sábado, 14 de diciembre de 2013

La boda del Científico y el Artista

Miguel Delibes de Castro en este mismo mes de noviembre,  pronunció un discurso en el Museo de la Ciencia de Valladolid, durante el coloquio “Ciencia y literatura”. El autor se mostró plenamente convencido de que ciencia y literatura son “dos maneras valiosas y complementarias de acercarse a la realidad, de conocer el mundo”, e instó al empleo de las metáforas y otros recursos literarios para comunicar la ciencia.

Hijo de novelista de renombre y formado en ciencias biológicas, De Castro complementa sus trabajos de campo y sus estudios científicos con su faceta divulgadora iniciada en sus años de juventud con Félix Rodríguez de la Fuente, trabajando como redactor de la Enciclopedia Salvat de la Fauna y en otras obras importantes. Director de la Estación Biológica de Doñana, sus trabajos de campo y estudios científicos se han plasmado en multitud de obras (libros, artículos, etc.) de carácter científico, requisito indispensable para ser reconocido como científico relevante.

El Biólogo, sorprendió al auditorio comenzando el discurso, no con ciencia, sino con un relato. Sin aludir a alguna novedad científica que pudiese unir en sagrado matrimonio a la ciencia y a la literatura. Más bien al contrario, propuso una ilustración de sus problemas maritales.

“Celebramos un encuentro de poetas y científicos donde tuvimos ocasión de charlar sobre nuestras inquietudes y proyectos, aislados en la naturaleza, a ratos al calor de la lumbre en el viejo salón cinegético, y otros arropados por unas copas en el comedor. Asistieron, junto a otros literatos menores (si acaso cabe esa expresión), José Manuel Caballero Bonald y su encantadora esposa Pepa, junto a Almudena Grandes y Luis García Montero. Leían en voz alta sus poemas en las dunas, entre arenas y pinos y sin más público que una docena de naturalistas e incondicionales, y confieso que eso me perturbó.

[…] se armó la de San Quintín cuando Juanito Pérez Mercader, físico onubense tan inteligente y simpático como deslenguado, osó decir que los literatos lo tenían muy fácil, dado que podían escribir cualquier cosa, pues la única exigencia para su trabajo era resultar atractivo, no requería exactitud ni minuciosidad. Los poetas se lanzaron a su cuello y casi lo desgracian, invocando, con justicia, que pocas cosas hay tan medidas y ajustadas como un poema, tal vez por eso, dicho sea de paso, el alemán Weierstrass afirmó que “un matemático que no sea un poco poeta, nunca será un gran matemático”  (Miguel Delibes de Castro, 2013)


Seguidamente mostró su postura de que, si bien, tanto el Arte como la Ciencia abordan el misterio de nuestra existencia, lo hacen de forma muy distinta. Y afirmó que “la ciencia resuelve misterios, lo que no siempre agrada a los literatos”.

Parafraseando las reveladoras palabras de un escritor que fue científico como Ernesto Sábato; “La ciencia estricta […] es ajena a todo lo valioso para un ser humano: sus emociones, sus sentimientos de arte o de justicia…”, pero “su utilidad aumenta a medida que se vuelve más abstracta […]. Su poder se obtiene a costa de una progresiva evanescencia del mundo cotidiano”. Si para cualquier niño es un golpe duro aprender que no existen los Reyes, tal vez para cualquier adulto lo sea deshacer el misterio de nuestros orígenes.”

Sin duda investigamos lo que nos gustaría saber, y escribimos lo que nos gustaría leer. Y como dice De Castro, esto a menudo genera un sabor agridulce, pues los resultados no suelen ser como nos esperábamos. Y digo yo; ¿y si cogemos el camino contrario? ¿Y si investigamos lo que no nos gustaría saber y escribiésemos lo que no nos gustaría leer? ¿Encontraríamos, así, lo que nos gustaría saber y leeríamos lo que nos gustaría leer?

“La ciencia trata de deshacer los misterios de la naturaleza, intenta que dejen de serlo (aunque simultáneamente plantee otros nuevos, antes inimaginables). La literatura se recrea en esos misterios del estar y el ser, nos ayuda a vivir con ellos, nos propone hacernos uno con ellos. La caza, por fin, utiliza métodos más expeditivos. Existiendo la literatura y la ciencia, no les pediré que se hagan cazadores y acaben tristes, como delincuentes detenidos. Pero sí que me atrevo a pedirles que calienten su corazón leyendo, aprovechando esa chispa emocionante de la literatura, y que al mismo tiempo armen su cabeza con la racionalidad y la libertad que aportan la ciencia y el conocimiento.” (Miguel Delibes de Castro, 2013)

Todo lo hasta aquí expuesto nos habla de los lazos que pueden unir a Científicos y Artistas en sagrado¿ElDivorcio del científico y el Artista?, se desvelarán atisbos de posibles problemas conyugales. Porque una relación conyugal, suena mal, suena a yugo. Poco a poco, avanzaremos hacia progresiva redefinición de la relación entre artistas, científicos, y quizás, mucho más que eso.
matrimonio. En el siguiente artículo

El pensamiento amoroso al que llamamos “romántico” produce insatisfacción porque lo promete todo: el todo que somos tú y yo, la pareja como centro organiza el todo de la vida afectiva, y ese amor, tú, como todo lo que me puede ocurrir. Ante esa promesa de un todo siempre insatisfecho, siempre frustrante, protestamos. Nos levantamos. Nos desarmamos y nos desnudamos para encontrar otros imaginarios que el del bodorrio de la cola blanca, la declaración de rodillas, las princesas Disney, los celos posesivos y la sonrisa estúpida por toda la eternidad. Yo también protesto. Yo también me arranco la cola del vestido para aprender, de nuevo, a amar.


Rechacemos todos los todos, sus frustraciones y sus peligros, pero no perdamos en ello la experiencia de lo incalculable que hay en el amor.(Marina Garcés, La cruzada antiromántica, 2013)



Jesús García Muñoz

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