciencia (que incluye empatía); estos pringados improductivos tiznados de locos y excluidos de cualquier grupo que aspira a rendir a un buen rimo lo que aportan se llama humanidad.
Por poner ejemplos: grandes figuras de las artes escénicas o el deporte son Hiperactivos. Por poner ejemplos, sin Neuróticos en este mundo no existiría ni la música, ni la pintura, ni el cine, ni los sueños, ni la poesía, ni la literatura,ni la psicología (78% de estudiantes de psicología puntan significativamente alto en neuroticismo)...no existirá ninguna de esos intereses o vocaciones que nacen del sufrimiento o de las contradicciones, que nacen de un conflicto cognitivo sin resolver. Esos conflictos cognitivos que la psicología mas científica (en sus ansias por conseguir la exactitud y rigurosidad en su método) pretende erradicar.
¿Pero hasta que punto es ,no ético , sino beneficioso perseguir la felicidad de las personas a toda costa? ¿Hasta que punto es beneficioso convertir a todo ser humano en un ser plenamente feliz, si justo en ese momento en el que la ciencia consiga hacer de la especie humana una especie feliz en todos sus individuos aumenta altamente la posibilidad de perder esas "neuras" y por consiguiente "las artes" y por consiguiente el motor del arte que es nuestra capacidad imaginativa... junto con la imaginación perderíamos la conciencia...y llegados a este punto...¿de que nos sirve ser felices si no somos conscientes de ello?...El si debemos buscar o no la felicidad plena no es una cuestión ética, sino la más científica de todas.
En este interesante artículo se nos plantea la reflexión de si estamos yendo por el buen camino.Pregunta que nunca deberíamos dejar de hacernos.
.......
Hay un anuncio de Mapfre que pulula por las calles que dice "Si la educación cambia tan rápido, no podemos educar como hace 20 años ".
Muchos de los problemas de rendimiento, de atención,
de hiperactividad, de comportamiento... se deben simplemente en un PROBLEMA DE
MOTIVACIÓN.
¿Cuántos niños hay diagnosticados con TDA-H
(Trastorno de Déficit de Atención, con o sin Hiperactividad) y sin embargo nos
sorprende que son capaces de estar haciendo una tarea que a a ellos les gusta,
sobre todo jugar con las videoconsolas portátiles?
La época en
la que nosotros o nuestros padres estudiamos es muy diferente a la época en la
estudian nuestros niños de ahora.
Ellos están rodeados de una tecnología que nosotros
no teníamos. La pluma y el tintero, o el boli, el lápiz y el papel han quedado
sustituidos por pantallas digitales. La "enciclopedia" es tan antigua
como las "pesetas", ellos tienen toda la información a su alcance a
toque de botón...
Para nuestros padres, que nosotros fuéramos a la universidad
era su principal meta. Su obligación era trabajar para darnos una educación y
un plato en la mesa, y la nuestra era la de estudiar para labrarnos un futuro y
encontrar un trabajo.
Las matemáticas, el lenguaje y las ciencias eran las
asignaturas principales; y el dibujo, la música o la gimnasia, las considerábamos
"asignaturas maría".
Todo esto ha cambiado. Los niños viven en una era
digital y social a la que nos cuesta adaptarnos. Las matemáticas, el lenguaje y
las ciencias son importantes sí, pero para ser bueno en un trabajo nosotros
mismos nos estamos dando cuenta de que es necesario no sólo saber lo que
hacemos sino cómo lo hacemos, es decir, son necesarias otras habilidades que
nadie desarrolló en nuestra infancia (trabajo en equipo, empatía,
socialización, inteligencia emocional, creatividad, imaginación, etc.).
El principal motivo de fracaso escolar en los niños
de hoy en día es el fracaso de la educación ante su resistencia al cambio.
Si un niño tiene motivación aprende lo que sea.
Si un niño tiene motivación atiende el tiempo que
sea necesario.
Si un niño tiene motivación está sentado en una
silla quieto haciendo una tarea...
Pero hay que darles los medios y enseñarles conforme
a la época en la que viven. Hay que averiguar lo que se les da bien y
potenciarlo, sin pretender adaptarles a una educación, una cultura, una
sociedad y unas exigencias obsoletas.
Todo esto nos lo enseña Sir Ken Robinson en este
breve video de 11 minutos:
Mientras hablabas, pensaba en el patrón que sirvió
para establecer que alguien estaba en la parte adecuada del conocimiento: el
cociente intelectual. ¿Por qué demonios hemos creído durante tanto tiempo que
la medición del CI era importante para la vida económica?
Ken Robinson:
El cociente intelectual fue una de las nociones que
surgió del crecimiento de la psicología y la sociología, de los intentos de
aplicar las mismas características de las ciencias físicas a las personas. Lo
importante es que había dos fuerzas: por un lado, un verdadero espíritu de
investigación, para ver si podíamos medir la inteligencia igual que medimos el
movimiento de las mareas, pero también coincidió con el crecimiento de la
educación pública, que requería una manera eficaz, rápida y objetiva de
caracterizar a las personas para poder educarlas.
Se necesitaba saber, en cierto modo, si tenían una
inteligencia normal, inferior a la media o extraordinaria. Alfred Binet, cuando
creó el primer test de inteligencia en París, estaba interesado en los niños
con necesidades educativas especiales. Para descubrir cuáles eran sus
necesidades, necesitaba tener una idea de cuál era la capacidad media. Éste era
el objetivo inicial. No obstante, los tests de inteligencia se volvieron
fundamentales para la categorización de alumnos en las escuelas públicas, pero
también para la selección en el ejército. Se han convertido en un mito, me
parece: han pasado a formar parte de nuestro léxico cultural como si fueran
objetivos. Una de las organizaciones más importantes que hay es Mensa, la
organización de personas con cocientes intelectuales altos. Y me parece
estupendo, no voy a criticar a Mensa, pero me planteo si esto es así realmente.
En realidad, el test de inteligencia solamente mide la capacidad de hacer tests
de inteligencia. ¡Hay personas a las que estos tests se les dan muy bien! Si
queremos saber lo inteligente que es alguien, ¡por lo menos deberíamos aceptar
que la inteligencia entraña mucho más de lo que se puede medir en un test del
CI, ¿no deberíamos incluir también otras preguntas? Como, por ejemplo: ¿sabes
componer una sinfonía? ¿Sabes interpretarla? ¿Sabes gestionar un negocio de
éxito? ¿Sabes bailar? ¿Sabes escribir una poesía que conmueva a los lectores y
les haga llorar?
Eduardo Punset:
O la empatía…
Ken Robinson:
¡La empatía! Si el ser humano solamente tuviera las
habilidades que se miden en los tests de inteligencia, la mayor parte de la
cultura humana jamás habría existido. Yo no querría vivir en un mundo así. ¿Tú
sí?
Eduardo Punset:
No.
Ken Robinson:
Tenemos una visión de la inteligencia muy
reduccionista."
..........
En conclusión, las manos de estos pringados neuróticos, Hiperactivos y desviados mentales son las últimas en las que esta el porvenir del mundo pero las primeras en las que esta el porvenir del ser humano, tal y como lo conocemos. ¿Saben que los neuróticos sueñan más que los no neuróticos? ¿Saben que género sueña más y es más neurótico?¿Las mujeres o los hombres? Creo que ya saben la respuesta. El timón de esta especie lo han llevado los últimos en los que podíamos pensar. Y precisamente por el miedo de los primeros a perder el timón han condenado al ostracismo y discriminado a estos últimos. La lástima es que estos , han acabado por creerse inferiores y han dejado de llevar el timón del barco.En lugar de eso han decidido copiar la actitud ante la vida de los "menos pringados". Nunca le tengamos miedo a soñar. Fuente:
Este artículo de Punset de nuevo nos hace reflexionar sobre aspectos que afectan en gran medida a la sociedad actual.En pocas lineas se muestra cómo "la fe", "las creencias religiosas" nunca han sido una cuestión pasajera, siempre salen a flote en distintos periodos de nuestra evolución aunque nos empeñemos en ocultarla.En pocas lineas, Punset deja entrever su perspectiva de que , quizás sea el momento de entender las metáforas de una religión , como eso, como metáforas.Pero no como algo inútil sin sentido racional y objetivo. Posiblemente estas creencias sean creencias irracionales y subjetivas.Pero no inútiles.Al menos para aplicarlas al ser humano. Pero el problema es que ha ningún científico se le ha pasado por su científica cabeza que el ser humano ni es racional ni es objetivo. Por tanto; ¿creer en Dios es una cuestión de fe? ¿Una cuestión sobrenatural? ¿O precisamente la cuestión mas natural de todas? ¿A caso nuestra irracionalidad no es lo que nos hace humanos?¿ A caso no forma parte de nuestra naturaleza?. Dicen que los perros también son capaces de soñar. ¿Será por eso que los insulsos curas dicen que también van al cielo? ¿Que es cielo? ¿Que es insulso?¿Qué es conciencia?. Se lo digo a ustedes. Conciencia es lo que estamos empezando a perder, precisamente por ser cada vez más racionales, más "mecánicos". Se nos está olvidando quienes somos realmente. Quizás todavía estamos a tiempo para remediarlo. Pero si realmente la razón nos ha permitido y permite una vida más cómoda en tantos aspectos ( en la igualdad de derechos, en nuestra salud, terapias psicológicas que suprimen creencias irracionales desadaptativas, la comunicación por Internet las desigualdades, la tecnología...) la pregunta, entonces, es ¿realmente queremos remediarlo? habría que ponerlo en una balanza y el tiempo hablará...pero este artículo de Punset nos recuerda que la balanza no hay que olvidarla en el desván. Nada está escrito ¿o sí?
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Según algunos científicos, hemos sido demasiado tolerantes
con las creencias religiosas. Deberíamos haber elevado el tono de nuestras
protestas ante los desmanes derivados de la fe mal entendida.
Sin salirse del bando agnóstico caben otras posturas, si se quiere,
menos militante y no menos eficaz.
Paradójicamente, ésa era la concepción del
propio Darwin, expuesta en una de sus cartas que descubrí en Londres hace
apenas unos días. Es asombrosa esa mezcla de defensa radical de la libertad de
pensamiento y tolerancia. Dice Charles Darwin en su carta:
«Aunque soy un fuerte defensor de la libertad de pensamiento
en todos los ámbitos, soy de la opinión, sin embargo —equivocadamente o no—,
que los argumentos esgrimidos directamente contra el cristianismo y la existencia
de Dios apenas tienen impacto en la gente; es mejor promover la libertad de
pensamiento mediante la iluminación paulatina de la mentalidad popular que se
desprende de los adelantos científicos. Es por ello que siempre me he fijado
como objetivo evitar escribir sobre la religión limitándome a la ciencia».
Es fascinante constatar hasta qué punto Darwin tuvo excelso
cuidado en mantener el rigor de sus planteamientos científicos sin herir a los
que no los compartían. En este sentido —y a nivel anecdótico—, no me digan que
no era enternecedora la actitud de Emma, la esposa de Darwin, profundamente
religiosa, cuando repetía a sus amigos que el mayor de sus pesares era «saber
que Charles no podría acompañarla en la otra vida» por culpa de su agnosticismo.
Lo que la apesadumbraba a ella era que el Dios todopoderoso no quisiera
conciliar el buen carácter con el agnosticismo de su marido. Y lo que a él lo
apenaba, con toda probabilidad, era que muchos confundieran la libertad de
pensamiento que él predicaba recurriendo a la ciencia con ataques gratuitos a
los que no compartían esa convicción.
No cabe duda de que la relación entre la gente que profesa una
religión y los agnósticos está cambiando. ¿En qué sentido? En primer lugar, la
irrupción de la ciencia en la cultura popular permite descartar convicciones
que parecían antes intocables: hasta Darwin, gran parte de la comunidad
científica, y desde luego toda la religiosa, estaba convencida de que la vida
del universo había empezado hacía cinco mil años, en lugar de los trece mil
millones que, ahora se sabe, transcurrieron desde la explosión del big bang
hasta nuestros días; dando amplio tiempo con ello para que la selección natural
fuera modulando la evolución de las distintas especies.
En segundo lugar, los continuados agravios e injusticias que
siguen sufriendo —a raíz del machismo y maltrato de género, en particular— los
colectivos partidarios de impulsar la modernidad en sus propias culturas
suscitan solidaridades mucho más profundas y extensas que en el pasado. Yo he
visto con mis propios ojos en plena Quinta Avenida de Nueva York, pocos días
después del ataque terrorista a las Torres, una pancarta que rezaba «In God we
trust» («En Dios confiamos»), mientras en la acera opuesta alguien, enardecido,
le gritaba al portaestandarte: «Falk’ you!» («¡Que te den!»).
No es difícil predecir
que pronto volveremos a estar inmersos en un debate en torno a la religión, no
necesariamente más virulento que antes, pero sí más extendido socialmente y
algo más fundamentado. A la ciencia y a los científicos les va a resultar más
difícil que en tiempos de Darwin mantener silencio en ese debate, entre otras
mil cosas, porque ahora faltan sólo “cuatro días” para que se pueda fabricar
vida sintética—bacterias, concretamente— en el laboratorio. La ciencia, en eso
Darwin tenía razón, es el mejor estímulo para la libertad de pensamiento.
Siempre y cuando sepamos conciliar como él los planteamientos rigurosos con
modales atinados.
Una forma de contrarrestar la discriminación de género:
Se trataría de una
intervención de “arriba a abajo”, movilizando los poderes ejecutivos, legislativos
y judiciales. Recopilando información e investigando desde las distintas
parcelas de una determinada sociedad pero sin obviar los factores
“macrosistémicos” e incidiendo, incluso más, sobre estos últimos.
Entendiéndolos como las base sobre las que se cimenta una sociedad. Es decir,
se defenderían los derechos humanos, en el caso que nos concierne, la
discriminación de género, aportando datos de una realidad concreta (sin disposiciones legales cuyas bases radican en
ideas preconcebidas de la realidad), fundamentos
y argumentos de peso con el objetivo de defender los derechos humanos, en este caso los derechos de la mujer.
Se trataría de
modificar discursos políticos de
manera real y efectiva, evitando que estos se hagan por simple interés
electoral sino por la auténtica promoción de aspectos tan vitales como la
creciente violencia de género o la,
todavía, significativamente menor media del salario
percibido por el género femenino. Y por supuesto, se trataría que el
contenido de tales discursos tuviera su ejecución contemplada en la ley. Se
revisarían, por tanto, conductas que incumben a los agentes de las altas
esferas, pero no solo ahí.
También se debería
crear, desarrollar, promocionar, difundir y aplicar planes de concienciación social, “de abajo a arriba”; impidiendo
que tres instituciones catalizadoras (de una ideología social, bajo la que
subyacen actitudes y creencias irracionales) como son “la familia, “la escuela”
y “la moral” impidan la promoción vital, social y laboral del colectivo femenino.
Estamos hablando de divulgar una cierta racionalización
o desideologización. Estamos hablando
de alejar (desalineación social y
personal) a las personas de lo que imponen ciertas convenciones, lenguajes,
símbolos, modas o normas de una determinada cultura o sociedad (como bien puede
ser el machismo trasmitido por un
abuelo de familia), para dejar de rechazar verdades
absolutas y naturales, como es la plena capacidad ( y derecho) de las
mujeres para rehacer su vida con otros hombres, la práctica sexual fuera del
matrimonio, la no sumisión o dependencia, el no consentimiento de ser objeto de
violencia ,o finalmente , la capacidad de promoción en el mundo laboral. Es
decir, evitar en las mujeres una pasividad y pesimismo irracional o fatalismo que adquiera el pleno carácter
de profecía autocumplida dando lugar
al perjudicial techo de cristal.
Pero dado que los
cambios ideológicos “de abajo arriba” no son tan fáciles, como paso intermedio,
un psicólogo debería concentrar esfuerzos en conseguir una obligatoriedad legal
de cumplimiento de mecanismos de
discriminación positiva, para qué, por ejemplo, un empresario (como
buen empresario que buscar aumentar beneficios en su institución y su sueldo y
vida dependen de ello) no pueda
decidir contratar a un hombre en el puesto de una mujer que acaba de quedarse embarazada. Lo triste es que dicho así
parece que les estamos haciendo un “favor ético” a las mujeres (protegiéndolas
legalmente) cuando las que verdaderas protectoras son ellas sacando, no un
empresa, pero si una especie
adelante.
Es más difícil,
improductivo y casi irrisorio explicarle
“une teoría de la naturaleza humana” a ese empresario (aunque hacérsela
entender sería lo más ideal y oportuno). Es más difícil explicarle esas
“verdades naturales y absolutas” que suponen uno de los puntos fuertes de la
teoría de la liberación, explicarle que al igual que ese hombre puede crearle
más beneficios a corto plazo a su empresa (y eso es una verdad natural y
absoluta), una mujer podría, no solo, darle mayores beneficio a largo plazo
para su empresa, sino que además está teniendo un hijo (un futuro empresario si prefieres) y eso,
también, es una verdad natural y absoluta. Posiblemente más absoluta. Y es que
posiblemente más absoluto que el beneficio de cualquier empresa es el beneficio
de cualquier especie. Pero nada sigamos convirtiéndonos cada vez más en una
“empresa” en lugar de en una “especie”.
Mientras tanto la monoparentalidad familiar aumenta a
medida que las mujeres deciden hacer justicia y vengarse de un sistema legal
que no reconoce su valía y las otorga los medios
oportunos (jornadas laborales parciales tanto para madres como para padres de familia por ejemplo)
para trabajar y poder criar en tiempo y esfuerzo a sus hijos. Tiempo y esfuerzo de crianza de
unos hijos del que los estudios informan que correlaciona negativamente con el comportamiento delictivo de esos mimos hijos años después.
Muchos de ellos violadores.*
Y lo cierto es que a veces el género femenino, en el
intento de salvaguardar sus derechos, estos se les vuelven en su contra. Todo
porque este mundo ni los órganos que lo gobiernan aceptan verdades absolutas y naturales. Todo por no ver lo distal (las
causas últimas). Eso tan inútil e irrisorio que ningún psicólogo le explicaría
a un empresario pero que explica la gran mayoría de los problemas de una
sociedad. Eso que gracias a dios, un tipo de psicología empieza a abordar; la
psicología de la liberación
Lejos de ser apoyada en exclusiva desde grupos minoritarios,
la desglobalización cuenta con un valioso aliado desde hace unos años: Arnaud
Montebourg, político francés del Partido Socialista y actual ministro de
Reindustrialización. Montebourg fue candidato a las primarias del Partido
Socialista francés, a las que acudió con el programa de la desglobalización por
bandera, explicado punto por punto en su libro-panfleto Votad la
desglobalización. La apasionada defensa de este programa le valió el alcanzar
de forma inesperada un 17% de apoyos en las primarias francesas.
Esta propuesta no está exenta de críticas, tanto por el
evidente obstáculo de la falta de voluntad política para su implantación como
por el reducido peso que otorga a cuestiones como la reforma en profundidad de
nuestras instituciones políticas o de los fundamentos mismos del sistema. No
están faltas de razón, pero en mi opinión el programa desglobalizador
constituye un primer paso realista que podría ser muy efectivo para atajar la
actual debacle de la economía mundial, por lo que debería ser aplicado de forma
inmediata al menos en Europa.
¿Por qué desglobalizar?
El punto de partida de la declaración de intenciones de
Montebourg es contundente: proclama que la globalización es una estafa que
nuestros dirigentes nos han infligido durante los 20 últimos años.
Frente a ella la desglobalización se configura, más que como
una teoría global, como un ambicioso programa económico a través del que se
pretende rehacer nuestro sistema sacando a Europa de la injusticia y la pobreza
en la que nos ha sumido el neoliberalismo.
Y es que la globalización ha puesto a competir a la baja a
los obreros y asalariados de todo el mundo, al margen del grado de respeto a
los derechos laborales y sociales que hayan sido conquistado en cada país. La
falta de límites y controles internacionalessobre los flujos financieros y las
actividades económicas supone que las grandes empresas son ahora libres de
buscar el lugar con peores estándares laborales para reducir sus costes,
empeorando las condiciones de los asalariados de todo el planeta. Los
productores, pequeños empresarios y contratistas de los distintos países son
también empujados a una competencia atroz que deja escaso margen para obtener
una contraprestación digna por su esfuerzo, trabajo y riesgo asumido.
Como ahora las grandes compañías son libres de moverse
adonde más les convenga, se produce una consecuencia obvia: deslocalizaciones
empresariales. Estas repercuten gravemente en la calidad de vida del trabajador
con derechos, pues las empresas huyen de los países con altos estándares
laborales para instalarse en aquellos sitios donde los obreros son más baratos.
Todo esto se traduce en la disminución del empleo en áreas desarrolladas, como
la UE, mientras supone que en los países en desarrollo los trabajadores sean
prácticamente esclavizados a cambio de una miseria.
Los defensores de la globalización nos decían que la riqueza
generada por este proceso acabaría repercutiendo en todos, aumentando nuestra
prosperidad de forma global. Ello presuponía que las bondadosas
multinacionales, al ver aumentados sus márgenes de beneficios, iban a redistribuir
esa riqueza invirtiendo más, instalando más fábricas, contratando más
trabajadores con mejores sueldos... El problema es que cuando estas
multinacionales son por fin liberadas del control de los Estados su único
objetivo pasa por seguir aumentando los réditos económicos de sus directivos y
accionistas, sin que ello suponga repercutir ningún beneficio en el grueso de
la sociedad. La consecuencia obvia es el vertiginoso aumento de desigualdad
entre la minoría privilegiada que disfruta de esos beneficios y el 99% de la
población (esta semana veíamos como las desigualdades sociales han aumentado
vertiginosamente en los últimos años, tanto en España como en el resto del
mundo).
Mientras tanto, los gobiernos están paralizados frente a
esta dictadura de los privilegiados señores de la economía. Las políticas
alternativas se definen sistemáticamente como "poco realistas" o
"utópicas". Los expertos continuamente nos recuerdan que si se
intentan imponer límites y controles las empresas se irán a otro lado. Pero la
cuestión es que, como Montebourg nos recuerda, las empresas se marchan
igualmente, y mientras tanto la política se comienza a ver como algo inútil e
inoperativo.
Las minorías privilegiadas beneficiadas por el libre
comercio descontrolado han terminado así aliándose con la mayor parte de la
clase política, ya que para estos es más fácil unirse al enemigo que luchar
contra él. La consecuencia es una creciente frustración y desafección en los
ciudadanos, que ya perciben a esta clase política como una casta parasitaria
asociada a los poderosos en la que no existen diferencias entre izquierda y
derecha.
Montebourg es especialmente crítico con la izquierda
tradicional: les acusa de denunciar sin aportar soluciones, y de pretender
hacernos creer que la globalización es una especie de catástrofe natural con
consecuencias imprevisibles, cuando es el producto claro de decisiones
políticas. Frente a esta situación ya no vale el simple socialismo
redistributivo o una izquierda que solo aplica paños calientes. Por eso
Montebourg propone no gestionar un sistema moribundo, sino transformarlo,
protegiendo los mercados nacionales para recuperar el poder de decidir de los
pueblos.
La vuelta al proteccionismo
La desglobalización no pretende solo proteger egoístamente
la economía propia sin un fin concreto. Se trata también de moldear el mundo a
través de esa protección, primando una reindustrialización basada en la
innovación y en la revolución verde. Para poder reindustrializar nuestros
países desde una óptica basada en las nuevas tecnologías, las energías
renovables y la innovación es preciso establecer barreras proteccionistas, tal
y como hicieron los países emergentes para industrializarse por vez primera.
No se trataría por tanto de un proteccionismo basado en el
miedo, sino de un proteccionismo solidario y cooperativo, porque planta las
bases para iniciar en cada país el renacimiento de una agricultura e industria
fuertes, con buenos salarios, derechos sociales y perspectivas de desarrollo a
nivel local que al final acabarán en los ciudadanos de todas las naciones. Se
trata de utilizar las fronteras para que cada pueblo pueda vivir de su trabajo.
Tanto en el norte como en el sur.
De hecho, frente a los que critican que esta corriente lo
que pretende es salvar egoístamente los derechos europeos, hay que recordar que
el término y el programa fueron acuñados inicialmente por Bello, un sociólogo
filipino que principalmente lo ve como una oportunidad para los países más
pobres, aunque también aplicable de forma beneficiosa en los países del primer
mundo.
Desglobalizando en la práctica
Para fraguar este programa desglobalizador para Europa
Montebourg no se queda en las nubes: lanza una serie de propuestas concretas y
realizables que pueden ser aplicadas desde ya a nivel nacional y, en un periodo
razonable, dependiendo del acuerdo de sus países miembros, en la UE.
En este sentido, esta estrategia de desglobalización para
Europa pasaría principalmente por establecer condiciones sanitarias,
medioambientales y sociales para la importación de los productos a nuestro
mercado común. El mercado se abriría en contrapartida al respeto a dichas
normas y se cerraría si no se cumplen. Asimismo, debería complementarse con una
tasa aplicable a la huella de carbono de cada producto, incluyendo la
contaminación que provoca el transporte.
Se trataría así de invertir el sentido de la competición: en
vez de luchar por tener los trabajadores peor pagados y las menores
restricciones ecológicas, las empresas tendrán que competirpor garantizar los
mayores derechos y respeto ecológico para poder exportar a Europa de forma
rentable.
Estas medidas irían complementadas por reformas legales que
hiciesen responsables a las empresas matriz de los daños sociales y
medioambientales producidos en los lugares en los que han deslocalizado su
actividad. Y por reformas en políticas de consumo para mejorar la información
que reciben los consumidores de las condiciones sociales y ecológicas en las
que han sido producidos los bienes que se les ofrecen.
Muchas de estas medidas podrían ser aplicadas ya en la UE si
existiese la suficiente voluntad política. Pero Montebourg es realista: sabe
que dependerá de Alemania. El político francés reconoce este obstáculo y cree
posible que finalmente este proyecto sea apoyado por un eje franco-alemán,
dadas las consecuencias de la actual conducta suicida de los germanos.
En todo caso, y a pesar de la concreción de las medidas que
propone, la desglobalización no renuncia a posturas más "utópicas"
defendibles a largo plazo: el sistema debería evolucionar hacia una economía
mixta planificada de forma democrática, en el que existan empresas públicas y
privadas y cooperativas pero en el que no existan las compañías
multinacionales.
La desglobalización entronca así con nuevas teorías como por
ejemplo la economía del bien común ,
que proponen un cambio de paradigma en la economía para pasar de funcionar en
base a incentivos competitivos a centrarse en la cooperación.
Un programa inaplazable
Como ya he adelantado, la teoría de la desglobalización
tampoco está exenta de críticas. En primer lugar, nos encontramos los escollos
de la política y de la opinión pública. Si bien sería posible contar con el
apoyo alemán una vez que Merkel abandone el Gobierno, los lobbies financieros y
muchos países de Europa con gobiernos defensores del neoliberalismo mostrarán
una fuerte oposición a cualquier medida destinada a recortar el poder de la
oligarquía económica. Estos obstáculos políticos solo podrían ser salvados si
en toda Europa hay un amplio apoyo popular a las tesis desglobalizadoras de
Montebourg. Y para ello es preciso llevar estas ideas a la calle, dónde aún
existe un miedo atávico al término "proteccionismo". De hecho, en
España esta idea retrotrae a mucha gente a la etapa autárquica del franquismo.
Por otra parte, la desglobalización otorga un papel
secundario a cuestiones como la reforma de nuestras instituciones políticas, de
nuestro sistema representativo y de la participación ciudadana. Aunque
Montebourg habla de planificar las economías nacionales "de forma democrática",
la desglobalización no ahonda en los mecanismos que deberían mejorar de forma
radical el funcionamiento de nuestras democracias. Tampoco aspira la
desglobalización a cambiar de base el sistema económico, ya que si bien
contempla medidas revolucionarias en cuanto a proteccionismo, planificación
estatal, régimen de la propiedad o reindustrialización ecológica, no pretende
un cambio radical en las bases que sustentan el actual capitalismo.
Para muchos esta "falta de ambición" puede ser
vista como un mero parche más al sistema que no impedirá que los más poderosos
busquen otras vías para incrementar su riqueza a costa del mundo y de los
ciudadanos. Pero no debemos olvidar que estas transformaciones más ambiciosas
no son tampoco el fin de la desglobalización, que como ya comenté, pasa por ser
más bien un plan estratégico realista para salir de la crisis de forma urgente
que un nuevo paradigma de cambio global orientado al largo plazo.
De hecho, se hace ineludible complementar la
desglobalización con otras ideas que busquen una transformación más profunda de
nuestros valores, nuestros sistemas democráticos y nuestras sociedades. Este
programa bebe de las mismas premisas que muchas otras teorías o movimientos
sociales de cambio que ya se están empezando a cuestionar los cimientos de
nuestro sistema, tales como el decrecimiento o la economía del bien común: la
cooperación, la ecología, y la ya famosa premisa del "think globally, act
locally" (piensa globalmente, actúa localmente). Por eso, el encaje de la
desglobalización con otros marcos ideológicos encaminados a traer un cambio
político radical más a largo plazo es perfectamente asumible, y creo que podrá
suponer la clave de una ambiciosa evolución en Europa y otras regiones.
Por supuesto, también se oyen voces discordantes desde otros
ámbitos como la OMC o OCDE, instituciones que temen que estas medidas frenen el
crecimiento. Pero en vista de las nefastas consecuencias que ha supuesto el
entronizar el crecimiento del PIB como indicador supremo de bienestar mientras
son destruidos nuestros derechos sociales, nuestro planeta y millones de vidas
humanas, estos argumentos provenientes de la ortodoxia liberal no merecen mayor
contestación.
En mi opinión, dado el
agudo deterioro de los índices de igualdad y de los derechos sociales en todos
los países del mundo, y muy especialmente en Europa, el programa económico
desglobalizador debería ser aplicado de inmediato en todos aquellos países
cuyos pueblos quieran ver garantizado un futuro digno. Esperemos que el cambio
político en Alemania, con la marcha de los adalides de la austeridad, pueda ser
el primer paso en ese camino.
Imposible es que una película con una décima parte del presupuesto de
las grandes cintas Hollywoodenses
consiga una cifra record de 2.700.000 espectadores en dos fines de
semana cuando eso de “gastarse el dinero en ir al cine” esta pasado de moda y
mas con la subida del IVA. Imposible de creer es que tuvieran que atender a una
espectadora en el estreno mareada de “saturación emocional”. Y es que estamos
ante una superproducción altamente efectista. Imposible de creer es que en solo
11 días se convierta en el estreno más visto en nuestro país de todos los
tiempos. Aún más imposible de creer es que se trate de un producto Español si
no te lo dicen. Incluso para los propios españoles. Solo hay algo más imposible
que todo esto y es la increíble y verdadera historia que subyace a una película
a la que ya muchos pronostican un podio en el Olimpo de esas obras de arte que
nunca mueren.
Lo imposible es el título de una
superproducción cinematográfica española dirigida por el ahora “director
español revelación” Juan Antonio Bayona.
Aunque ya se hizo un hueco entre los mejores con El orfanato (2007) parece que este film apunta a convertirse en un
taquillazo de otro planeta. Los titulares de “Bayona consigue lo imposible” se
multiplican a velocidad de crucero. Estamos ante una película que no solo rompe
los moldes del cine español y le juega un pulso “a las americanadas
emocionales” sino que desmitifica de
una vez por todas que en España las superproducciones no se estilan y grita en lo más alto que el arte y la cultura española no solo
le ha echado un pulso al resto en el Olimpo del séptimo arte, sino que lo ha ganado. Y lo ha ganado con un
presupuesto de 30 millones frente a los 200 habituales de las películas
norteamericanas.
¿Dónde está el secreto del éxito?
Pongamos
las cartas sobre la mesa. Cierto que no toda la financiación es española.
Cierto que los costes de distribución recayeron sobre la estadounidense y
todopoderosa Warner Bros. Cierto que
los actores protagonistas son selectas estrellas de Hollywood; Naomi Watts y
Ewan McGregor. Pero todo lo demás, el equipo y la industria de la película es
100% española. Y debemos enorgullecernos del éxito. Bayona rechazó un sinfín de
buenas ofertas de fuera, decidió apostar por lo que él creía, aunque eso
significará un menor presupuesto, decidió hacer las cosas a su manera sin depender
de nadie y ganó. El apartado técnico esta de sobresaliente en la escena del tsunami (todo un espectáculo
audiovisual) y en toda la película. Los planos, el movimiento, la producción,
el maquillaje, los efectos especiales y el gran estandarte que significa el
guión, con mención aparte para su autor; Sergio
G.Sánchez, se fusionan para crear una de las películas que más “han
llegado” al corazón de los más
sensibles.
El film narra la historia real de un matrimonio español (interpretado por
Naomi Watts y Ewan McGregor), y sus tres hijos, que comienzan sus vacaciones en
Tailandia, pasando unos días en un complejo hotelero del paraíso tropical. Sin
embargo, sus idílicas vacaciones quedan interrumpidas cuando un devastador
tsunami arrasa con la zona costera, por lo que la familia queda separada y esto
hace que se desencadene una frenética
búsqueda.
La gente hace algo que ya estaba
un poco olvidado “hablar y comentar la increíble película que ha visto”, la
trasmisión boca-boca viaja a la
velocidad de la luz. La gente en la sala al terminar la película hizo algo que
no veía desde hace mucho tiempo, cuando entonces el “cine” y su gran pantalla
estaba mucho más valorado, al terminar la película, sorprendentemente, la gente aplaudió. La gente lloró,
pero no solo de pena, sino también de alegría. Estamos ante una obra que te
subsume en una “montaña rusa emocional”,
inteligentísimamente montada, usando unos artefactos psicológicos más que pensados con el único objetivo de empatizar con el espectador desde el
minuto 1.
Y lo cierto es que, a mi juicio,
lo consigue mejor que ningún otro precedente hasta ahora. Y lo consigue, como
digo, en una época en la que el cine está de capa caída y lo consigue con una
película, que paradójicamente, se siente igual en el cine que un pequeño
televisor en blanco y negro. Porque es una de esas películas cuyo fuerte está
más en lo que transmite que en cómo lo trasmite. Sin embargo hay algo
que nos empuja a ir con más gente a verla a la gran pantalla, sentados junto a
desconocidos, compartiendo una experiencia.
La clave de esa montaña rusa
emocional, aunque resulte para muchos exagerado, es “cebarse” en el sufrimiento
y el dolor más tangible y cercano
.Una herida puede empatizar con las personas mucho más que una caída de un
séptimo piso por la simple razón de que no todos nos hemos tirado “desde un
séptimo” pero si todos hemos tenido heridas. Nuestra mente guarda un recuerdo
de ese estímulo, nuestra mente asocia
lo que vemos en la película con nuestras
propias vivencias. Después, el espectador ya irreversiblemente en la piel
de los personajes, también capta los sentimientos (no el dolor) del personaje
como propios. Lo que viene a ser empatizar. Con la banda sonora de la saga de
terror/horror Saw de fondo, Lo imposible, no se quedaría nada atrás
en cuanto a “lo gore” que puede
llegara a ser. Pero está película no
admite medias tintas, es “ñoña” y violenta
a partes iguales.
El film se sirve de técnicas muy inteligentes;
símbolos, asociaciones de objetos con personas para crear vínculos emocionales
más eficaces en la memoria, para que nada se le pase por alto al espectador,
incluso al más insensible.
Técnicas como las continuas
carreras de los personajes de un punto a
otro (punto que la escena nos invita a imaginar), o una pelota rodando de
un punto a otro (que la escena nos obliga
a imaginar).Es decir es suspense, es una
constante invitación al espectador a crear sus propios esquemas mentales de la
escena, una constante invitación a que el propio espectador sea el agente
activo poniendo en marcha su imaginación
y creando expectativas (tan ingenuas
como humanas) que sin piedad nos destrozará el director segundos después.
Otro ejemplo (atención spoiler)
de cómo empatizar se refleja en el momento en el que uno de los niños le da por
ponerse a orinar y se enfoca la, bien conocida por todos, expresión facial de
relajación del niño. Esto supone un bajón en esa montaña rusa emocional, de
nuevo una expresión emocional básica y
común a todos (jóvenes, viejos, mujeres, hombres, chinos, australianos…)
para ponernos en la piel del personaje, para justo después ofrecernos la más
emotiva de todas las escenas. Solo a alguien muy atrevido e inteligente se le puede ocurrir la
desfachatez artística de hacerle orinar
a uno de sus personajes antes de ponerle
la guinda a la película. Solo
alguien muy inteligente y que sabe muy bien que aunque las personas nos
empeñemos en querer ser especiales y distintos hay ciertas cosas que nunca
cambian y muchas otras que están cambiando, pero no deberían hacerlo. Porque
aunque el mundo cambie nosotros seguimos siendo los mismos. Niños de distintas
edades que ríen, corren (la bolsa), juegan (al fútbol con su equipo todas las
tardes de domingo), lloran (su hipoteca), les gusta leer cuentos (en el
horóscopo del diario matutino), y buscan querer y ser queridos.
Críticas
… “está es mejor que Titanic” se escucha mormurar tras salir
del cine a la gente. Las comparaciones con ese abanico de películas
“catastrofistas” que apelan a lo más
básico y humano; el sufrimiento, la
supervivencia, el altruismo y el amor, con Titanic al frente, resultan inevitables. Pero lo más grande y paradójico de este film es que es un
drama que acaba bien. No se molesta
en ocultarlo bajo la premisa (que no se han cortado en difundir en las campañas
de promoción) de que “Esto que van a ver
no es una película sino una experiencia”. El desenlace del film era
conocido por todos. Por eso, porque esta película tiene casi más una finalidad experiencial y didáctica que de intrigar al espectador con una acción, tramas
y personajes elaborados.
Pero esta finalidad parece que
mucha gente no lo ha comprendido. Su guionista S.G. Sánchez, en entrevistas, se
revela ante críticas como que
algunos personajes son muy perfectos y poco creíbles, están poco aprovechados o
que en algunas escenas se abusa de la lágrima
fácil cuando no era necesario “explicitar algunos sentimientos” sino mejor
dejar que surjan espontáneamente en el espectador sin hacerle reaccionar de una
manera determinada. “Con imágenes hubiese
sido suficiente”, “Se ceba en el
dolor y la angustia de forma innecesaria”.
S.G.
Sánchez contrataca, primero, dejando claro que no se trata de una película de
catástrofes, y quien lo crea es que poco ha entendido de lo que quiere
trasmitir la película. Y segundo recalcando su valor casi didáctico, ya que su máximo objetivo es trasmitir valores que nos incumben a todos y, para
ello, empatizar. Y si para lograrlo
se deben explicitar los sentimientos “llevando al espectador de la manita” se
hace, aunque se caiga en la lágrima fácil. Cabe recordar que en la película se
trasmiten valores que nos incumben a
todos, pero llega a personas que no
los captan con la misma facilidad, que no empatizan con la misma facilidad.
Si para transmitir esos valores se debe perder un enfoque más global de toda la
significación de la catástrofe en Tailandia se hace. ¿O acaso usted ha ido al cine
para ver un documental?
“Cuando alguien se refiere a nuestra cinta como «película de catástrofes»
siento que no han entendido la propuesta o que aún no han podido acercarse a
ella. Es una historia universal, de
hecho jamás se menciona la nacionalidad de nuestros protagonistas. Son una
familia. Cualquier familia. Hablar de nacionalidades en ese contexto nos
parecía innecesario” Sergio G.Sánchez.
Dicho sea de paso, menudo ejemplo le hemos dado a los norteamericanos , que no paran de “airear” su banderita allí dónde ponen
el dedo en cualquier película, de que una obra
de arte que busca emocionar a la mayoría debe buscar lo común entre las culturas y no hacer prevalecer ninguna
nacionalidad sobre otra haciéndose “los héroes”.
Una razón más por la que
enorgullecernos por nuestros cineastas españoles, que a pesar de que tendrían
más razones para vender “la marca
española”, ninguneada hasta el momento, no lo hicieron demostrando que los
valores que trasmite el film están también detrás de los focos. En esta
película hay un solo héroe y ese
héroe es el amor que une a una familia. Hasta la oscarizada Titanic al final de la película no puede
evitar sacar en un plano a la “estatua de la libertad” como símbolo
estadounidense. En esta película se oculta en todo momento la nacionalidad española de la auténtica
familia de la historia en la que está basado el film. En esta película los únicos protagonistas son los lazos que
unen una familia (española o asiática, americana o tailandesa, cualquier
familia) hasta límites insospechados, bajo un leitmotiv que todo español en
crisis entiende e interioriza a la perfección, bajo la imagen esperanzadora de que “la familia
unida puede superarlo todo y salir adelante”.
Una razón más del éxito de la
película en nuestro país puede ser la propia situación de crisis económica que estamos viviendo. Estudios transculturales
plasman datos que nos hacen reflexionar mucho, datos tales como que a medida
que los países entran “en etapas de crisis” aumenta la empatía entre las
personas. ¿Curioso verdad? Bueno eso hace que la película este siendo un
taquillazo y también que el fin de semana del estreno llovía y no había liga de
fútbol.
Y esto último es precisamente el
problema de nuestro mundo. Que hay gente que preferiría ver fútbol antes que
está película. La mayoría hombres, la mayoría gente “menos sensible”. No juzgo
nada, simplemente lo expongo desde datos válidos y fiables. Lo digo de ante
mano, si usted es de esos que llaman “pastelón” hasta clase de película porque
no saben ver lo que hay detrás de
esos “pasteles” no se moleste en seguir leyendo, no tengo ninguna intención de
ser diplomático en el análisis de la película. No se aburra usted ni me
ridiculice a mí. Yo me apoyaré en el
razonamiento de que el cine cómo todo arte busca emocionar y aquella película que mejor lo consigue, mejor se la
debería de valorar. Está emociona como pocas o como ninguna hasta ahora. Eso es
innegable. Ahora, si en usted pesan más otros criterios, allá usted y su
empatía.
Pero el mundo iría mucho mejor si más gente viera estas películas y
las comprendiera. O al menos, algo mejor, si la gente que realmente les gusta
no se
avergonzara de enamorarse de ellas. Pueden engañarse a ustedes mismos
pero el taquillazo ya habla por sí solo.
Al menos en nuestro país. ¿Creen que el rasgo de personalidad que prevalece en
la población española es la extroversión?
Pues se equivocan, quizás tengamos fama de abiertos y simpáticos (o eso es lo
que nos gusta creer y hacer creer) pero el rasgo que prevalece es el neuroticimo según muestran estudios de
psicología, y el neuroticismo viene a ser “sensibilidad”.
Europa nos estará ofreciendo rescates
económicos, pero nosotros, con esta película les estamos ofreciendo a
nuestros “compis” del norte y del mundo “más productivo” un rescate mucho más
importante en sus vidas, aunque aún no lo sepan.
“De nuevo, si tuviese que contar una historia sobre el momento que
vivimos intentaría imaginar un héroe anónimo que consigue transformarse y
transformar profundamente su entorno. Y creo que ese guión nos lo vamos a tener
que escribir todos. Nos vamos a tener
que rescatar nosotros primero de nuestros políticos y luego de aquellos que
dictan las decisiones de nuestros políticos.” Sergio G.Sánchez.
Mensaje en la botella
La pena, como digo, es que a
muchos le habrá aburrido este artículo tanto como la película. La pena no es
que no lloren sino que no han entendido nada.
La película finaliza con una
imagen en la que se observa el avión que trasporta a la maltrecha, pero unida, familia lejos del lugar de la catástrofe hacia
su hogar. Una persona “sin muchas
miras” no se plantea porque sale el mar enorme de fondo y el avión minúsculo
sobre él. El director podría haber decidido plantear la toma de mil maneras
distintas (se ven lo motores del avión, se ve el avión reflejado en el mar, se
ve el avión de cerca y punto, no se ve el avión), pero eligió justo esa, por
una razón concreta (y a eso se le llama creatividad).Una razón que muchos no
ven y es el mensaje de la película; “Usted
es pequeño en este azaroso mundo, insignificante, pero su vida, huir del
derrotismo y luchar por lo que quieres merece la pena”
Pero no se queda ahí, va más allá. La escena más dramática de todas es
probablemente cuando María (Naomi Watts) y su hijo mayor (Tom Holland) se
encuentran “milagrosamente” en la salvaje
marea que les empuja a los dos y a las “monstruosas e implacables”
toneladas de escombros que los golpean sin piedad. Ambos se ven. Pero están alejados. Ya se han encontrado, saben que no están solos en el mundo
¿cuán improbable era coincidir con tu hijo o con tu madre después de que una
ola gigante arrase un poblado? Ambos relativamente seguros, amarrados a sus
respectivos escombros. Sin embargo,
aunque se ven, y ya no se sienten solos,
hay algo en su interior que les empuja a encontrarse “físicamente”. Ambos se
arriesgan varias veces a perder la vida por el simple hecho de acercarse más hasta que finalmente consiguen
fundirse en un abrazo, ahora sí, sin estar amarrados a nada y convertidos en
marionetas de la bravura de las aguas.
Al final todo sale bien. Y el espectador
que tampoco le interesa este artículo después de un bostezo comentará como Naomi Watts ha esquivado un escombro o
como su hijo tiene rajada literalmente toda la espalda. Pero difícilmente habrá
visto el mensaje en la botella. Difícilmente habrá visto lo irracional que puede llegar a ser el
ser humano, incluso para su integridad física, con tal de no saberse solo en el mundo. Con tal de fundirse
en un abrazo como si la piel fuera a desaparecer. (Que ingenuos) Como si su
alma gritara por salir. Nos reímos de los que creen en Dios pero todos
hubiésemos reaccionado exactamente de la misma manera irracional que los
personajes de la película si el destino nos pusiera en esa tesitura.
“No se trata de ver para creer, sino de creer para ver” J.A.Bayona
parafraseando a Geraldine Chaplin(El
orfanato).
Un eslabón más del mensaje que
nos quiere transmitir Bayona es que pequeños
actos de solidaridad sin una recompensa inmediata puede que tengan una
recompensa futura mayor. En la difícil situación por la que atraviesa la costa
tailandesa se hace necesaria una supervivencia dónde solo pocos mantienen el
temple necesario para coger los estribos, el timón y por el camino ayudar al
que pueda. Se ven constantes muestras de altruismo y ayuda mutua en los
campamentos de refugiados y heridos. Se ve como a medida que las personas son
menos independientes, más frágiles y necesitadas tienden a escucharse más, a intentar
comprenderse, sean de la nacionalidad que sean, y a poner sus intereses
personales en “cola de espera” y por detrás del los de la otra persona.
Muchos perdieron más de lo que
ganaron. Pero el ejemplo de la familia de esta película nos demuestra que no
todo son pérdidas y que quizás no nos guste nada cuando perdemos, pero cuando
alguien pierde en el mundo, otro en otra parte está ganando. Nada es en vano. Muchos detractores del
film y de estas sensiblerías apelan sarcásticamente a la “potra” de la familia
para sobrevivir, pero eso no es más que otro ejemplo de no haber entendido el
mensaje. Por supuesto que es suerte, por supuesto que es altamente improbable,
pero no Imposible. Por supuesto que
no hay un destino precioso con luces de colores para todos , pero eso no significa que debamos renunciar a él.. Esta película no
aspira a ser un retrato de lo “bueno” que es el mundo y lo plácida que es
nuestra vida sino un retrato que todo
tiene un sentido, incluso el mayor de los sufrimientos.
Pero claro, esto, no lo captamos todos
cuando vemos a el hijo mayor de la familia corriendo por todo el campamento
dedicándose a reunir desconocidos heridos con sus familiares apuntando nombres
en una ensangrentada hoja de papel. Algunos, como digo, no ven la metáfora solo ven a un niño
corriendo y llorando, que parece muy angustiado. Hay que ir más allá. En su
aventura altruista pierde de vista a su madre (lo único que en ese momento
pensaba que le quedaba en la vida), piensa en lo estúpido que ha sido perdiendo
el tiempo en ayudar a otros, más tarde obtendrá una recompensa mucho mayor y
que no esperaba encontrar cuando ya había perdido toda esperanza.
Y eso es la película, sin más…pocos
actores, pocos lujos, muchos tópicos, una trama sencilla, un guión con mucho
sentimiento pero escueto, pero una montaña rusa de pérdidas y ganancias,
de tristezas y alegrías, de lloros y satisfacciones, de incongruencias, de
contradicciones…Una montaña de pequeños actos cuya suma, y solo la suma, marcan la diferencia entre perder o ganar, entre
vivir o morir, entre individuo y especie.
“Porque si fracasamos como grupo fracasamos como individuos”
Película Un domingo cualquiera.
“Porque cuando todo está perdido aquello por
lo que luchamos es lo que nos define” Tráiler. Lo imposible.
Hay dos secuencias puntuales en
la película, que permiten afirmar que “Lo imposible” va más allá de lo
meramente espectacular, como es al inicio de la película, cuando la familia eleva
unos globos luminosos en la noche y el que ellos han lanzado al aire se
separa en otra dirección de los demás, clara metáfora sobre lo que van a vivir
de forma milagrosa, lo imposible se
podría decir, es una reflexión sobre el destino de cada uno de nosotros; y la
conversación entre el personaje que interpreta Geraldine Chaplin (también
presente en “El orfanato”),una señora muy mayor, y el pequeño Thomas, el segundo hijo del
matrimonio, cuando hablan de las estrellas y de lo imposible que es
saber cuales están vivas o muertas, otra clara metáfora, sobre el destino.
Señora mayor-¿Te gusta mirar las estrellas
verdad?
Pequeño Thomas-Si, mucho
Señora mayor-Algunas de esas estrellas se apagaron hace mucho tiempo.
Pequeño Thomas-¿Están muertas?
Señora mayor- Están muertas [contundente].Pero una vez fueron tan
brillantes que su luz sigue viajando por el espacio y aún podemos verlas.
Con aires y solo aires de
película catastrófica, “Lo imposible” propone al espectador algo más que
emociones a flor de piel, lágrimas difíciles de contener o ese dolor que
siempre se siente cuando se sabe del dolor ajeno. Lo imposible significa una profunda reflexión sobre el destino y
lo azaroso de la vida, una historia desgarradora pero, a la vez, llena de
esperanza y de vida.