martes, 9 de octubre de 2012

La Devaluación de la “Marca España”


¿Por qué a los españoles nos cuesta comprar productos nacionales? ¿Por qué preferimos marcas extranjeras de bienes o servicios? ¿Por qué incluso, “Zara” una de las marcas más importantes del IBEX 35 y para la economía española, para vender más, oculta sus orígenes en el extranjero? ¿Qué le pasa a la marca España? ¿Por qué está deteriorada?


La España imperial de Carlos V que conocíamos ya solo está en los libros de historia. En nuestras mentes resuena más bien que los españoles tenemos fama de abiertos y divertidos…pero también fama de vagos. Somos, con perdón, la Andalucía de Europa. En nuestras mentes no figuran palabras de control,  poder o eficacia, sino más bien de subordinación, rescates económicos e ineficacia política. ¿Qué tiene que ver esto con marcas de productos españoles? Mucho no, tiene que ver todo.

Dentro de la psicología social o cognición social se estudia y registra las estadísticas y fluctuaciones de “las formas de pensar” de los grupos sociales, las cuales varían según las múltiples circunstancias que los atañen. Esto no es irrelevante, estos fundamentos teóricos son las bases sobre las que se establecen los criterios de los “estudios de mercado” empleados en marketing empresarial para promocionar sus productos. Muy de moda actualmente por su eficacia. ¿No se han percatado que cada vez los anuncios y spots son más inteligentes? ¿No les resultan más atractivos y sugerentes que hace unas décadas? La psicología y el marketing tienen mucha culpa.

A través de encuestas, de elaborados trabajos de campo, estudios cualitativos y cuantitativos se descubren los valores, tendencias, gustos, hábitos de las personas para que más adelante la empresa decida, por ejemplo, hacer una “segmentación del mercado” que no es otra cosa que dirigir un producto (y su campaña publicitaria) hacia un grupo determinado de personas con unos determinados valores, caracteres, hábitos, etc.

Pues bien, los españoles según estos estudios no nos valoramos demasiado. Es decir preponderamos los valores, hábitos y rasgos que más o menos inconscientemente percibimos de otras naciones, pero no los de la nuestra.

El mejor reflejo de este hecho, es el grupo textil Inditex, que con Zara a la cabeza es de las empresas españolas que mas cotizan en bolsa, suponiendo un pilar fundamental para el IBEX 35. Pero, ¿cuál es el secreto del éxito de Zara y el resto de las marcas de Inditex? La respuesta está, según algunos expertos, en la «democratización de la moda», es decir, en la fabricación de prendas de diseño a precios asequibles.

Pero otra de sus estrategias estrella tiene que ver con la forma de focalizar su publicidad. Fuera de España no desvela su origen y dentro de España ni si quiera se da a conocer en comparación con el resto de marcas. Díganme el último anuncio televisivo de Zara. ¿A que no se le viene ninguno a la cabeza? No es por casualidad. Una diferencia muy importante de este grupo con respecto a otros del sector es su política de comunicación. Mientras que sus competidores diseñan campañas publicitarias millonarias, Inditex no invierte apenas en publicidad. Sus campañas son escasas y no cuentan con figuras famosas. Prefiere hacer su política de comunicación directamente en sus tiendas, mediante una cuidada atención a sus clientes.
Zara y sus directores de marketing saben muy bien que los españoles no nos queremos y que “si no te quieres tú nadie te va a querer”. Nosotros con nuestra propia actitud “autoestigmatoria” nos estamos metiendo cada vez más en una “profecía auto- cumplida” de las que la psicología clínica informa que contra  más te dices algo a ti mismo sobre tú persona, por irracional que sea, te lo acabas creyendo, y también los que están a tu alrededor. España se ha creído una panda de fracasados y esa es la imagen que damos. Envidiamos a otros países y nos enorgullecemos de su cultura más que de la nuestra. Que equivocados estamos. Que equivocados están.

Pero si uno de los principales iconos de “la marca España”, como es Zara, sigue esa estrategia de mercado y no se atreve a “remodelar los valores” dudo que nadie lo haga.

Nadie, excepto el deporte español. Curiosamente y en contraste con lo anterior, las marcas de clubes de futbol español como pueden ser “Real Madrid” y “Barcelona” disparan su número de ventas aquí, en Europa y en el más lejano oriente. Las ventas, no solo de camisetas, sino de  todo tipo de productos, desde menaje hasta tazas o calzoncillos. Y lo hacen sin ocultar su origen, por la sencilla razón  de que no hace falta comunicarles de dónde es el club porque ya han visto las increíbles exhibiciones del deporte del balón pie o el soccer (para otros seres superiores) que hacen los españolitos. Decir “español”, siempre que vaya con”deporte” delante es garantía de éxito.

Por si fuera poco la era de oro del deporte español, con especial atención a las conquistas de la selección española, han supuesto un incentivo más para subirnos el autoestima que habíamos olvidado. No solo no nos avergonzamos de ser españoles si es con una camiseta de la selección española puesta encima, sino que además es nuestro sueño salir de viaje al extranjero con ella puesta. ¿A caso ven hacer lo mismo con la misma frecuencia a los Rusos? ¿A caso ven a murcianos con más camisetas del Real Murcia C.F. que valencianos, madrileños o catalanes con las de sus respectivos equipos? ¿Me estoy alejando del tema? No. A esto se le llama concepto de identidad grupal o colectiva.

El ser humano necesita sentirse partícipe y formar parte de algo que le representa más allá de sus propios recursos individuales. Y que lo haga bien. Por eso vibran los hombres con cada partido de fútbol de la selección de este país. La misma razón por la que las empresas “se pegan”  por contratar a las “figuras de sus futbolistas y entrenadores en sus anuncios”.

La persona en el sillón de su casa frente al televisor inconscientemente asocia dichas figuras, con el éxito, el orgullo, el poder y el estatus…recuerda, por ejemplo, a Casillas levantando la copa…un estímulo cerebral a tocado la neurona encargada de guardar esa imagen en su memoria a largo plazo del lóbulo temporal, no llega a percibirlo, no se da cuenta, pero lo que ya se ha creado es esa sensación inmediata, pero efectiva, de gran autoestima y satisfacción que aunque en cuestión de segundos desaparecerá ya hemos asociado al “Danacol” que nos quiere vender Del Bosque, los “Chevrolet” que nos venden Puyol y compañía o  los neumáticos de revolucionario agarre que nos muestra “Casillas”. De esta manera, implícitamente, asociamos los productos con “algo bueno y deseable que nos incumbe” (también nosotros somos los deseables, “tú vales”), bien valorado y digno de nuestra atención. En el fondo todos somos unos egocéntricos en busca de aprecio exterior.

Sin embargo y por desgracia, el deporte es solo uno de los muchos aspectos de las personas y la propia crisis que estamos viviendo tiene mucho que ver en el menos precio hacia nuestra marca y que los demás también la menosprecien.

El prestigio de un país, es una de las variables más difíciles de recuperar. Ya que es un proceso de “categorización cognitiva” o “etiquetaje cognitivo” caracterizado por ser muy consistente en el tiempo y a las circunstancias. Y esto es así por la misma razón de que cada uno de ustedes no les gusta estar cambiando de personalidad cada día ¿saben por qué? Porque es lo adaptativo para vivir. Buscamos la estabilidad, aunque a veces con ella, perdamos autoestima. En medio del ojo del huracán, la marca España pierde enteros a marchas forzadas Según cálculos, el valor de la marca España se desplomó un 38% entre 2009 y 2011, pasando de valer 950.820 millones de euros a 592.000 millones de euros.

Dicho estudio establece un ranking que sirve como escaparate de la reputación y la imagen que tienen los inversores y consumidores extranjeros de un país. La trayectoria de España no puede ser peor. Hace tres años se situaba en la octava posición y ha caído estrepitosa y rápidamente a la decimotercera. Por la cuesta se ha dejado más de 358.000 millones de euros de valor de su prestigio.

Quizás va siendo hora de mirarnos en el espejo y dejar de ver los defectos, que sin duda  son muchos, para dar paso a las virtudes. “No perdamos el sur” y hagámoselo encontrar a los eficaces, “sosos”, solitarios y deprimidos del norte. No solo de pan vive el hombre.






Fuentes:

http://www.ritmosxxi.com/pasa-marca-espana-7799.htm


Jesús García Muñoz

martes, 2 de octubre de 2012

La auténtica raíz del bipartidismo.


“Ni fu ni fa”. Cansados de votar en un sistema democrático sin diversidad alguna. Cansados de que nos digan que, nosotros el pueblo, tenemos el poder. En realidad no hay poder de decisión ninguna. Cualquiera con un mínimo interés se percata que todo el sistema no es más que un juego muy bien montado. El 15-M, tomas del congreso, manifestaciones sindicalistas… un clima de relativa movilización pero con “el coraje” por bandera. La bandera de “la utilidad” se ha perdido con los años, sobretodo después de pasar por el que muchos presumían como un gobierno de “izquierdas”. Ya se nos acaban las excusas, ya se nos acaban “las cabezas de turco”. Como reza un tema musical del grupo de Punk “Rise Against”; “Todos los hombros sobre los que podíamos llorar se han ido”.  Quizás algo implícito en nuestras cabezas nos esté gritando que la desigualdad social es un asunto independiente y mucho más grande que los sistemas políticos. Quiere decir esto que debamos quedarnos pasmados viendo cómo la clase dirigente nos pasa por encima al resto. Muchos opinan que sí. Yo opino que no. Pero desde el punto de vista psicológico el equilibrio social va más allá de partidos políticos de distintos bandos, sean de centro, de derecha o incluso de izquierda.


Este artículo no aspira a encontrar una solución (que en mi subjetiva y personal perspectiva se encuentra en el interior de todos y cada uno de nosotros) ya que no hay investigación socio-psicológica al respecto. Lo que si aspiro es a hacerles llegar las auténticas causas del desequilibrio social  (para lo que si hay estudios al respecto) y que están muy lejos de las manos de los políticos, como es tendencia pensar. Lo que sin embargo si esta en sus manos es mantener ocultas las verdaderas causas de dicho desequilibrio. Causas que para llegar a entenderlas les recomiendo leer el artículo siempre desde una perspectiva evolutiva de la especie humana, entendiéndola en términos globales y estadísticos, que son los que marcan la diferencia, y nunca interpretando cada afirmación de forma individual o personal y a pequeña escala sino desde el precepto de que “las personas nos influimos entre todas y eso da lugar a  efectos mariposa”. Como les decía, lo que sí está en manos de los políticos es mantener ocultas dichas causas. Y eso,  amigos, a mi juicio, si es un hándicap para salir del hoyo en el que todos nos hemos metido, o mejor dicho, del que nunca hemos salido.



En mi artículo anterior "La desafección política"comentaba las ideas que los políticos, con los medios de comunicación cómo gran aliado, nos meten en la “sesera”. Porque sí, como pueden ver en el gráfico, los medios de comunicación tienen claras inclinaciones políticas. ¿Por qué será?
Ideas con el objetivo de crear  el fenómeno de indefensión aprendida que explico en el artículo anterior. Ideas tales como: “el futuro puede ser peor”, “tenemos lo que nos merecemos”  o “que hemos vivido muy bien, nos hemos endeudado y ahora tenemos que sacrificarnos”.

Podríamos criticar a los políticos de interés propio al pronunciar estas frases. Yo les criticaría únicamente por crear indefensión aprendida y avivar la llama de la ignorancia y el desconcierto para tenernos bien “ataditos” y manejables. No es poco. Pero… ¿y si les dijera que cuando las personas nos plantemos y dudamos de la utilidad de nuestras manifestaciones, huelgas  e insurrecciones no fallamos en la duda? ¿Y si les mostrará en esta artículo que algo instintivo nos dice que la raíz del problema no está puramente en la política sino en la naturaleza de cada uno de nosotros aunque no lo percibamos? ¿Y si les dijera que esas frases tiene una base y una realidad psicológicamente cierta?

Estamos hablando de investigaciones que no tienen ningún interés político. ¿Cuánto se indignarían si les dijera que cuando un político dice que hemos sido todos los que nos hemos endeudado lleva más razón que un santo? Esto puede parecer trivial, pero es el hecho de que “si la mayoría de nosotros pudiéramos endeudarnos, lo haríamos” la raíz del bipartidismo, el cual no nace por casualidad o para jugar con los ciudadanos, sino como un sistema autorregulador de la ambición y necesidad de estatus humana que florece en cada periodo de gobierno de izquierdas. La derecha no es el problema sino nuestra naturaleza humana. Ambiciosa. Pero al igual que ambiciosos somos libres y nos agarramos a nuestra necesidad más preciada cuando la vemos en peligro, la libertad. Y entonces hacen aparición en escena los partidos de izquierdas. Una alternancia entre gobiernos a lo largo del tiempo y en función de las fluctuaciones económicas que no son más que las fluctuaciones de la ambición humana. Pero más adelante profundizaré en esto.

Nuestra democracia, el sistema bipartidista. Todo esto que estamos viviendo, todo esto por lo que protestamos día a día, manifestación a manifestación no es más que la “menos mala” de las estrategias  económicas que nuestra desgraciada y ambiciosa especie ha sabido montar para asegurar una estabilidad y bienestar colectivo  de un país desde que hace miles de años un hombre, y no una mujer seguramente, decidió plantar una valla y decir “esto es mío”.

Criticamos a los gobernantes de derechas de políticas liberales, de salir a Europa a hacer compras y negocios cuando los más pobres se mueren literalmente de hambre en España. Pero el problema es que España no es otra cosa que un miembro más de una comunidad de vecinos que entona al unísono cada día “el tonto el último” en wall street. Cada día un pobre inversor asustado por perderlo todo dice ¡vendo!, pero estos no son el problema. El problema son los que ya con una buena suma de beneficios va y dice ¡compro! Y así se da lugar al gran embolsamiento actual de dinero “imaginario” bancario que actúa de “tira y afloja” entre países creando una especie de “guerra fría” monetaria, o mejor dicho, de lo que mueve todo esto, una guerra fría de poder.

España durante el gobierno de centro-izquierda no ha sido más que ( relativa y metafóricamente hablando) un buen padre de familia que viendo a sus hijos pasar hambre, como todo buen, desinteresado y altruista padre ha dado de comer a todos sus hijos y procura de que no les falte de nada. Véanse los 8.000.000.000 € destinados a obra pública, aunque después se gestionaran de una forma tan ineficaz que hiciesen revolverse en su tumba al economista Keynes. Pero el problema no fue esta atención a lo público, sino que, a esta ,se le sumo el estallido de la burbuja inmobiliaria y financiera y el estado no era más que un títere de la banca y de los “tira y afloja” de la misma, ya muy lejos del margen de acción de gobiernos españoles. Pero el problema no es que el gobierno tuviera un arrebato Keynesiano. El problema no es que lo hiciera, de hecho es el ideal de todos que lo haga. El problema es que mientras que este vecino llamado España se aseguraba de que todo estaba en equilibrio en casa, el resto, ya había salido de compras. Y traían consigo bolsas llenas de inversiones, grandes corporaciones con más poder que los propios estados, flujos de capitales, dinero bancario…y también deudas. Nuestro vecino España, por apenas descansar un rato, ya se empieza a quedar atrás, aprueban derramas que él no puede pagar y ya solo le queda una opción “adaptarse o morir” y es entonces cuando, a costa de todos sus hijos desvalidos, decide subirse con el resto de vecinos , de nuevo , a la moto del consumo y la economía. Quizás pierda el aprecio de algunos de sus hijos, quizás quieran crucificarle, tomar el congreso… pero ya no se sentirá rechazado y distinto del resto y habrá “salvado los muebles”. Ya vendrá “tito Rubalcaba” a recuperar su aprecio con buenas dosis de demagogia.

Esa comunidad de vecinos de la que hablaba no es más que el mercado financiero en el que estamos inmersos. Los políticos y los gobernantes solo son “títeres” de la economía y de los grandes inversores que la manejan. Los economistas “se hacen los suecos” al contemplar como la deuda pública mundial se mantiene en aumento. Como muestran las siguientes gráficas escalonadas hacia abajo al mismo tiempo que aumenta la productividad, disminuye el PIB.





En las siguientes gráficas se muestra cómo en los EEUU la cosa es aún más ejemplificante de que a más avances, productividad, consumo, inversión y progreso más endeudamiento. Es decir, los vecinos de la comunidad que más contribuyen a la máquina de la economía y el consumo (EEUU al frente), serán los que más deuda pública acarreen y con ella sube el listón para el resto de vecinos y el precio de las “derramas” que el resto de pobrecitos no pueden afrontar…no importa siempre quedarán los recursos del tercer mundo, piensa el gigante estadounidense…Y yo me pregunto ¿Y cuando estos se agoten? ¿Marte? ¿La NASA? ¡Venga! ¡Más inversión!








El poder no lo tiene el estado, el poder lo tiene alguien que tiene más dinero que el propio estado, las grandes corporaciones, el poder para que cada uno de los vecinos mantenga el listón del resto. Es como si nos hubiéramos subido a una bicicleta que si paras de pedalear se estanca, pero todos saben que va directa a hacia un precipicio. Los políticos y economistas prefieren no ver el precipicio (y menos aún hacérselo ver a nadie…cundiría el pánico, piensan) y en lugar de eso incentivan “el pedaleo”, incentivan el consumismo con más publicidad y más marketing. ¿Acaso creen que los tacones de los zapatos de las mujeres cambian de un año para otro por moda? No amigos, es para que no paremos de consumir. Pero nada, sigamos comprando nuevos modelos de todo; nuevos iphones, nuevos zapatos, nuevos coches. En fin, aun con todo el esfuerzo de intentar ser conservadores nos toparíamos con la estrategia de la obsolescencia programada de manera que aunque no quisiéramos comprarnos un nuevo ordenador, este está programado para estropearse en un más que medido periodo de tiempo y entonces el individuo que, pongamos necesita el PC para su trabajo, se siente socialmente excluido (más teme ser diferente al resto) de su grupo (obsolescencia percibida) y compra uno nuevo.

El hecho de que las grandes corporaciones tengan el poder y que nosotros se lo sigamos dando comprando sus productos está directamente relacionado con la devaluación del estado y, por tanto, del dinero público que bien podría ser para sanidad, educación u otros servicios de mantenimiento.


«Si la gente hoy no es lo feliz que pudiera ser, en gran parte se debe al déficit de mantenimiento del nivel biológico y al déficit de servicios de mantenimiento» Eduard Punset.

La gente de a pie en cada manifestación, en cada huelga…se apoya en “posibles  y utópicas nuevas soluciones”  y “nuevas estructuras de gobierno” para protegerse… para proteger su autoestima, su situación, su desempleo, sus pésimas condiciones… pero estas soluciones, en manos de economistas y políticos, no llegan. Estas, en manos de académicos, tampoco. Sin embargo si llegan argumentaciones basadas en datos empíricos como la que cito a continuación:

[...]
En la Visión Trágica, tradiciones como la religión, la familia, las costumbres sociales, los usos sexuales y las instituciones políticas son una síntesis de técnicas comprobadas con el tiempo que nos permiten funcionar ante las deficiencias de la naturaleza humana. Son tan aplicables a los seres humanos de hoy como lo fueron cuando se desarrollaron, aunque nadie pueda explicar hoy sus principios rectores. Por imperfecta que pueda ser la sociedad, debemos evaluarla teniendo en cuenta la crueldad y la privación del pasado real, no la armonía y la riqueza de un futuro imaginado. Tenemos la suerte de vivir en una sociedad que más o menos funciona, y lo prioritario para nosotros debería ser no estropearla, porque la naturaleza humana siempre nos deja tambaleándonos al borde de la barbarie. Y como nadie es lo suficientemente listo para prever la conducta de un solo ser humano, y no digamos la de millones de ellos que interactúan en una sociedad, debemos desconfiar de cualquier fórmula para cambiar la sociedad de arriba abajo, porque es probable que conlleve unas consecuencias imprevistas que sean peores que los problemas para cuya solución se diseñó. Lo mejor que nos cabe esperar son unos cambios progresivos que se reajusten continuamente de acuerdo con la retroalimentación sobre la suma de sus consecuencias buenas y malas. Se sigue también que no debemos aspirar a resolver problemas sociales como la delincuencia o la pobreza, porque en un mundo de individuos que compiten, lo que una persona gane puede ser lo que otra pierda. Lo mejor que podemos hacer es equilibrar los costes.
[...]
Las perennes limitaciones de la naturaleza humana demuestran la futilidad de las revoluciones políticas que se basan únicamente en las aspiraciones morales de los revolucionarios. En palabras de la canción de The Who sobre la revolución: «Meet the new boss; sameas the old boss «Aquí tienes al nuevo jefe; igual que el antiguo.»
Sowell señala que el marxismo es un híbrido de las dos visiones. Invoca la Visión Trágica para interpretar el pasado, cuando anteriores modos de producción no dejaban más opción que las formas de organización social conocidas como «feudalismo» y «capitalismo».

Pero invoca una Visión Utópica para el futuro, según la cual podemos configurar nuestra naturaleza en la interacción dialéctica con el medio material y social. En ese nuevo mundo, las personas estarán motivadas por la autorrealización y no por el interés propio, por lo que podremos realizar el ideal de «De cada uno según sus capacidades, a cada uno según sus necesidades». Marx dijo que una sociedad comunista sería la auténtica solución al antagonismo entre el hombre y la naturaleza, y entre el hombre y el hombre; es la auténtica solución al conflicto entre existencia y esencia, objetivización  y autoafirmación, libertad y necesidad, individuo y especie. Es el acertijo de la historia resuelto «Una teoría magnífica, pero aplicada a una especie equivocada ».
«Dos hurras por la democracia», proclamó E. M. Foster.«La democracia es la peor forma de gobierno, excepto todas las demás formas que se han ensayado», dijo Winston Churchill. Son elogios de la Visión Trágica. Pese a todos sus fallos, parece que las democracias liberales son la mejor forma de organización social a gran escala que nuestra lastimosa especie haya concebido.

Proporcionan más comodidad y libertad, más vitalidad artística y científica, una vida más larga y segura, y menos enfermedades y contaminación que cualquiera de las alternativas. En las democracias modernas no existen las hambrunas, casi no se declaran la guerra entre ellas y son la principal aspiración de las personas de todo el mundo que votan marchándose por tierra o por mar. El moderado éxito de las democracias, al igual que los fracasos de las revoluciones radicales y de los gobiernos marxistas, se reconoce hoy ampliamente y puede servir como otro test empírico para las teorías rivales de la naturaleza humana.
 [...]
¿Qué está pasando? El hecho de que la izquierda y la derecha actuales abracen la psicología evolutiva, después de décadas de vilipendiarla, demuestra dos cosas. Una es que los hechos biológicos están empezando a cerrar el paso a filosofías políticas convincentes.
La creencia de la izquierda de que la naturaleza humana se puede cambiara voluntad y la creencia de la derecha de que la moral se basa en que Dios nos dota de un alma inmaterial se están convirtiendo en empeños insostenibles ante el gigante de la ciencia.
[...]
Una izquierda darwiniana es el intento más sistemático de planificar el nuevo alineamiento. Dice Singer: «Es hora de que la izquierda se tome en serio el hecho de que provenimos de los animales, y de que llevamos las pruebas de nuestra herencia, no sólo en nuestra anatomía y nuestro ADN, sino también en nuestra conducta». Para Singer esto significa reconocer los límites de la naturaleza humana, que hace de la perfectibilidad de la humanidad una meta imposible. Y significa reconocer los componentes específicos de la naturaleza humana. Entre ellos, el interés propio, que implica que los sistemas económicos competitivos funcionarán mejor que los monopolios estatales; el instinto de la dominación, por el que los gobiernos poderosos son vulnerables a los autócratas desmesurados; el etnocentrismo, que pone a los movimientos nacionalistas en peligro de cometer discriminación y genocidio; y las diferencias entre los sexos, que deberían moderar las medidas de una rígidaparidad de género en todos los ámbitos de la vida.
[...]
El problema, dice Frank, es que las personas poseen unas ansias de estatus. Su primer impulso es gastar el dinero de forma que los demás lo puedan observar (casas, coches, vestidos, una educación selecta), y no de forma que sólo ellos lo conozcan (atención médica, seguridad en el empleo, planes de ahorro). Lamentablemente, el ahorro es un juego de suma cero, de modo que cuando todo el mundo dispone de más dinero para gastar en coches y casas, aumentan unos y otras pero la gente no es más feliz que antes.
Como los jugadores de hockey, que aceptan llevar casco sólo si existe una norma que obligue a sus oponentes a llevarlo también, las personas podrían aceptar unas normas que obligaran a todo el mundo a pagar por unos beneficios ocultos, como la atención médica, que les hacen más felices a la larga, aunque tales normas sean a expensas del salario disponible. Por la misma razón, dice Frank, estaríamos mejor si impusiéramos un impuesto muy graduado al consumo, que sustituyera al actual impuesto graduado a la renta. Un impuesto al consumo amortiguaría la inútil carrera por unos coches, unas casas y unos relojes cada vez más espléndidos, y compensaría a las personas con unos recursos que está demostrado que aumentan la felicidad; por ejemplo, el tiempo de ocio, unas calles más seguras y unas condiciones de desplazamiento y de trabajo más agradables.

Steven Pinker. La Tabla Rasa. La negación moderna de la naturaleza humana.

Este fragmento corresponde a una obra de psicología evolutiva realmente controvertida, conocida por hacer prevalecer lo innato frente a lo adquirido. Esto es;  “lo que somos es más importante que lo que podemos llegar  a ser”. En otras palabras, el que nace en una clase social pobre muere pobre. Nada de estudios superiores, nada de lujos, nada de grandes aspiraciones. Pero como he dicho, esto es por lo que es conocida y no por lo que realmente intenta explicar la obra. La obra solo intenta hacer escuchar la voz acallada de lo innato que tanto nos quema a todos. Y nos quema por la simple razón de que no nos gusta reconocer nuestras limitaciones e innato es sinónimo de eso, de  limitaciones.

Y como gran baluarte empírico de dichas limitaciones se recalca un dogma principal a lo largo de la obra de más de 750 páginas llenas de cientos de argumentos y contraargumentos de distintos académicos, filósofos, artistas, políticos, economistas y científicos. Dicho dogma dice que genéticamente somos un 40-50% innato y un 50-60% adquirido. Esto varía según las características o rasgos de los que hablemos. Por ejemplo el CI (cociente intelectual) es el rasgo más estable de una persona y que menos varía a lo largo de su vida. Es decir, en ningún momento hace prevalecer lo que somos a nuestras aspiraciones, simplemente deja muy claro que la razón de nuestros problemas, de nuestra infelicidad y de la necesidad de sistemas bipartidistas (aunque nos pesen) es que hasta ahora siempre hemos escuchado demasiado a nuestras aspiraciones en lugar de a lo que somos. ¿Quiere esto decir que debamos renunciar a nuestras aspiraciones? Yo no lo creo. Jamás. La obra tampoco lo defiende. Eso sería renunciar al bien más preciado humano, la libertad. Nuestra rendición y nuestra perdición. Pero no por ello la culpa se concentra en Rajoy, en un magnate financiero que bien podríamos ser cualquiera de nosotros si hubiéramos nacido en su “sino” o en los jefes de las grandes corporaciones más que en el ser humano y en su naturaleza. Naturaleza psicológica.

Coartar nuestras aspiraciones, dado el sistema en el que vivimos, es renunciar a un 60% de vida que puede significar la diferencia entre ser mileurista o un empresario de extenso curriculum, puede significar la diferencia entre acabar desempleado y sin familia a llegar al sueño americano del chalet con perro y la parejita de niños, puede significar la diferencia entre ser un mediocre o un director de una exitosa corporación mundial o sencillamente la diferencia entre ser un indigente o tener un sueldo y una familia. En definitiva puede significar la diferencia entre ser libre de decidir tu propio destino y no serlo. Pero el coste no es no solo la propia felicidad a veces, sino el desequilibrio de la sociedad.

Algunos pensarán que lo que están leyendo es una total barbaridad dialéctica. Algunos pensarán que estoy proponiendo la sociedad que imaginó Aldous Huxley en su famoso “Mundo Feliz”. Pero para nada es así, como dije al comienzo del artículo solo me estoy limitando a exponer las causas de la desigualdad social no ha descubrir las soluciones de la misma. Aunque a pesar de que no me quiera mojar seguro que ustedes ya están reflexionando. ¿No será que el gran error siempre ha sido evitar la desigualdad?  ¿Porque nos empeñamos en dejar de ser diferentes si son nuestras diferencias lo que hace que los engranajes de la maquina del mundo funcionan con armonía? ¿Por qué nos emperramos en ser como el resto, si es precisamente en esa búsqueda dónde perdemos nuestra esencia? Y posiblemente nuestra felicidad más plena… ¿Estoy diciendo que no se deba evitar la pobreza? No.Las diferencias en calidad de vida se deberían evitar, las diferencias en lo que somos no.Estoy diciendo que igual que hay "bomberas" (y no  solo"bomberos") hay "enfermeros" (y no solo "enfermeras").Estoy diciendo que el mundo esta perfectamente creado para poder vivir en armonía.Estoy diciendo que somos unos seres únicos en complicarnos la existencia .Estoy diciendo que dejemos de vivir guiados por estereotipos y por "los debería ser" para vivir nuestra propia, individual e intransferible vida y dejar a los demás vivir la suya con respeto y sin prejuicios hacia sus diferencias. También estoy diciendo que igual que hay ricos con hijos tontos hay pobres con hijos listos. Y esto se puede generalizar a los rasgos de la personalidad, físicos, motivacionales, cognitivos o el sin fin de cosas que nos hace ser quien somos y nos diferencia de los demás, aquello por lo que discutimos con los demás, incluidos nuestros propios padres o nuestra propia pareja, pero también aquello por lo que esas personas nos son más importantes que el resto en nuestra vida, por sus rasgos innatos.

Esto es un mazo, pero es así, y les pondría otro fragmento de la obra anterior que arroja datos estadísticos sobre esa cuestión si mi artículo no empezara a ser kilométrico. Crean lo que quieran, ciérrense como hasta ahora en su coraje, ignoren el peso de lo innato, censuren este artículo y no acepten sus limitaciones. Pero recuerden, quizás sus hijos tampoco sean más felices siguiendo sus pasos por el simple hecho ser sus hijos. Como he dicho nuestros hijos solo heredan un máximo del 50% de nuestras capacidades o rasgos.  O quizás sean ustedes mismos los que se den cuenta que son unos infelices porque se empeñaron en seguir los pasos de sus padres (mejores o peores, exitosos o mediocres) o de sus amigos por miedo al rechazo, por miedo al ser diferentes, por miedo a un sistema que no premia ni paga la diferencia, solo paga al productivo, (más salario) solo paga a  aquel que contribuye más a la maquina del consumo y a la economía. Reforzando su conducta e inhibiendo la de los que no pueden contribuir, como diría un psicólogo.

La clave, en mi humilde opinión, no está en pensar que  destino es mejor que cual ni en cuanto de libres somos para decidirlo, sino en que todos nosotros entendamos y trasmitamos (con los sistemas legales, políticos, judiciales, económicos y sociales en consonancia) que todos los destinos son igualmente válidos (y en consecuencia todos serán igualmente premiados y retribuidos por el gobierno siempre y cuando no violen los derechos humanos) y serán mejores en tanto y cuanto se hayan alcanzado. Y el simple hecho de tener que alcanzarlo ya nos da unos objetivos por los que competir.Nos da una libertad humana sin la cual perderíamos el interés por vivir.

Por lo tanto, hablo de un mundo que aún prevaleciendo lo innato frente a lo adquirido no se obvie la interacción de lo innato con el ambiente, ni el poder de las experiencias que vivimos, transformando incluso nuestro "paquete genético"  ( modificando lo innato; pero no como una meta, sino como una consecuencia de la búsqueda de "lo más innato" que pesa en nosotros y aspirar a vivir acorde a ese estilo o esencia que nos define a cada uno de nosotros).Por ejemplo alguien cuya motivación (actitud innata) por salvar vidas humanas es superior a sus condiciones físicas (aptitud innata) para por ejemplo desempeñar una labor de "bombero". En dicha visión tampoco se ignoraría la aleatoriedad genética , recuerdan; "ricos" con hijos "tontos"; entender que "rico" y "tonto" solo son etiquetas para designar una categoría social.Categoría sociales de las que muchas veces huimos por convencionalismo o por los prejuicios negativos ligados a ellas.

Por lo tanto hablo de un mundo que no obvia el poder del ambiente ni la aleatoriedad genética, por lo tanto hablo de un mundo que está muy lejos de ser "el mundo feliz" de Aldous Huxley en el cual, cuando nacías ya estabas predestinado a un guión de vida ajeno a tu control personal. Una predestinación que echaba por tierra cualquier ilusión por vivir, cualquier posibilidad de decidir tu destino, que echaba por tierra tu libertad.Lo innato no coarta las auténticas libertades. Coarta libertades encaminadas a metas socialmente (y no personalmente) deseables.Metas lejanas de darnos una paz interior. Una paz interior que, en mi opinión, radica la auténtica libertad.(El debate eterno sobre el supuesto antagonismo entre paz y libertad tendría su fin en este razonamiento ). Auténtica libertad coartada por un sistema creado por nosotros mismos. Creado por no entender esta importante distinción.Distinción entre lo que nos hace mejores según una cultura determinada y lo que nos hace realmente felices.La pregunta seria ¿Podemos vivir en un mundo con tantas culturas como personas la habitan?.Lo que si se, es que nada de esto será posible si esta distinción no es entendida por todos nosotros; con los sistemas legales, judiciales, políticos, económicos y sociales en consonancia entendiendo y trasmitiendo este razonamiento y ejecutando los sistemas legales autorreguladores necesarios, del mismo modo que se inventaron las prisiones, los juicios o los sistemas bipartidistas.Porque todos comparten un mismo objetivo, paliar las deficiencias de la naturaleza humana y ayudarnos a ser más felices. Y nuestra mayor deficiencia es que en la tarea de ser felices siempre tendemos a "copiarnos de el de al lado" sin percatarnos de que las preguntas están cambiadas de orden.

Pero de momento, está distinción no se ejecuta, los sistemas se rigen por los mismos criterios, no cedemos ante un sistema que premia al más "fuerte" y desprestigia al "débil", ceder sería perder la libertad de hacerte escuchar, sería morir como individuo.El problema es el sistema que no premia ni paga la diferencia solo aquel que contribuye más a la máquina del consumo y la economía.¿Será por eso que siempre se valora más a “los de números” que a “los de letras”? Y nosotros, que orgullosos nos autoproclamamos  revolucionarios “fuera del sistema”  o ciudadanos “antisistema”,  vamos y les seguimos “el royo”. ¿Se dan cuenta cómo está dentro de nuestra naturaleza premiar lo “competitivo” y lo “productivo”?. Esto no es ninguna “paranoia” de este servidor, ya que ya se ha establecido un término para designar tal actitud que se presume  como principal causa de la desigualdad social y económica de este planeta. El término es capitalismo cognitivo. ¿Se dan cuenta como  “el criticado sistema” somos todos? Las subdivisión de “gente de números” y “gente de letras”  y que se valore más a los primeros no es falso, quizás solo sea un estereotipo, pero más adelante hablaré de ellos.

Es curioso ver más hechos empíricos (igualmente contrastados por investigaciones que no plasmo aquí por espacio) como que hay menos mujeres “de números”. ¿Recuerdan? fue un hombre el que plantó una valla y dijo “esto es mío” pero dudo que una mujer que pasara por ahí no se quedara impresionada por su “competitivo y exitoso” acto, reforzando así su conducta, como diría un psicólogo.

Esto en pequeña escala no es real, los hombres no van pensando en hacer una fortuna desde que se levantan hasta que se acuestan (bueno, los magnates financieros si) y si lo hacen, les puede dar bien igual impresionar a ninguna mujer, al igual que estas tienen un sinfín de más cosas en la cabeza que sentirse atraídas por tales caracteres. Esto son estereotipos, solo estereotipos, pero los datos sociológicos informan de que los estereotipos son estadísticamente ciertos. Que las mujeres se sienten atraídas por los hombres con liderazgo y mayor estatus es un estereotipo, que los hombres nos sentimos mejor cuando tenemos el poder  es un estereotipo, que “dos tetas tiran más que dos carretas” también lo es. Deduzcan ustedes mismos este silogismo. La productividad sigue mandando. Uno de letras nunca va a ser un ingeniero de telecomunicaciones que diseñe un nuevo procesador, sin embargo uno de números sí. Uno “de números” jamás le va a interesar este artículo, a uno de letras le gustará escribirlo. Algo me dice que los grandes inversores que manejan Wall Street y tejen los hilos de la debacle mundial también son de números y no creo que a ninguno de esos magnates financieros les interese leer esta clase de artículo que habla sobre solidaridad, cambios ideológicos y otras “maricionadas”. ¡Bah! cosas abstractas sin beneficio, pensarían…La productividad sigue mandando. Y a mi juicio no saldremos del hoyo mientras siga mandando y prevaleciendo todo lo que ayuda a la maquina del consumo y la economía seguir en marcha. Una maquina enferma de productividad y perfección. Eso es lo que somos.

Es posible que esta sociedad camine hacia un mundo mejor el día que todos y cada uno de nosotros sepa reconocer sus virtudes, pero también sus defectos. Puede que algún día saltemos por encima de los prejuicios. Puede que algún día entendamos que debemos  dejar de comprar iphones, ¡demostremos que no nos importa ser diferentes! Revolucionamos la sociedad, pero no cómo hasta ahora, seamos un verdaderos revolucionarios y hagámoslo de “abajo a arriba” y no al revés evitando dar lugar a guerras o debacles peores para todos. Dejemos de ser ese vecino con miedo a sentirse desplazado por el resto de la comunidad, primero usted, después España, después el mundo.

¡Que tontería! Estarán pensando ustedes…cómo si todo se solucionara dejando de comprar productos “no básicos”. Pero sepan una cosa, es la misma razón por la que ustedes no se atreven a hacerlo, la misma, por la cual España, aún sin poder y a costa de las clases sociales más pobres, decide continuar en esa comunidad “financiera” de vecinos que ya se le queda grande. La misma razón, el miedo a la exclusión, el miedo al rechazo y las posibles consecuencias negativas futuras impredecibles.

Demos un ejemplo a los que tejen los hilos de que nos es más importante ser que aparentar,  puede que ese día los magnates financieros dejen de decir ¡compro!, puede que ese día las grandes corporaciones, sin esa financiación, se hundan y ocupen su lugar los servicios públicos, del estado y de todos para todos. Puede que consigamos un bienestar mínimo para todo el mundo sin necesidad de evitar desigualdades inmutables en nuestra naturaleza. Quizás ese día se valoré a las personas por lo que son y no por lo que ganan. Quizás ese día se entienda que todos somos eslabones necesarios. Desde el agricultor hasta el político, desde el humilde hasta el cínico. Pero ambos aceptando su condición. Su condición de menos inteligente por parte del agricultor y su condición de narcisista por parte del político. Aunque no nos guste al principio. Si no nos gusta es por prejuicios culturales. Y estos se modifican con el tiempo. ¡¿Que es narcisista?!¡Una etiqueta! Cargada de afectos negativos cómo la prepotencia y el cinismo, ¡¿Qué es ser humilde?! Otra etiqueta cargada de afectos negativos como el fracaso económico y eso sí, a diferencia del narcisista, cargada por algo más que afectos, cargada de hechos negativos como es una renta baja culpable de su supervivencia. Cambiemos los hechos y desaparecerán los afectos negativos. Quizás cuando nos percatemos de que todos somos absolutamente necesarios no necesitemos recurrir al otro 60% de vida porque dejaremos de robarnos entre nosotros lo que nunca nos ha pertenecido. Pero el humilde consciente de su humildad y el cínico consciente de su cinismo. Ambos conscientes, ambos libres de decidir su destino. Porque aceptarse no es lo mismo que resignarse. Quizás ese día nos dejemos de medir por nuestros sueldos y nos midamos por nuestra autorrealización. Quizás entonces hagamos uso de una libertad y competencia humanas mucho más sanas.

Puede que ese día los sueldos dejen de ser sueldos y solo sean el dinero que mueve los servicios del mundo, pero no a las personas que llevan tales servicios. Quizás ese día a un político o un alto ejecutivo le dé igual cobrar lo mismo que un carnicero porqué sabe que ese es su sitio, su motivación y su finalidad. Ambos necesarios. Va siendo hora de entender que “pobre” es solo una etiqueta a la que equivocadamente hemos atribuido el significado de fracasado y “rico” otra etiqueta a la que le hemos atribuido el significado de exitoso.  Y lo hemos hecho por la simple razón de que “el pobre” produce menos y “el rico” produce más. Pero cuando las estadísticas te dicen que es la excesiva productividad la que nos va a llevar a la debacle, entonces empezamos a reflexionar sobre dichas etiquetas. Hay que reformularlas, hay que modificar “pobre” por “menos productivo” y “rico” por “más productivo”. Y entender que la productividad solo es beneficiosa para todos cuando está en compensación al PIB y esto se traduce en que hay que disminuir dicha productividad. ¡Anda! si ahora va a resultar que los realmente necesarios para el equilibrio son “los pobres”, perdón “menos productivos”. Quizás el día que los que ponen las leyes entiendan esto, los sueldos sean mucho mas equiparados y los humildes (menos productivos) puedan serlo sin ver peligrar su autoestima, o peor, su supervivencia y mientras, los “inteligentísimos trabajadores compulsivos” (más productivos) puedan también serlo sin temer por su soledad, su estrés o el “vacío que sienten”. A lo mejor en ese momento el improductivo abandona su baja autoestima y el productivo su estrés. Solo a lo mejor, solo puede, solo quizás. Como he dicho estas no son soluciones comprobadas, solo reflexiones. Reflexiones quizás. Solo quizás.

Solo ese  utópico día nuestros defectos serán lo que lleva gritando, no la religión, sino la evolución de nuestra especie durante siglos. Grito ahogado de que nuestros defectos nunca han dejado de ser la clave. Grito ahogado de que nunca han dejado de ser defectos perfectos.


Porque solo gracias a sistemas defectuosos hemos hallado las soluciones para mejorar el mundo. Porque solo en las épocas de crisis aumenta la empatía entre las personas. Porque solo después del genocidio judío se establecieron los derechos humanos y solo después de la crítica situación que estamos viviendo todos los españoles y cada día más países, víctimas, no de un solo gobierno, sino de una ideología de gobierno globalizada y desfasada  se podrá llegar a la solución, o hacerles llegar a la solución, a aquellos que, sin defectos en sus despachos ovales, quieren, pero no pueden reflexionar sobre ello.


Jesús García Muñoz



....GAME OVER PRODUCTIVOS....

FIN DEL JUEGO




Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”Mateo 5:3



. . .”Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, un amo de casa, que salió muy de mañana para contratar obreros para su viña. Cuando hubo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. Saliendo también cerca de la hora tercera, vio a otros que estaban de pie desocupados en la plaza del mercado;  y a aquellos dijo: ‘Ustedes también, vayan a la viña, y les daré lo que sea justo’. De modo que ellos se fueron. Él volvió a salir cerca de la hora sexta, y de la nona, e hizo lo mismo. Finalmente, salió cerca de la hora undécima y halló a otros de pie, y les dijo: ‘¿Por qué han estado de pie aquí desocupados todo el día?’. Le dijeron: ‘Porque nadie nos ha contratado’. Les dijo: ‘Ustedes también vayan a la viña’. ”Cuando empezó a anochecer, el amo de la viña dijo a su encargado: ‘Llama a los obreros y págales su salario, procediendo desde los últimos hasta los primeros’. Cuando vinieron los hombres de la hora undécima, recibieron cada uno un denario.  Por eso, cuando vinieron los primeros, concluyeron que ellos recibirían más; pero ellos también recibieron pago a razón de un denario.  Al recibirlo, se pusieron a murmurar contra el amo de casa  y dijeron: ‘¡Estos últimos trabajaron una sola hora; no obstante, los hiciste iguales a nosotros que soportamos el peso del día y el calor ardiente!’.  Mas él, respondiendo a uno de ellos, dijo: ‘Amigo, no te hago ningún mal. Conviniste conmigo por un denario, ¿no es verdad?  Toma lo tuyo y vete. Quiero dar a este último lo mismo que a ti.  ¿No me es lícito hacer lo que quiero con mis propias cosas? ¿O es inicuo tu ojo porque yo soy bueno?’. De esta manera los últimos serán primeros, y los primeros, últimos”.
(Mateo 20:1-16)