«La felicidad depende más de las relaciones interpersonales que del dinero o la salud»
La felicidad es una emoción básica universal y, como todas las emociones, es transitoria, efímera». Así de contundente se muestra el divulgador científico y economista Eduardo Punset, que define la felicidad como «ausencia de miedo».
Punset, que ofreció una rueda de prensa adelantando el contenido de la conferencia “La felicidad en el siglo XXI: Naturaleza, Mega-Ciudades y el Hombre”, que cerró ayer en Chillida-Leku el programa de actos de las Jornadas de Naturaleza organizadas por Naturgintza, apunta que las personas necesitan cierta ansiedad para ponerse en estado de alerta y poder así concentrar sus esfuerzos en las tareas que realizan. «Pero una cosa es esta ansiedad y otra, el miedo, el pánico que corroe las vísceras y los órganos cerebrales».
Asegura que la felicidad depende de factores externos y no precisamente de aquellos a los que se alude generalmente. «El dinero es equivalente a la felicidad cuando uno vive por debajo del nivel de supervivencia, pero por encima de este nivel no está probado en absoluto que existe una relación directa entre niveles de renta y felicidad». Incluso, según Punset, la salud «no tiene la importancia que tienen otros factores externos como el de las relaciones interpersonales».
Las reflexiones de Punset resultan interesantes, pero ante una persona que ha estudiado tan a fondo la felicidad, al oyente le comienzan a retumbar algunas preguntas en su mente: ¿Se puede ser feliz? ¿Cuál es la receta?...
Según apunta Punset, se puede ser feliz, pero no durante todo el tiempo. En lo que a las recetas se refiere, asegura que la primera condición para ser feliz es «querer serlo». Afirma que «la felicidad tiene que ver con el compromiso, con la dedicación y con la concentración de todos los sentidos en una tarea concreta que sea del agrado de la persona».
Capacidad para ser infelices
Sin embargo, asegura que en su opinión y observando el comportamiento de la gente, «parece que las personas tienen una gran capacidad para hacerse infelices». Por ello, subraya que resultan muy curiosos los resultados de la encuestas en las que «a la pregunta de si eres feliz, un 70% asegura que lo es».
Considera Punset que uno de los errores de la especie humana es que, al contrario del resto de animales, desprecia el proceso de búsqueda de la felicidad. Se empeña sólo en el logro y, además, una vez lograda la recompensa, termina desengañándose.
Punset dedica también su atención al aumento de la esperanza de vida, que, según apunta, está relacionado con la felicidad. «Es la primera vez en la historia en que la humanidad tiene futuro» y, precisamente, por ello «hay problemas de mantenimiento y se ha planteado la necesidad de ser feliz».
Según asegura el escritor, a nivel biológico el sistema inmunológico de las personas «estaba ideado para cuando las personas vivían entre 30 ó 40 años y, por ello, ahora con la aparición de enfermedades degenerativas, tales como el Alzheimer, el sistema inmunológico no responde».
Además, considera necesario cambiar el modo de gestionar los recursos disponibles. «Hemos invertido mucho en la reproducción de la especie, en llenar las calles de las ciudades de cemento, de grúas y de coches... Es decir, en inversiones ingentes.» Hoy en día, cree necesario que los recursos se deriven, en gran parte, a las industrias que tienen que ver con el mantenimiento. Y es que, en su opinión, «si la gente hoy no es lo feliz que pudiera ser, en gran parte se debe al déficit de mantenimiento del nivel biológico y al déficit de servicios de mantenimiento».
Punset hace hincapié también en la necesidad de preservar el medio ambiente, «porque ello también tiene mucha importancia a la hora de lograr la felicidad».
De cara a lograr un mayor nivel de felicidad, también es necesario ser conocedores de las emociones personales. «En este momento está consensuado que podemos mejorar la gestión de nuestras emociones. Hay un cuerpo doctrinal y descubrimientos sicoterapéuticos y, sobre todo psicológicos, que permiten gestionar mejor las emociones, lo que en primer lugar implica conocerlas».
Y es que, en su opinión, no puede ser que un niño o niña vaya a vivir 100 años y que nadie le haya explicado nada sobre la emoción, el miedo, el pánico». Por ello, Punset conside- ra imprescindible, enseñar, sobre todo a los menores, lo que los académicos llaman lecciones de competencia emocional. Y para ello, serán imprescindibles las recientes aportaciones de la ciencia. «El mundo científico no había entrado hasta hace pocos años a estudiar el campo de las emociones, porque no tenía cómo medirlas y, por lo tanto, el método científico no era aplicable». Pero hoy en día, «gracias a la posibilidad de calcular los flujos hormonales y emocionales», la ciencia ha podido entrar, y lo ha hecho de lleno. Al fin y al cabo, no se trata de una cuestión menor, está en juego el ser feliz o no.
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Fuente: http://www.gara.net/idatzia/20061028/art186526.php
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