Mi padre creía que si el mundo descubría quién era yo en
realidad, la gente me rechazaría. Estaba convencido de que el mundo no estaba
preparado, ¿qué piensas tú? (texto extraído del tráiler de El hombre de acero).
La profecía autocumplida. El triunfo del bien sobre el mal.
“La profecía que se autorrealiza es, al principio, una definición «falsa» de la situación que despierta un nuevo comportamiento que hace que la falsa concepción original de la situación se vuelva «verdadera»”. (R.K. Merton)
Con estas palabras el sociólogo R.K. Merton acuñaba, en el
siglo XX, el término de profecía autocumplida o autorrealizada. No obstante,
allá por la antigua Grecia, o la antigua India, también se pueden encontrar
ejemplos, peor definidos, pero movidos por una misma necesidad psicológica que
implica a todo ser humano, sea cual sea la época en la que viva.
Más adelante, inspirado o influido quizás (y solo quizás) en
esas antiguas Grecia e India, Merton, en su libro, Teoría social y estructura
social, establece que una profecía autocumplida es, cualquier predicción que,
una vez hecha (si bien, debido a que se desencadenan una serie de
circunstancias favorables para que se cumpla) es en sí misma la causa de que se
haga realidad.
De forma paralela, nos encontramos con un constructo
actualizado muy similar. Uno de los fenómenos de la psicología que más interés
puede tener para la filosofía y la educación. Es el denominado Efecto Pigmalión.
Ejemplos cotidianos pueden ser cuando te repiten tantas
veces al día que eres “de tal” o “de cual” manera de ser, que te lo acabas creyendo, y te acabas comportando de forma acorde al rol asignado. O cuando, sencillamente, tienes la firme creencia de ser bueno en algo, de conseguir un empleo, un puesto, aprobar una oposición, un examen, etc. ¿Quién no desea un
final feliz? Los periódicos no hacen nada más que vendernos que el mundo está
mal, pero eso solo es porque “que el mundo este mal” vende más. Su final feliz
es vender periódicos, no tanto mejorar el mundo.
Otros ejemplos, no tan cotidianos, podrían ser los reflejos
en el mundo actual de todas las profecías autocumplidas (más o menos
cotidianas) de los individuos a lo largo del tiempo y del espacio. Es más,
algunos autores, asumen que la historia de la humanidad no es otra cosa que una
suma de profecías que se cumplen a sí mismas.
“Al alma le gustan las cosas bellas y profundas” escribe el
novelista (y creyente), tiznado de insulso, Paulo Coelho. En 2012, un
científico (y ateo) de repercusión internacional, S.Pinker, publica su nuevo libro
de psicología “El declive de la violencia y sus implicaciones”. Pero este, que
sería un título, nada insulso, apropiado para un libro de ciencia, solo era el
titulo secundario. El primario era “Los ángeles que llevamos dentro”. ¿A que
les llama más la atención el primario? Seguramente, porque a todos nos es más
atractiva la idea de “ser ángeles” a saber, sin más, que la violencia ha
disminuido y que nosotros no hemos tenido mucho que ver. Y es que, si hay algo
“más bello y profundo” que el hecho de que la violencia haya disminuido, es que
nosotros hayamos acabado con ella. A ser posible tú, el que ahora mismo está
leyendo esto.
Sin embargo, el mismo autor se plantea, muy acertadamente,
que "la violencia habría que redefinirla como un problema que hay que resolver,
y no como un combate que hay que ganar."
Es más, uno de los principios que se defienden en su tesis
es que buena parte de las matanzas, violaciones, esclavitud, genocidio,
discriminación, sadismo, dominación, sexismo, fascismo, abuso de poder y el
sinfín de injusticias que se han hecho unas personas a otras a lo largo de la
humanidad, tienen como motor una altisonante sed de justicia. El fanatismo, una
ideología llevada al extremo, por el triunfo de un supuesto bien fuertemente
asumido como necesario, rentable, justificado, divino o supremo, puede
desembocar en genocidios como el de Hitler, las guerras de religión, los
conflictos entre Irán e Iraq,
dictaduras, guerras mundiales, guerras frías, etc.
Si todos los datos, argumentaciones, estadísticas y
razonamientos de pensadores recopilados en el susodicho libro (de 1.103
páginas) parecen estar en lo cierto, podríamos decir que la violencia realmente
ha disminuido en el mundo y que la tendencia es la victoria del bien sobre el
mal.
Y es que a todos, incluso desde la prehistoria, nos gustaban
los finales felices. Y para cuando ya, ni si quiera, nuestra mente encontraba
salida feliz tangible a nuestros muertos, hicimos hogueras funerarias, usamos
nuestra imaginación, y miramos al cielo. Aunque, como en toda predicción que se
acaba cumpliendo, ha habido que creer firmemente en algo, ha habido que
perseverar para que las miradas al cielo, no se quedaran simplemente en eso. En
miradas.
Sorprendente agitación cristiana
En una conferencia de prensa, el director de El Hombre de
Acero Zack Snyder fue claro y comparó al personaje ficticio con Jesucristo, lo
que provocó protestas de los cristianos.
“La relación entre Jesucristo y Superman no fue inventada
por nosotros. Existe desde la creación del personaje. Pero es una de esas cosas
que han desaparecido en las últimas décadas… pensé que deberíamos hablar de
nuevo de esta mitología y de la importancia de este personaje y su relevancia
para el momento. La mitología de la historia, ofrece un interesante paralelismo
con la historia de Cristo, dando una capa extra de interés a la película. La
filosofía, la religión, el respeto de los comics, todos nos interesa”. Zack
Snyder
El guionista David Goyer añadió: “El mito de Moisés es otra
influencia. Superman, también tiene sus raíces en el Viejo y Nuevo Testamento.
Él es un personaje mesiánico y al mismo tiempo a través de Beowulf, Gilgamesh,
entre otros héroes clásicos que representan la reconciliación entre los dioses
y nosotros”.
“Es una obra de ficción, pero con preocupaciones reales
acerca de lo que representa. Superman, es una metáfora sobre la búsqueda de su
lugar en el mundo actual. Todo el mundo lo interpreta mal cuando era niño,
cuando era joven. Tal sentimiento es universal”, añadió Snyder.
No es la primera vez que los fabricantes de películas hacen
este tipo de comparaciones. El mes pasado, en otra entrevista, el director
llegó a decir que el logotipo que identifica a Superman “es el segundo símbolo
más popular del planeta, sólo superado por la cruz cristiana”. Parece ser que a
algunos líderes religiosos no les gusta la comparación de un héroe de fantasía
con la importancia histórica de Jesucristo, el salvador del mundo.
Superman. El justiciero que nunca muere.
“Dónde habita la esperanza es dónde habita el dolor” versa
una canción del grupo asturiano de heavy metal WarCry. Y que la “S” de Superman
no significa “Superman”, sino “Esperanza” (en lengua Krypton), dedice
desvelarse por primera vez en la gran pantalla.
"Darás a los hombres un ideal por el que luchar. Intentarán
seguirte, tropezarán, caerán. Pero con el tiempo se unirán a ti en el sol, con
el tiempo les ayudarás a realizar grandes proezas."
Con estas palabras, el tráiler de El Hombre de Acero, junto
con toda su campaña de difusión, ya rentabilizó todo el gasto del film antes de ser estrenado. Cifras de récord que sin duda nos hacen preguntarnos qué tiene este Superman que no tenía el anterior. ¿Es su productor revelación, Christopher Nolan de la rompedora trilogía El caballero oscuro? ¿Son los
efectos especiales y escenas de acción a cargo de su director Zack Snyder de
300 y Watchmen? ¿O es algo más? ¿Qué ha llamado a tanta gente a acudir a las
salas de cine?
Que dónde pone el dedo Christopher Nolan acaba siendo un
vuelta de tuerca más a un superhéroe, o a cualquier personaje o trama (nada que
decir del film Origen), convirtiéndose en una rentabilísima costumbre, es algo
que ya pocos se atreven a cuestionar.
Por tanto, uno de los secretos de Nolan, es explorar y exhibir
el lado más oscuro e íntimo de sus personajes tal y como hizo con Batman (al
que todos pensaban que no se le podía exprimir más) en El caballeo oscuro ¿Pero
de dónde ha sacado esa vuelta de tuerca que necesitaba para resucitar al “más
visto” de todos los superhéroes? Del cómic, obviamente. ¿Pero que hizo a Nolan
prestar atención al cómic, en concreto, inspirador “Superman: El legado”?
Esta edición del cómic repasa en más profundidad el origen
de superman. Trata del yo, en la que Kal-El/Clark no sólo lucha contra sus
enemigos sino también contra sí mismo. El héroe siempre es un elemento
subversivo en la sociedad por la que combate y siempre hay quien se interpone
en su camino para hacérselo más difícil. ¿Por qué ocultan los Kent su verdadero
origen? Por miedo a que sea un niño rechazado por la sociedad o perseguido por
su gobierno. Los sucesos posteriores así lo confirman, sobre todo cuando se
producen las primeras apariciones públicas de Superman. La tarea del héroe, por
tanto, es superar este trance y salir triunfante, tal como ocurre. Cuando el
individuo se conoce a sí mismo y tiene clara su meta, no hay obstáculo que se
le interponga.
Citas más viejas en la historia de Superman que esta versión
del superhéroe de la norteamericana DC comics, también estaban bañadas de
cierta ideología imperante en los estadounidenses.
"Jamás estarás solo. Viajarás muy lejos, mi pequeño Kal-el,
pero no te abandonaré ni aun cuando la muerte nos lleve. La riqueza de nuestras
vidas pasará a ti. Todo lo que tengo, lo que he aprendido, mis sentimientos,
todo eso y más pasará a ti, hijo mío. Seré tu compañero todos los días de mi
vida. Harás de mi fuerza la tuya. Verás mi vida a través de tus ojos y yo la
tuya a través de los míos. El hijo se convertirá en padre y el padre, en hijo.
Este es mi legado, todo lo que puedo darte, Kal-el."
Vemos por tanto, como, solo, en la simple historia de un
superhéroe que se va escribiendo por diversos creadores de cómics, o guionistas
de películas después, siempre hay una pista previa, un detalle, una forma de
enfocar al personaje que inspira una creación posterior. La creación de un
superhéroe con el que una gran mayoría de lectores o espectadores les gusta
identificarse y confabular con sus heroicidades.
La pregunta a la que hemos llegado es entonces ¿qué historia
inspiró al creador inicial de superman para diseñar a su superhéroe superventas
que sigue siéndolo aún hoy en 2013? Tendría que ser una historia que reuniese
ideales como los de la esperanza y tener algo de humano y algo de
extraterrestre, por ejemplo. Una historia que también tuviese su archienemigo,
su antagonista, el mal (en El Hombre de Acero personalizado en el general
dictador Zod -con una oz demasiado parecida a la comunista en lugar de una S en
su pecho- que lidera un golpe de estado en Krypton y después de salir de su
larga condena se propone acabar con Superman y restablecer su ideología y
proyecto de estado totalitario en la Tierra). Esa historia precursora debía ser
una historia fantástica que entretuviese a las personas y la entendiesen
fácilmente y, a la vez, una historia cercana, con buenas dosis de realidad.
¿Adivinan cual? Podrían ser muchas, muy parecidas entre sí,
pero una de ellas es mencionada (junto a muchas otras) en la reciente tesis del
psicólogo cognitivo S.Pinker. El científico es ateo, a diferencia de la gran
mayoría de estadounidenses que acudieron a ver El Hombre de Acero al cine. No
obstante, mantiene lo siguiente en su libro:
Los democidios se suelen preparar de antemano en el clímax
de un relato escatológico, un espasmo final de violencia que será el preludio
de una felicidad milenaria. Diversos historiadores del genocidio han advertido
a menudo los paralelismos entre las ideologías utópicas de los siglos XIX y XX
y las visiones apocalípticas de las religiones tradicionales. En un libro
conjunto con el psicólogo social Clark McCauley, Daniel Chiriot observa lo
siguiente:
La escatología marxista imitaba realmente la doctrina
cristiana. Al principio había un mundo perfecto sin propiedad privada, clases
sociales, explotación ni alineación: el Jardín del Edén. Luego llegó el pecado,
el descubrimiento de la propiedad privada y la creación de los explotadores. La
humanidad fue expulsada del Edén para
sufrir la desigualdad y la necesidad. A
continuación los seres humanos experimentaron con una serie de modos de producción,
el esclavista, el feudal y el capitalista, siempre en pos de la solución sin
encontrarla. Por último, llegó un verdadero profeta con un mensaje de
salvación, Karl Marx, que predicaba la verdad de la Ciencia. Prometió la
redención, pero no le hicieron caso a excepción de sus discípulos más íntimos
que difundieron la buena nueva. Al final, de todos modos, el proletariado,
portador de la fe verdadera, será convertido por los elegidos religiosos, los
líderes del partido, y se unirá para crear un mundo más perfecto. Una
revolución final y terrible acabará con el capitalismo, la alineación, la
explotación y la desigualdad. Después de eso, la historia terminará porque en
la Tierra reinará la perfección y los verdaderos creyentes se habrán salvado.
S.Pinker. Los ángeles que llevamos dentro. El declive de la
violencia y sus implicaciones.
Cualquiera que haya visto la última entrega de Superman
podría identificar todos y cada uno de los componentes de la cita previa en
personajes, acontecimientos, diálogos, u acciones del film. Quizás con la
excepción de que nosotros, de momento y a diferencia de los Kryptonianos, no
tenemos constancia de otro planeta al que enviar a nuestro hijos en caso de
necesitarlo. Pero el film arroja muchos paralelismos con la sociedad actual.
Porque, quizás, aunque ya sepamos que la violencia ha disminuido, puede que
todavía quede alguna batalla más por resolver, y no podamos resolverla “ganándola”, o mucho menos mandando a
nuestros hijos al espacio estelar.
Sociólogos que han profundizado en los entresijos de las
problemáticas de la sociedad actual, equiparan la violencia de nuestros
antepasados con las actitudes competitivas de hoy. Se sabe que ambos proceden
del mismo instinto subyacente.
[…] Una conclusión parece meridiana: «competir es la gran
palabra de la masculinidad de nuestro tiempo, una palabra que ha pasado del
deporte a la economía y de ella a invadir el conjunto de la sociedad. Competir
es la versión actual de pelear» […] Efectivamente, este impulso de la
masculinidad va desde el taller mecánico a los ambientes más sofisticados del
mundo intelectual. Competir, dominar, imponer, ser poderoso, es lo propio de
los hombres, aunque sea imponiendo la última palabra en el marco de una reunión
académica, o siendo el que pone la última coma de un informe. En estos que
haceres ha quedado traducida el hacha de guerra, hoy, pero su impulso y
finalidad son los mismos, quasi ancestrales (Álvarez, 2009, p.214)
[…] Si algo ocurre en nuestra cultura es que sufrimos un
exceso de masculinidad, entendida en su sentido más antiguo de valoración de la
capacidad de violencia y riesgo, mientras paralelamente, las actitudes
femeninas de empatía y entrega son cada vez menos valoradas no sólo en hombres
sino incluso en mujeres (Subirats, 2010.
p. 156)
En palabras (a cerca de la crisis que supuestamente atenta
al sistema capitalista actual) del recientemente fallecido y reconocido
economista José Luis Sampedro (2013):
Entrevistador: ¿Pero cuáles deben ser entonces los motores
que regeneren y transformen profundamente el sistema?
J.L. Sampedro: A largo plazo no hay más solución que educar
y formar de otra manera a los seres humanos. Nos educan con un criterio
esencialmente económico. Nos educan fundamentalmente para ser consumidores y
productores. Esta transformación que se ha llevado a cabo en la Universidad con
Bolonia es un ejemplo más. […]. La preocupación de las universidades era el
saber, la de la nueva universidad es el poder, la técnica, hacer cosas. La
anterior se dedicaba a formar espíritus capaces de analizar y de comprender.
Las consignas de hoy son tres y se repiten continuamente: productividad,
competitividad e innovación. ¿Productividad para qué y para quién? […]. No es
lo mismo producir para satisfacer necesidades humanas que producir para ganar
dinero.
[…].Ahora hemos contaminado el aire y el agua se
comercializa. La innovación se enfoca totalmente a las ventas y si es necesario
el mercado crea la necesidad. […]. La solución a largo plazo es la educación.
Pero el largo plazo empieza hoy.
Volviendo al film. Krypton en autodestrucción por exceso de
producción y agotamiento de recursos
naturales, los lideres “capitalistas” de Krypton como marionetas impotentes e
inútiles. Un dictador esclavista en solitario, Zod, que pretende restablecer el orden por un
principio desechado hace ya mucho tiempo, la violencia. Y un científico que lo
único que tiene en común con Zod es la creencia de que sus líderes capitalistas
son unos ineptos. Aunque ambos difieren bastante a la hora de decidir cómo
solucionar los problemas. Mientras que Zod da un golpe de estado, el
científico, Jor-El y sus esposa Lara lanzan a su hijo, en una nave espacial
hacia la Tierra, infundiendo sus células en un códice genético que introducen en su hijo para preservar
la raza kryptoniana.
Señalar que superman nace de el primer parto natural (con
todo el sufrimiento que estos conllevan) en mucho tiempo. Y esto acontece en un
Krypton cuyo modelo de reproducción, gestación, preconfiguración genética de
individuos y organización social hace acopio del mundo feliz de Aldous Huxley,
en el que cada individuo estaba predestinado a un escalafón social concreto.
En definitiva, un buen número de connotaciones que hacen
alusión a cierto conglomerado de ideologías, normas morales y aspectos humanos
de ayer y de hoy. Quizás más implícitos ayer y explícitos hoy.
Aunque los relatos históricos del Antiguo Testamento son
ficticios (o, en el mejor de los casos, reconstrucciones históricas artísticas,
como los dramas históricos de Shakespeare), ofrecen una perspectiva de la vida
y los valores de las civilizaciones de Oriente Próximo a mediados del primer
milenio antes de Cristo. Al margen de que los israelitas llevaran a cabo
genocidios o no, desde luego creían que era una buena idea. Nadie parecía
contemplar la posibilidad de que una mujer tuviera interés legítimo en no ser
violada o adquirida como propiedad sexual. Los autores de la Biblia no veían
nada malo en la esclavitud ni en los castigos crueles como dejar ciego, lapidar
o despedazar a alguien. La vida humana no tenía valor alguno al lado de la obediencia
irreflexiva a la costumbre y la autoridad.
Si el lector cree que al revisar el contenido literal de la
Biblia hebrea estoy intentando poner en entredicho a los miles de millones de
personas que hoy la reverencian, es que no ha entendido nada de lo que intento
explicar. La abrumadora mayoría de judíos y cristianos practicantes son, huelga
decirlo, personas profundamente decentes que no aprueban el genocidio, la
violación, la esclavitud ni la lapidación por infracciones nimias. Veneran la
Biblia exclusivamente como un talismán. En los milenios y siglos recientes, la
Biblia ha sido interpretada, metaforizada, sustituida por textos menos
violentos (el Talmud entre los judíos y el
nuevo testamento entre los cristianos), o discretamente ignoradas. Y ésa
es la cuestión: la sensibilidad de la violencia ha cambiado tanto que las
personas religiosas actuales compartimentan su actitud hacia la Biblia. La
consideran de boquilla un símbolo de moralidad, pero obtienen su verdadera
moral de principios más modernos.
S.Pinker. Los ángeles que llevamos dentro. El declive de la
violencia y sus implicaciones (pp. 41,42)
Los justicieros que si mueren.
Hay algo que tienen en común esos principios más modernos de
los que habla el psicólogo S.Pinker en su tesis (empatía, autocontrol, escalera
de la razón, moralidad,
feminización, comercio, gobierno
estatal, cosmopolitismo o informalización), la portada y título de su libro, y
Superman. Esos tres elementos son capaces de llamar altamente la atención, de
identificarse con ellos, de desear su esencia, lo que significan y lo que
representan para uno mismo. Quizás con salvedades, para algunos, en cuanto a algunos de esos principios
modernos, o con eso de ser “unos angelitos”, no así con Superman. Ya sabemos
las predicciones que hicieron otros autores como Oscar Wilde.
"Mientras se considere mala, la guerra conservará su
fascinación. Cuando sea tenida por vulgar, cesará su popularidad".
Y si algo está claro es que el nuevo Superman de Nolan y
Snyder puede pecar de “angelito símbolo de moralidad” o de mesías salvador,
pero desde luego, de vulgar, no tiene ni el traje, que ya se ha deshecho de
esos estrafalarios calzoncillos sin sentido por encima de los pantalones.
¿Y por qué Superman gusta a todos sin excepciones? ¿Quizás
es porque pega una paliza al malo de la película cuando este amenazaba a su
madre? A todos se nos eriza el vello al contemplar ese alarde de justicia,
fuerza y furia desbocadas contra alguien (Zod) que bien la merece. Y se nos
eriza el vello aunque ya no queden muchos “Zods “campando en el siglo XXI (“el
siglo de la empatía”). Y de la emoción, en la escena, apenas reparamos en que
en la paliza, Superman se carga la cosecha anual de todos los agricultores de
Smalville, una gasolinera y los tres pueblos más cercanos. ¿Quizás nos guste
porque ser un héroe y salvar al planeta (y a una cotizada rubia de ojos azules
de camino) da sensación de poder, de acción y de nobleza?
Cada vez que veía en los periódicos o en las revistas a los
políticos de siempre utilizando el calentamiento global o la destrucción del
medio ambiente como plataforma para sus campañas electorales, pensaba para sí:
« ¿Cómo podemos ser tan arrogantes? El planeta fue, es y será siempre más
fuerte que nosotros. No podemos destruirlo; si traspasamos una determinada
frontera, nos eliminará por completo de su superficie, y seguirá existiendo.
¿Por qué no hablan de "no dejar que el planeta nos destruya"?»
Porque «salvar el planeta» da sensación de poder, de acción,
de nobleza. Mientras que «no dejar que el planeta nos destruya» puede
conducirnos a la desesperación, a la impotencia, a la verdadera dimensión de
nuestras pobres y limitadas capacidades.
Paulo Coelho. El vencedor está solo
Y esto ocurre del mismo modo en que en la portada del libro
“Los ángeles que llevamos dentro” la mayoría de la gente, y a simple vista, solo ha visto las alas de ángel, y no ha reparado en la imagen subliminal interna de un cáliz o copa. Si se fijan, hay
detalles de en la forma de colocar las plumas de la parte interna y central de
las alas (hacia dentro en lugar de en posición uniforme) que sugieren que el
hecho de que la figura de fondo sea un cáliz (símbolo de sufrimiento y sangre
derramada -vaginal, incluso, según los estudiosos más atrevidos-por la
humanidad) no es una mera coincidencia. Más cuando el mismo científico habla del sufrimiento como una posibilidad
humana que forma parte de nuestra naturaleza, y que sin ella no poseeríamos
conciencia, ni empatía. Argumentos, que viniendo de razonamientos evolutivos,
psicológicos y biológicos son, cuanto menos, misteriosos y desconcertantes.
Nuestros familiares más cercanos ocupan un lugar especial en
nuestro corazón solo porque el lugar de todos los demás seres humanos, es por
definición, menos especial, y hemos visto muchas injusticias humanas tienen su
origen en eso hecho. Asimismo, la fricción social es un producto de nuestra
individualidad (peculiaridades, lo que nos diferencia, lo que nos aísla) y de
nuestra búsqueda de felicidad. […]
La conciencia es una manifestación de las computaciones
neuronales necesarias para averiguar cómo conseguir cosas escasas e
imprevisibles que necesitamos. […]
Tenemos hambre, saboreamos la comida y tenemos paladar para
un sinfín de gustos fascinantes porque durante la mayor parte de nuestra
historia evolutiva fue difícil conseguir alimentos. Normalmente no añoramos el
oxígeno, ni nos produce placer ni fascinación alguna, pese a que es esencial para
sobrevivir, porque nunca fue difícil obtenerlo. Simplemente respiramos. […]
Lo mismo ocurre con los sentimientos que tenemos hacia
nuestra pareja, familia y nuestros amigos: la riqueza e intensidad con la que
los albergamos en la mente son la prueba del valor y la fragilidad que esos
lazos tienen en la vida. En resumen, sin la posibilidad de sufrir, lo que
tendríamos no sería una dicha armoniosa, sino que, al contrario, careceríamos
por completo de lo que nos hace humanos; la empatía y la conciencia.
Steven Pinker. La negación moderna de la naturaleza humana.
Otros, menos valorados, que no saben de dónde viene la vaina
biológica y científica, repiten sin cesar ni cuestionar, las palabras de un
hombre del que pocas cosas se sabe a ciencia cierta (nunca mejor dicho) salvó
que existió y murió crucificado, pero que hoy no parecen andar nada mal
encaminadas, al menos, en la idea subyacente, de que si hoy vivimos en un mundo
mejor, es en buena parte, porque hemos aprendido y sufrido lo suficiente en la
humanidad.
Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi
Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna que será derramada por vosotros y
por todos los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en
conmemoración mía". (Mt 26:26)
No obstante, y lejos de debates científicos y teológicos que
rozan lo místico, parece claro que este “Superman” empieza a mostrar síntomas
de transformación, de evolución, de encontrar su yo verdadero. La “S” ya no
significa “Superman”. Este héroe tiene algo distinto que ha captado con igual,
o incluso mayor fuerza a los espectadores de medio mundo. Y este héroe, de una
forma u otra nunca nos abandonará. Quizás porque, como todo superhéroe, siempre
conservará su identidad secreta, quizás porque una gran mayoría no verán el
mensaje subliminal oculto tras una máscara de poder celestial, y otros porque
una vez lo vean, huirán de la responsabilidad que implica.
Solo algo como el sufrimiento, que por instinto de
supervivencia evitamos, puede significar aquello en lo que (sin voluntad ni
premeditación de sufrirlo o ejercerlo a otros)
nos sobreviene por causa o fuerza mayor. Solo algo como un suceso
aversivo del que si somos conscientes, y lo vemos, tenderemos a evitarlo como
animales, puede hacer héroes a los que sin ver, creen en su heroísmo, al no
poder evitarlo como humanos. Solo algo tan escurrido y huidizo como
impredecible, inevitable y, a su vez, necesario, puede ser la fuente de poder
de un héroe que nunca nos abandone. Un héroe que este en todos nuestros
“corazones”. Un héroe que, quizás, ha tenido que vestirse un poco más moderno
para que volvamos a tenerle en cuenta. Aunque solo sea pagando una entrada de
cine.
Pese a todas las coincidencias, la película no incurre en el
error de mostrar a un Superman divino. Al contrario; la metáfora religiosa está correcta y bien utilizada en su justa medida, pero el Superman que se nos muestra es joven, inexperto, comete errores y no hace las cosas del todo bien. No es místico, ni inaccesible, ni tiene un aura de divinidad. Además, al contrario que en Superman Returns o en las películas de Christopher Reeve, este
nuevo Hombre de Acero no se resigna a estar solo en el mundo para entregarse a
la humanidad. La simbología religiosa de la película es tan solo un guiño a una
historia que trata de uno de los temas más apasionantes sobre los que se ha
escrito: que alguien venido del más allá, de las estrellas y dotado de un gran
poder, se tome la molestia de dedicar su existencia a salvarnos a todos. Sea
realidad o ficción, ¿qué importa? Las creencias no tienen nada que ver en eso.
En una de las escenas finales, en mi opinión la más emotiva,
después de la encarnizada batalla contra Zod y el mal para salvar el mundo y
salir victorioso, Clark conversa con su madre adoptiva sobre cuanto echa de
menos a su padre adoptivo ya fallecido.
Marta: -le mira dulcemente
esbozando una media sonrisa y le dice: - “él lo vio desde el principio”
(flashback a la infancia de Clark, cuando, como cualquier niño jugando en el
jardín, Clark se puso una sabana roja a modo de capa y los brazos en
jarra, imitando a algún ideal, símbolo o superhéroe que le debió inspirar de algún cómic, serie o relato anterior. Mientras, su
padre le contemplaba sonriente y orgulloso)
Y es que esta escena pretende mostrar y dejar claro como
ninguna, que las profecías humanas, sociales, naturales y psicológicas -aunque
solo sean eso, y al margen de que puedan ser algo más- pueden llegar a
cumplirse a sí mismas.
“Si lo puedes imaginar, lo puedes lograr” Albert Einstein
[…] admito que la multiplicidad de datos en los que la
violencia serpentea hacia abajo es un enigma sobre el que merece la pena
reflexionar ¿a dónde nos lleva la impresión de que la historia humana encierra
una flecha? ¿Tenemos derecho a preguntarnos dónde está esa flecha y quién la
puso ahí?. Y si el alineamiento de muchas fuerzas históricas en una dirección
beneficiosa no supone un pintor de letreros divino, ¿podría esto reivindicar
cierta noción de realismo moral, es decir, que las verdades morales están ahí
para que las descubramos, igual que descubrimos las verdades de la ciencia y
las matemáticas?
En mi opinión, el dilema del pacifista al menos aclara este
misterio y pone de manifiesto cómo la dirección no aleatoria de la historia
está arraigada en un aspecto de la realidad que inspira nuestras concepciones
de la moralidad y la finalidad. La especie nació en el seno del dilema porque
nuestros intereses primordiales son característicos, porque nuestro vulnerable
cuerpo nos convierte en presa fácil para la explotación y porque los incentivos
para ser el explotador y no el explotado condenan a ambos bandos a un conflicto
agotador. El pacifismo unilateral es una estrategia condenada al fracaso, y la
paz compartida no está al alcance de todos. Estas desesperantes contingencias
son inherentes a la estructura matemática de las compensaciones, y en este
sentido están en la naturaleza de la realidad. No es de extrañar que los
griegos antiguos culparan de las guerras a sus caprichosos dioses, o que los
hebreos y los cristianos recurrieran a una deidad moralista capaz de manipular
las compensaciones en el otro mundo y, de este modo, cambiar la estructura
percibida de incentivos en éste.
La naturaleza humana, tal como la ha dejado la evolución, no
está preparada para el desafío de llevarnos a la felizmente pacífica casilla
superior izquierda de la matriz. Motivos como la codicia, el miedo, la
dominación y la lujuria siguen empujándonos hacia la agresividad. […]De todos
modos, la naturaleza humana también tiene rasgos para poder subir a la casilla
pacífica, como la solidaridad y el autocontrol.
S.Pinker. Los ángeles que llevamos dentro. El declive de la
violencia y sus implicaciones.
Otros relatos anteriores muy leídos:
Los Hobbits se arrodillan en la ciudadela de Minas Tirith ante Aragorn, y el rey les dice "vosotros amigos, no tenéis que arrodillaros" y se arrodilla todo Minas Tirith ante ellos… (El señor de los Anillos. El Retorno del rey)
Yo (Juan) me postré a sus pies para adorarle. Y él (Jesús) me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía. (Apocalipsis 19:10)
Reflexión:
Mi padre creía que si el mundo descubría quién era yo en realidad, la gente me rechazaría. Estaba convencido de que el mundo no estaba preparado, ¿qué piensas tú? – texto extraído del tráiler de EL HOMBRE DE ACERO.
“Sé que tu llanto servirá, tarde o temprano, para no esclavizar jamás
al ser humano”
Jesús García Muñoz
Fuentes:
Berardi, F.
(2003). La fábrica de la infelicidad.
Nuevas formas de trabajo y movimiento global. Madrid: Traficantes de
sueños.
Pinker, S. (2003). La
tabla rasa: la negación moderna de la naturaleza humana. Barcelona:
Paidós Ibérica.
Pinker, S.
(2012). Los ángeles que llevamos dentro.
Paidos Ibérica.
Sampedro, J.L. (2013). Réquiem por José Luis Sampedro,
padre de la economía humanista. Publicación online
en Ethic, la vanguardia de la sostenibilidad. http://ethic.es/2013/04/%C2%ABnuestra-cultura-lo-ha-convertido-todo-en
mercancia%C2%BB/
Sampedro, J.L. (2013). Frases para
el recuerdo. Publicación online en The Huffington Post. http://www.huffingtonpost.es/2013/04/09/jose-luis-sampedro-frases_n_3043051.html#slide=2315956
Subirats, M.
(2010). Coeducación o escuela segregada: un viejo y persistente debate. Revista
de la Asociación de Sociología de la Educación.
http://www.ritmosxxi.com/profecia-autocumplida-hombre-acero-ciencia-ficcion-9877.htm
http://www.ritmosxxi.com/profecia-autocumplida-hombre-acero-ciencia-ficcion-9877.htm