sábado, 14 de diciembre de 2013

La guerra de los mundos

En el anterior artículo El divorcio del Artista y el Científico; se exploraban las causas de sus problemas maritales. En este, sobrevolaremos posibles alternativas para una solución conyugal. O más que conyugal, libertaria, porque conyugal, suena muy mal, suena a yugo. Tantearemos como resolver los conflictos entre artistas, científicos y mucho más que eso.

Si bien las habilidades del hemisferio izquierdo nos han dado buenos resultados a lo largo de la era industrial, para la era del conocimiento que está emergiendo ya no van a ser suficientes. Ha llegado la hora de potenciar nuestro hemisferio derecho y promover un sano equilibrio entre ambos. Para lograrlo, el reto es descubrir un medio profesional para canalizar todo el potencial innato que reside en nuestro interior. De pronto encontramos la manera de conjugar una serie de elementos que antaño parecían contradictorios e incompatibles. El quid de la cuestión es si somos lo suficientemente valientes como para escuchar lo que sentimos en nuestro corazón. (B.Vilaseca, 2013)

En relación con la metáfora de Frabetti que comentaba el anterior artículo El divorcio del Artista y el Científico, sobre que nuestra desconexión cultural entre las ciencias y las letras es como un cerebro cuyos dos hemisferios tienen el puente que les conecta atrofiado, sobre esa metáfora conviene señalar que aunque el hemisferio (mayoritariamente) creativo es el derecho, y el hemisferio (mayoritariamente) analítico es el izquierdo, nuestros actos motores de nuestra zona izquierda del cuerpo son controlados por el hemisferio opuesto, el derecho (el creativo); y nuestros movimientos de nuestra zonas derechas del cuerpo son controlados por el hemisferio izquierdo (el analítico). Es por ello, que existe la creencia de que los zurdos son más creativos que los diestros.

Pero no es exactamente así, lo de que hay un hemisferio concreto para una determinada forma de procesar cognitiva (creativa o analítica) concreta es una leyenda, como lo es cualquier regla universal en cuanto a la forma de comportarse. No siendo así con el control puramente motor. De manera que aunque puedan ser más creativos o menos, los zurdos siempre emplearán más el software cerebral motor del hemisferio derecho (el opuesto). Los zurdos y también cualquier persona que, en menor medida, haga cualquier movimiento con la parte izquierda del cuerpo.

Todas las funciones cerebrales están solapadas. No obstante, la investigación informa de que una mayor lateralidad (predominancia de procesamiento en uno de los dos hemisferios, normalmente el izquierdo) inhibe los sentimientos, las emociones, la capacidad de innovación, de comprensión de significados ocultos, la creatividad y la intuición propia del hemisferio derecho. También se han encontrado interesantes resultados en relación con el género. Al parecer el género masculino (independiente del sexo masculino) presenta una mayor lateralización que el femenino (independiente del sexo femenino), de manera que las mujeres suelen ser, en probabilidad, más bilaterales, lo que les otorga una mayor flexibilidad cognitiva en el lenguaje, y lógicamente, una menor inhibición de las emociones. Lo que no quiere decir que estas mismas emociones no existan en los hombres, sino que estos las inhiben, porque usan menos ese hemisferio cerebral. Por ejemplo, estudios han corroborado que los músicos, independientemente de su sexo, hacen mayor uso de ambos hemisferios.


A continuación se muestra una tabla de las funciones predominantes, que no absolutas, en cada hemisferio.


Lateralización del lenguaje
Hemisferio izquierdo
Hemisferio derecho
Lenguaje verbal
Lenguaje no verbal
Capacidad de expresión
Aspectos afectivo prosódicos ( ej,  insulto o halago)
Procesamiento fonológico y sintáctico
Capacidad léxico semánticas (ej. comprensión de conceptos abstractos como “Libertad”, o metáforas)
Estructura del discurso
Comprensión del contexto, y pensamiento en red (carácter holístico)

La caída de la última dictadura

“Lo esencial es invisible a los ojos; tan solo puede verse con el corazón” (Antoine de Saint-Exupéry)

El hemisferio izquierdo, se encarga del control motor de la parte derecha de nuestro cuerpo. Por ejemplo, levantar el brazo derecho. Es el principal encargado de la  habilidad lingüística, de la capacidad de análisis, de la resolución de problemas matemáticos, así como de la memoria y el pensamiento lógico y racional. Es el más intelectual, formal y convencional de los dos; se le da muy bien absorber y almacenar información teórica y numérica, como nombres, definiciones o fechas. Por el contrario, tiende a controlar e inhibir sus sentimientos. Es muy obediente y disciplinado, y se rige por medio de normas, reglas, protocolos, leyes y procedimientos estandarizados. Es el responsable de la organización, el orden, la estructura y la planificación. Y utiliza el miedo para protegernos y mantenernos a salvo de potenciales amenazas y peligros.


El hemisferio derecho, por otro lado, se encarga del control motor de la parte izquierda de nuestro cuerpo, por ejemplo, levantar el brazo izquierdo. Es el responsable de la habilidad de interpretar señales, signos y metáforas, así como la capacidad de soñar y de comprender el significado “oculto” de las cosas. Es el que procesa la musicalidad, la capacidad para componer, para tocar un instrumento o bien para disfrutar de ello. Este hemisferio nos conecta con la dimensión emocional y espiritual de nuestra condición humana; nos permite sentir la parte cualitativa, intangible e inmaterial de las cosas. No tiene sentido del tiempo y está totalmente centrado y arraigado en el momento presente. Es el más artístico, original y rebelde de los dos; le gusta salirse de la norma e ir más allá de lo socialmente establecido.

Es experto en relacionarse con los demás. Destaca por su empatía, su compasión y su destreza para detectar los aspectos no verbales de la comunicación. Se le dan muy bien la percepción espacial, el movimiento y la orientación. Tiene una visión holística de la realidad, concibiéndola como una unidad donde todo está integrado e interconectado. Entre otras funciones, el hemisferio derecho nos permite desarrollar la intuición, la imaginación, la innovación y el pensamiento creativo; tiene facilidad para visualizar ideas e inventar cosas que no existían y que aparentemente no eran posibles. Y en definitiva, nos nutre de confianza para atrevernos a seguir nuestra propia voz interior (lo innato) y, en consecuencia, recorrer nuestro propio camino.

Los neurólogos han descubierto que ambos hemisferios actúan a la vez. Los dos presentan cierta actividad neuronal (en mayor o menor medida), independientemente del tipo de tareas que llevemos a cabo. Ninguno de los dos es más importante que el otro; más bien son complementarios. Hoy por hoy, la mayoría de nosotros estamos tiranizados por el hemisferio izquierdo, y es esta descompensación con nuestro hemisferio derecho lo que impide que muchos conozcamos la forma de cultivar la intuición y la creatividad necesarias para reinventarnos personal y profesionalmente, y conocernos a nosotros mismos.


Hemisferios sur y norte en el planeta, derecho e izquierdo en el cerebro, creativo y analítico en su forma de procesar, brazo izquierdo y brazo derecho en su forma de actuar. Todo es lo mismo.


El camino, la verdad y la vida

El izquierdo busca certezas; el derecho, nos conecta con la dimensión más inmaterial y espiritual. (B.Vilaseca, La hora del hemisferio herecho, El País 2013)

Frabetti afirma que el puente que une los dos hemisferios culturales y cerebrales está atrofiado. Quizás sea hora de actuar para reconstruir ese puente. Quizás sea hora de pensar más con el cerebro derecho y actuar con la mano izquierda, y no al revés. Porque en el mundo tangible la mano derecha ha buscado la certeza sin encontrarla.

Porque si la psicología hace mucho, mucho tiempo se definió como un ámbito que escudriñaba el alma humana. Y hoy sin embargo, se define como una ciencia que estudia el cerebro (y sus productos en el comportamiento). Si se puede equiparar el concepto abstracto de “alma” al de un hecho tangible como es el “cerebro”. Si es que se puede hacer eso, al menos admitamos que la única certeza de quienes actúan con mano derecha, es que el sustrato tangible que lo controla nunca ha sido el lado derecho de su alma, de su cerebro. Porque la única certeza del alma vacía, izquierda y que actúa con derecha, será alcanzar (dominar, conquistar, poseer sin conseguirlo), al alma llena, derecha e inmensa y que actúa con o como izquierda. Porque el alma certera siempre ha estado situada a la derecha, y por ello no busca la certeza. Porque ella en sí misma es la única certeza, el único camino y la única verdad.

¿Qué está pasando? El hecho de que la izquierda y la derecha actuales abracen la psicología evolutiva, después de décadas ofendiéndola, demuestra dos cosas. Una es que los hechos biológicos están empezando a cerrar el paso a filosofías políticas convincentes.

La creencia de la izquierda de que la naturaleza humana se puede cambiar a voluntad y la creencia de la derecha de que la moral se basa en que Dios nos dota de un alma inmaterial se están convirtiendo en empeños insostenibles ante el gigante de la ciencia.

[...] Una izquierda darwiniana es el intento más sistemático de planificar el nuevo alineamiento. Dice Singer: «Es hora de que la izquierda se tome en serio el hecho de que provenimos de los animales, y de que llevamos las pruebas de nuestra herencia, no sólo en nuestra anatomía y nuestro ADN, sino también en nuestra conducta». Para Singer esto significa reconocer los límites de la naturaleza humana, que hace de la perfectibilidad de la humanidad una meta imposible. Y significa reconocer los componentes específicos de la naturaleza humana. Entre ellos, el interés propio, que implica que los sistemas económicos competitivos funcionarán mejor que los monopolios estatales; el instinto de la dominación, por el que los gobiernos poderosos son vulnerables a los autócratas desmesurados; el etnocentrismo, que pone a los movimientos nacionalistas en peligro de cometer discriminación y genocidio. (S. Pinker, 2003)

Pero como el otro día pude leer en un silencioso, invisible y desapercibido grafiti en una calle de un barrio bajo “La historia que se escribe es la historia del pueblo”. Porque es ahí dónde está “la otra revolución”. Y el final del camino está cerca.

Rechacemos todos los todos, sus frustraciones y sus peligros, pero no perdamos en ello la experiencia de lo incalculable que hay en el amor. [..] En el amor no hay expertos ni gestores que valgan, aunque los periódicos se llenen de nuevos sacerdotes cargados de cifras, estadísticas e índices hormonales que nos digan cómo y hasta cuándo podemos amar. Cada desamor apaga el mundo. Cada nuevo amor nos pone a cero. Cada enamoramiento es un nuevo desacato que, pase lo que pase, nos compromete para siempre. Por eso, como escribía Blanchot, la comunidad de los amantes (sea a dos o a muchos, añado yo) destruye la sociedad. Destruye los parámetros que nos hacen funcionar en sociedad. Antes, o en otros lugares,  estos parámetros eran la autoridad del padre, las fronteras del linaje, la condición de género o los intereses patrimoniales. Hoy, estos parámetros son, cada vez más, los intereses particulares y los proyectos personales de ese emprendedor calculador en que nos estamos convirtiendo cada uno de nosotros.


La crítica al cliché del amor romántico, tal como se está generalizando actualmente, corre el peligro de venirle muy bien a ese emprendedor que gestiona proyectos y afectos, y lo pone todo en el mismo plano de lo calculable. En el capitalismo íntimo y emocional que ya nos corre por la venas y nos hace latir el corazón, todo tiene que ser intercambiable, reciclable, reversible. Pero si hay algo que no es sustituible es un amor. Ni el más efímero. Ni el más imaginario. Cada amor es un valor absoluto y eso el capitalismo no lo puede gestionar. Me importa muy poco si a ese amor le tenemos que llamar romántico o no. La gran literatura amorosa, previa y posterior al romanticismo, ha sabido transmitir a lo largo de los siglos ese valor incalculable, no gestionable, de la experiencia amorosa: por eso siempre ha puesto o la imposibilidad o la muerte entre los verdaderos amantes. Ésa es la pista: contra todos los posibles, amar es un combate a muerte con la sociedad. O ella, o nosotros. (Marina Garcés, La cruzada antiromántica, 2013)


Jesús García Muñoz

¿Eres de los rojos o de los azules?¿ Izquierda o  Derecha?¿Cual eliges?









¿Piensas que son los actos sencillos de entrega o amor los que pueden contener el mal o piensas que solo un gran poder puede lograrlo?





¿Miedo al desempleo?   ¿Miedo a la liberación?







Fuentes:


¿El Divorcio del Artista y el Científico?

Según el escritor y matemático Carlo Frabetti, existe un “divorcio” entre  “ciencias” y “letras”. El cual, perjudica a ambos hemisferios culturales. Y, haciendo una metáfora con los dos hemisferios cerebrales, el creativo (derecho) y el analítico (izquierdo), afirma que nuestra inconexa cultura es como un cerebro con el cuerpo calloso (el puente de nervios cerebrales que unen el cableado de ambos hemisferios) muy atrofiado. ¿Lo arreglamos?

La única gran noticia que no depende (solo) de la ciencia es la voluntad de hacer que esos cambios beneficien a toda la humanidad. (Carlo Frabetti, 2013)


Frabetti remarca que el futuro de la ceremonia entre Científicos y Artistas, que se anunciaba muy prospero hace unos días por Miguel Delibes De Castro en mi artículo La Boda del Artista y el Científico, no parece que vaya a acabar en un “fueron felices y comieron perdices”. Frabetti sugiere que la imagen de los dos hemisferios no es tan simétrica como puede resultar a  priori.

Una ciencia rarita, ¿un posible puente?

Por un lado, comenta como el desinterés de la gente de letras por la ciencia suele ser mucho mayor que el de la gente de ciencias por la literatura. No obstante, aunque Frabetti confiesa no conocer a ningún científico que muestra el mismo desdén por la literatura, que escritores por la ciencia, y que además no tengan la menor idea de física o matemáticas, yo no puedo decir lo mismo. No me refiero a que los artistas muestren desdén por la ciencia, eso sí que lo tengo más que comprobado que ocurre, incluyéndome a mí mismo en mi faceta de redactor de tres al cuarto. No obstante conozco, en mi faceta de estudiante de psicología, ciertos científicos de alta alcurnia, que si bien leen literatura, jamás se plantean la posibilidad de que el Arte sea un medio más apropiado para conocer, comprender e interceder en la realidad.

Están plenamente convencidos de que solo es un mero entretenimiento. Muy bueno si, pero solo eso. No sé si mi contradictoria postura tendrá que ver con qué estudio una ciencia especial y, entre otras muchas razones, hace tiempo salió a relucir un artículo de un estudio en el que se explicitaba que la psicología era la ciencia que más veces escribía la palabra “psicológico” en sus explicaciones. Es decir, los físicos, no necesitan decir, cada dos por tres, “esto es un hecho físico”, sin embargo los psicólogos, atenazados por la mitificación y desconocimiento de su profesión (todo hay que decirlo) se muestran inseguros a la hora de llevar a  cabo sus veredictos que de verdaderamente  empíricos, en mi opinión, suelen tener el método, y poco más.

En pocas palabras, los psicólogos si bien, pueden resolver muchos problemas (aunque la gente no lo crea) de forma científica e individual, cuando se trata de generar fenómenos y reglas para hablar de hechos colectivos y globales la cosa cambia. Se convierten en algo así como un ser que anda a medio camino entre el poderoso científico de la conducta dentro de su segura consulta y el chamán de la aldea. Y en ese camino, el complejo de artista y pseudocientífico pesa demasiado.

Porque el psicólogo medio es un emocional reprimido. El 70% de la muestra de otro estudio, sacó a relucir que sus estudiantes eran neuróticos.

Un psicólogo es alguien tan perdido como tú en la vida. Sólo que tiene una linterna y un mapa, además de valentía para acompañarte. Un psicólogo tiene que soportar que la gente hable de Psicología, sin tener la menor idea al respecto. Es de las profesiones más mitificadas del mundo, casi nadie ha leído el “Código de Ética del Psicólogo” pero casi todo el mundo habla de lo que debería ser o no hacer un psicólogo.

[…] Un psicólogo es una persona normal, fuma, bebe, baila, ama, tiene sexo, igual que todos. Como en todas las profesiones, hay apáticos, drogadictos, arrogantes, corruptos, faltos de ética, entre otras actitudes nefastas, pero también hay psicólogos excepcionales, inquietos por naturaleza, con personalidades exquisitas. Tal cual, como ser humano, nada le es ajeno y en lo humano, la perfección no existe.

[…]Un psicólogo generalmente dice lo que no deseas escuchar. Esa es una labor titánica y siempre mal retribuida emocionalmente. Dentro de esta sociedad el psicólogo es siempre un último recurso, antes se consulta: el chamán, el sacerdote, el médico, el pastor, el brujo… Cuando en realidad debería ser el primero. Un psicólogo no sabe la verdad de la vida, no tiene fórmulas exactas no es químico, tampoco es adivino, menos telépata. El psicólogo es científico. Aunque no siempre tiene razón, pero siempre busca la verdad y la razón. Es un explorador, un investigador por convicción.

[…] La diferencia entre una persona que estudia Psicología y la que no, radica en su relación con su sombra, un psicólogo juega con su sombra. Un psicólogo es su propio instrumento de trabajo. Un psicólogo nunca lo sabrá todo, pero puedes jurar que nunca dejara de buscar saberlo todo. (D. Fernández, ¿Qué es ser un psicólogo?, 2013)

La pareja desequilibrada

Volviendo al tema central respecto al divorcio entre artistas y científicos, hay que señalar que es un hechola ciencia avanza cada vez más rápido, mientras muchos (incluso “culturetas”) dicen que la literatura convencional está cada vez más paralizada, hasta el punto de que hace ya varias décadas que se viene hablando de la muerte de la novela o el agotamiento de la poesía.
que

Frabetti opina, que la causa última del desequilibrio hay que buscarla en el tipo de relaciones de producción e intercambio que rigen nuestra sociedad.


En una sociedad basada en la explotación, la competencia exacerbada y el despilfarro, la educación y la industria cultural no tienden a formar a personas sabias y reflexivas, sino a convertirnos en productores rentables y dóciles consumidores de baratijas (incluidas las baratijas culturales, pues en un mundo-mercado la cultura es una mercancía más). La excesiva especialización en el trabajo conlleva una especialización paralela en el conocimiento, y de ahí la fragmentación cultural típica de nuestra sociedad, una fragmentación cuya expresión más evidente es la profunda brecha que se abre entre ciencias y letras. Por tanto, los divulgadores científicos y, en general, quienes luchamos contra la esquizofrenia cultural, hemos de tener claro que nuestra batalla es, en última instancia, una batalla política, que se inscribe en la lucha por la transformación radical de una sociedad desquiciada e injusta. (C.Frabetti, 2013)


La otra salida

Como dijo Hölderlin, la actividad mental del ser humano se debate, entre la reflexión y el mito. A escala evolutiva, hasta hace muy poco, el mito ha prevalecido sobre la reflexión, le ha puesto límites, incluso la ha perseguido; pero los filósofos de la antigua Grecia iniciaron un proceso imparable, que se consolidó en el siglo XVII con la eclosión de la ciencia como hoy la entendemos.

Una parte importante de la humanidad apuesta hoy por la razón, por la racionalidad, y la racionalidad es enemiga de los dogmas, los infundios y las supercherías. Y también de los abusos. Porque la racionalidad desmonta cualquier pretensión de superioridad de unos países sobre otros, de unas etnias sobre otras, de un género sobre otro. La racionalidad no admite justificaciones como “las guerras son inevitables” o “siempre habrá ricos y pobres”. (C. Fabretti, 2013)

Como Marx y Engels cuando intentaron sin éxito articular su propuesta de transformación del mundo alrededor del concepto de “socialismo científico”, de forma radical a la par que poética y artística. La ciencia parece ser la única salida, como dice Fabretti, la única noticia: “porque, como máxima expresión y máxima defensora de la racionalidad, propicia las demás noticias verdaderas, los verdaderos cambios.” Para este matemático, la única salida es la ciencia. Y la otra salida la sanguinolenta y absurda revolución.

La única gran noticia que no depende (solo) de la ciencia es la voluntad de hacer que esos cambios beneficien a toda la humanidad y no exclusivamente a unos pocos, así como la lucha en la que esa voluntad se concreta. La otra noticia es la revolución. (C. Fabretti, 2013)


La otra revolución

En contraste con las palabras de C. Fabretti de que la racionalidad no admite justificaciones del tipo “siempre habrá ricos y pobres” encontramos fragmentos de tesis científicas que ya he citado en artículos previos, no por afán, sino precisamente, porque su núcleo, aunque racional es muy inusual, quizás porque proviene de ese perro verde, la psicología:

Los democidios se suelen preparar de antemano en el clímax de un relato escatológico, un espasmo final de violencia que será el preludio de una felicidad milenaria. Diversos historiadores del genocidio han advertido a menudo los paralelismos entre las ideologías utópicas de los siglos XIX y XX y las visiones apocalípticas de las religiones tradicionales. En un libro conjunto con el psicólogo social Clark McCauley, Daniel Chiriot observa lo siguiente:

La escatología marxista imitaba realmente la doctrina cristiana. Al principio había un mundo perfecto sin propiedad privada, clases sociales, explotación ni alineación: el Jardín del Edén. Luego llegó el pecado, el descubrimiento de la propiedad privada y la creación de los explotadores. La humanidad fue expulsada  del Edén para sufrir  la desigualdad y la necesidad. A continuación los seres humanos experimentaron con una serie de modos de producción, el esclavista, el feudal y el capitalista, siempre en pos de la solución sin encontrarla. Por último, llegó un verdadero profeta con un mensaje de salvación, Karl Marx, que predicaba la verdad de la Ciencia. Prometió la redención, pero no le hicieron caso a excepción de sus discípulos más íntimos que difundieron la buena nueva. Al final, de todos modos, el proletariado, portador de la fe verdadera, será convertido por los elegidos religiosos, los líderes del partido, y se unirá para crear un mundo más perfecto. Una revolución final y terrible acabará con el capitalismo, la alineación, la explotación y la desigualdad. Después de eso, la historia terminará porque en la Tierra reinará la perfección y los verdaderos creyentes se habrán salvado.

[…] En mi opinión, el dilema del pacifista al menos aclara este misterio y pone de manifiesto cómo la dirección no aleatoria de la historia está arraigada en un aspecto de la realidad que inspira nuestras concepciones de la moralidad y la finalidad. La especie nació en el seno del dilema porque nuestros intereses primordiales son característicos, porque nuestro vulnerable cuerpo nos convierte en presa fácil para la explotación y porque los incentivos para ser el explotador y no el explotado condenan a ambos bandos a un conflicto agotador. El pacifismo unilateral es una estrategia condenada al fracaso, y la paz compartida no está al alcance de todos. Estas desesperantes contingencias son inherentes a la estructura matemática de las compensaciones, y en este sentido están en la naturaleza de la realidad. No es de extrañar que los griegos antiguos culparan de las guerras a sus caprichosos dioses, o que los hebreos y los cristianos recurrieran a una deidad moralista capaz de manipular las compensaciones en el otro mundo y, de este modo, cambiar la estructura percibida de incentivos en éste.

La naturaleza humana, tal como la ha dejado la evolución, no está preparada para el desafío de llevarnos a la felizmente pacífica casilla superior izquierda de la matriz. Motivos como la codicia, el miedo, la dominación y la lujuria siguen empujándonos hacia la agresividad. […]. De todos modos, la naturaleza humana también tiene rasgos para poder subir a la casilla pacífica, como la solidaridad y el autocontrol. (S.Pinker. Los ángeles que llevamos dentro. El declive de la violencia y sus implicaciones)


Todo lo hasta aquí expuesto nos habla de las razones de dicho desequilibrio, entre ambos hemisferios, entre ambos mundos. En el siguiente artículo La guerra de losmundos, se desvelarán posibles soluciones para restablecer el equilibrio. Quizás se trate de “la otra revolución”. He aquí un adelanto:

El pensamiento amoroso al que llamamos “romántico” produce insatisfacción porque lo promete todo: el todo que somos tú y yo, la pareja como centro organiza el todo de la vida afectiva, y ese amor, tú, como todo lo que me puede ocurrir. Ante esa promesa de un todo siempre insatisfecho, siempre frustrante, protestamos. Nos levantamos. Nos desarmamos y nos desnudamos para encontrar otros imaginarios que el del bodorrio de la cola blanca, la declaración de rodillas, las princesas Disney, los celos posesivos y la sonrisa estúpida por toda la eternidad. Yo también protesto. Yo también me arranco la cola del vestido para aprender, de nuevo, a amar.

Rechacemos todos los todos, sus frustraciones y sus peligros, pero no perdamos en ello la experiencia de lo incalculable que hay en el amor. [..] En el amor no hay expertos ni gestores que valgan, aunque los periódicos se llenen de nuevos sacerdotes cargados de cifras, estadísticas e índices hormonales que nos digan cómo y hasta cuándo podemos amar. Cada desamor apaga el mundo. Cada nuevo amor nos pone a cero. Cada enamoramiento es un nuevo desacato que, pase lo que pase, nos compromete para siempre. Por eso, como escribía Blanchot, la comunidad de los amantes (sea a dos o a muchos, añado yo) destruye la sociedad. Destruye los parámetros que nos hacen funcionar en sociedad. Antes, o en otros lugares,  estos parámetros eran la autoridad del padre, las fronteras del linaje, la condición de género o los intereses patrimoniales. Cada desamor apaga el mundo. Cada nuevo amor nos pone a cero. Cada enamoramiento es un nuevo desacato Hoy, estos parámetros son, cada vez más, los intereses particulares y los proyectos personales de ese emprendedor calculador en que nos estamos convirtiendo cada uno de nosotros. (Marina Garcés, La cruzada antiromántica, 2013)

Jesús García Muñoz

Fuente:





La boda del Científico y el Artista

Miguel Delibes de Castro en este mismo mes de noviembre,  pronunció un discurso en el Museo de la Ciencia de Valladolid, durante el coloquio “Ciencia y literatura”. El autor se mostró plenamente convencido de que ciencia y literatura son “dos maneras valiosas y complementarias de acercarse a la realidad, de conocer el mundo”, e instó al empleo de las metáforas y otros recursos literarios para comunicar la ciencia.

Hijo de novelista de renombre y formado en ciencias biológicas, De Castro complementa sus trabajos de campo y sus estudios científicos con su faceta divulgadora iniciada en sus años de juventud con Félix Rodríguez de la Fuente, trabajando como redactor de la Enciclopedia Salvat de la Fauna y en otras obras importantes. Director de la Estación Biológica de Doñana, sus trabajos de campo y estudios científicos se han plasmado en multitud de obras (libros, artículos, etc.) de carácter científico, requisito indispensable para ser reconocido como científico relevante.

El Biólogo, sorprendió al auditorio comenzando el discurso, no con ciencia, sino con un relato. Sin aludir a alguna novedad científica que pudiese unir en sagrado matrimonio a la ciencia y a la literatura. Más bien al contrario, propuso una ilustración de sus problemas maritales.

“Celebramos un encuentro de poetas y científicos donde tuvimos ocasión de charlar sobre nuestras inquietudes y proyectos, aislados en la naturaleza, a ratos al calor de la lumbre en el viejo salón cinegético, y otros arropados por unas copas en el comedor. Asistieron, junto a otros literatos menores (si acaso cabe esa expresión), José Manuel Caballero Bonald y su encantadora esposa Pepa, junto a Almudena Grandes y Luis García Montero. Leían en voz alta sus poemas en las dunas, entre arenas y pinos y sin más público que una docena de naturalistas e incondicionales, y confieso que eso me perturbó.

[…] se armó la de San Quintín cuando Juanito Pérez Mercader, físico onubense tan inteligente y simpático como deslenguado, osó decir que los literatos lo tenían muy fácil, dado que podían escribir cualquier cosa, pues la única exigencia para su trabajo era resultar atractivo, no requería exactitud ni minuciosidad. Los poetas se lanzaron a su cuello y casi lo desgracian, invocando, con justicia, que pocas cosas hay tan medidas y ajustadas como un poema, tal vez por eso, dicho sea de paso, el alemán Weierstrass afirmó que “un matemático que no sea un poco poeta, nunca será un gran matemático”  (Miguel Delibes de Castro, 2013)


Seguidamente mostró su postura de que, si bien, tanto el Arte como la Ciencia abordan el misterio de nuestra existencia, lo hacen de forma muy distinta. Y afirmó que “la ciencia resuelve misterios, lo que no siempre agrada a los literatos”.

Parafraseando las reveladoras palabras de un escritor que fue científico como Ernesto Sábato; “La ciencia estricta […] es ajena a todo lo valioso para un ser humano: sus emociones, sus sentimientos de arte o de justicia…”, pero “su utilidad aumenta a medida que se vuelve más abstracta […]. Su poder se obtiene a costa de una progresiva evanescencia del mundo cotidiano”. Si para cualquier niño es un golpe duro aprender que no existen los Reyes, tal vez para cualquier adulto lo sea deshacer el misterio de nuestros orígenes.”

Sin duda investigamos lo que nos gustaría saber, y escribimos lo que nos gustaría leer. Y como dice De Castro, esto a menudo genera un sabor agridulce, pues los resultados no suelen ser como nos esperábamos. Y digo yo; ¿y si cogemos el camino contrario? ¿Y si investigamos lo que no nos gustaría saber y escribiésemos lo que no nos gustaría leer? ¿Encontraríamos, así, lo que nos gustaría saber y leeríamos lo que nos gustaría leer?

“La ciencia trata de deshacer los misterios de la naturaleza, intenta que dejen de serlo (aunque simultáneamente plantee otros nuevos, antes inimaginables). La literatura se recrea en esos misterios del estar y el ser, nos ayuda a vivir con ellos, nos propone hacernos uno con ellos. La caza, por fin, utiliza métodos más expeditivos. Existiendo la literatura y la ciencia, no les pediré que se hagan cazadores y acaben tristes, como delincuentes detenidos. Pero sí que me atrevo a pedirles que calienten su corazón leyendo, aprovechando esa chispa emocionante de la literatura, y que al mismo tiempo armen su cabeza con la racionalidad y la libertad que aportan la ciencia y el conocimiento.” (Miguel Delibes de Castro, 2013)

Todo lo hasta aquí expuesto nos habla de los lazos que pueden unir a Científicos y Artistas en sagrado¿ElDivorcio del científico y el Artista?, se desvelarán atisbos de posibles problemas conyugales. Porque una relación conyugal, suena mal, suena a yugo. Poco a poco, avanzaremos hacia progresiva redefinición de la relación entre artistas, científicos, y quizás, mucho más que eso.
matrimonio. En el siguiente artículo

El pensamiento amoroso al que llamamos “romántico” produce insatisfacción porque lo promete todo: el todo que somos tú y yo, la pareja como centro organiza el todo de la vida afectiva, y ese amor, tú, como todo lo que me puede ocurrir. Ante esa promesa de un todo siempre insatisfecho, siempre frustrante, protestamos. Nos levantamos. Nos desarmamos y nos desnudamos para encontrar otros imaginarios que el del bodorrio de la cola blanca, la declaración de rodillas, las princesas Disney, los celos posesivos y la sonrisa estúpida por toda la eternidad. Yo también protesto. Yo también me arranco la cola del vestido para aprender, de nuevo, a amar.


Rechacemos todos los todos, sus frustraciones y sus peligros, pero no perdamos en ello la experiencia de lo incalculable que hay en el amor.(Marina Garcés, La cruzada antiromántica, 2013)



Jesús García Muñoz

Fuente:


Me gusta o no me gusta. El perspectivismo en la red.

La corriente psicológica defensora del perspectivismo vive su edad de oro, es el momento de la historia en el que más puntos de vista se están confrontando. Y esto es muy positivo si partimos desde la premisa de que cada uno ve la realidad desde su propia experiencia y necesita de la experiencia o perspectiva de los otros para complementarla. Por tanto, el momento en el que vivimos, es una oportunidad inigualable para comprender, entre todos, la realidad y la verdad de la vida como nunca antes hayamos podido hacerlo.

La guerra de las críticas

No obstante, tanto punto de vista junto incurre en un grave peligro. Si las redes sociales no estuvieran diseñadas a conciencia podrían ser un arma de doble filo. No es nada descabellado solidarizarse con ese amigo que aquel día comentó “Si en facebook existieran botones de “no me gusta” ya estaríamos viviendo la tercera guerra mundial”. Gracias a Dios los diseñadores de facebook se sirven de paradigmas psicológicos, quien lo diría, para garantizar una mínima seguridad en el sistema.

Uno de esos paradigmas, es el del condicionamiento operante, proveniente de la psicología conductista, establece, entre otras muchas cosas importantes para el ser humano, que toda conducta verbal (ej. decir lo que piensas), cognitiva (ej. un pensamiento) o motora (ej. escribir lo que piensas en facebook) aumenta la probabilidad de repetirse si esta es seguida de un estímulo reforzarte (ej. un “me gusta” en facebook).

Pero, ojo, el botón de “me gusta” no es lo que hace que aumente la probabilidad de volver a publicar en nuestro muro un comentario. De ser así, los técnicos informáticos serían los culpables del éxito de muchos movimientos sociales vertebrados gracias a redes sociales. El botón de “me gusta” como la página web, solo es solo una plataforma para que operen los auténticos mecanismos mentales y conductuales culpables de la movilización. En otras palabras, el botón de “me gusta” es solo un estímulo que hemos asociado al verdadero estímulo reforzarte en sí mismo que es la atención o el apoyo social de una idea o pensamiento. Al igual que el dinero, el botón de “me gusta” de facebook es un reforzador secundario generalizado, que aumenta la probabilidad de nuestra conducta por la asociación a las cosas verdaderamente reforzantes en sí mismas que obtenemos gracias a los primeros, léase atención o carisma social con seguidores en twitter, o agua, comida y alojamiento con dinero a lo largo de la humanidad. Pero no es el twitter, ni el dinero, lo que nos hace más felices, ni  lo que incrementa una conducta o idea difundiéndola por el mundo.

La rebelión de las maquinas

Del mismo modo en dicho paradigma se establece que si una conducta es seguida de un estimulo aversivo (ej. padre que pega a su hijo por portarse mal, o pongamos, siguiendo con el ejemplo, botón de “no me gusta”) no solo se reduce la probabilidad de que se dé esa última conducta (ej. rabieta / comentario o publicación social), sino que además puede provocar comportamientos que no nos interesan: (a) conductas agresivas o emocionales, (b) se enseña el uso del castigo (imitación de los hijos/amigos de la red social de turno) y no se enseñan conductas deseables, (c) da lugar a conductas de escape (evitación de estímulos aversivos, ej. neuroticismo en niños/victimas de ciberbulling en las redes sociales), (d) en muchas ocasiones no disminuye la conducta sino que la aumenta ya que “al castigar” estamos prestando atención social, el cual es un importante reforzador social innato (primario) en nuestra especie humana y esencialmente social, y finalmente, (e) si se usa de forma continuada se acaba por incrementar la intensidad del castigo por la habituación del receptor al mismo

Por todas estas, y por muchas más razones, entre los psicólogos educativos o educadores sociales se entiende el castigo psicológico como la última estrategia a utilizar para educar a un niño, a una sociedad, o prevenir la violencia en una red social.

Recordar que el castigo “psicológico” no es sinónimo de castigo físico (azote) o verbal (reprimenda), porque el castigo psicológico es todo aquel que hace disminuir una conducta y como  he comentado, el castigo físico (o el verbal), como por ejemplo dar un azote, muchas veces refuerza (ergo, aumenta) el comportamiento disruptivo por ofrecer nuestra atención a la persona que se comporta mal, por lo que el castigo físico (o el verbal) además de nada ético es normalmente inútil.

Pues bien, estas cosas tan obvias (pero que deben de tener algo de complejo y contra intuitivo,  ya que muchos siguen sin entenderlas y mucho menos haciéndolas) son las que se tienen en cuenta a la hora de diseñar la página web que vemos cada día al levantarnos. Sería muy distinta nuestra sensación al ver el tablón de novedades en facebook si la mayoría de las veces viésemos gente discutiendo, diciéndose o diciéndonos cosas horribles (castigo), pero no es así, y de ahí la adicción a las redes sociales (conducta reforzada), solemos ver muchas cosas, ideas. Y las que más se comparten y publican son las que realmente mas quieren ser compartidas y publicadas (por la mayoría). De esta manera, la verdad, los valores, las creencias, los complejos, las injusticias, los ideales, las decisiones las cosas que verdaderamente le importan a una sociedad se van imponiendo sin causar ningún daño y sin competir con otras, a las que menos le importan a una sociedad, así se está haciendo democracia de una forma más natural, madura, racional y sana que en un parlamento, y mucho más de lo que nos imaginamos cuando leemos ese pesado mensaje en nuestra pantalla del facebook preguntándonos ¿en qué estás pensando?


Sin embargo, ya sabemos lo rápido que avanza todo, así que habrá que estar ojo avizor, porque en la actualización 3.0, puede estar el espionaje de Obama sobre nuestras cabezas o la chispa de una guerra, primero ideológica, y más delante, mejor no pensarlo.

El mundo tiene demasiada moralidad. Si sumásemos todos los homicidios cometidos en pos de la justicia de autoayuda , las víctimas de guerras religiosas y revolucionarias, las personas ejecutadas por crímenes y faltas sin víctimas, y los objetivos de genocidios ideológicos, seguramente superarían en número a los muertos y heridos a causa de la depredación y la conquista amorales. El sentido moral humano puede excusar cualquier atrocidad en la mente de quienes la cometen, con lo cual tienen motivos para acciones de violencia que no les procuran ningún beneficio tangible. La tortura de herejes y conversos, la quema de brujas, el encarcelamiento de homosexuales, y los asesinos por honor de hijas y hermanas no castas son sólo algunos ejemplos. El incalculable sufrimiento que han infligido al mundo personas motivadas por una causa moral basta para solidarizarse con el cómico George Carlin cuando dijo: “Creo que la motivación está sobrevalorada. Si uno es un gilipollas gandul que está todo el día mirando concursos de la tele y tocándose los huevos ¡es alguien que no va a causar ningún jodido problema!” (S.Pinker, 2012)


Jesús García Muñoz
Fuentes:

http://www.ritmosxxi.com/blog.asp?idarticulo=10430



El pensamiento crítico en el siglo XXI

El pensamiento crítico es la capacidad para reflexionar antes de actuar, hablar o tomar una decisión, para, más adelante, darle la vuelta a la situación, poder llegar a  una conclusión y, entonces si actuar, hablar, defender los propios argumentos sin menospreciar los contrarios, pero sin dejarse influenciar por ellos, pudiendo llegar a persuadir de un aspecto distinto del pensamiento que estamos evaluando.

Para poder ejecutar el juicio crítico es necesario comprometerse con una postura personal, acorde con los propios valores.

El pensamiento crítico es racional, analiza y evalúa las alternativas y variables,  y permite resolver de la mejor manera los problemas; y si no los puede resolver, nos ayuda a aprender a vivir con ellos. Busca la salida más factible.

Hoy en día, con la globalización, internet, los foros, los chats… las discusiones grupales afloran. La realidad nos ofrece múltiples alternativas de acción, por lo que nuestra capacidad de pensamiento crítico puede verse influenciado por el juicio de los demás, por la publicidad, por la conveniencia, por la apariencia o por dinero. Pero si actuamos con serenidad, aceptando otras perspectivas con la suficiente apertura mental, cada desafío puede ser una oportunidad de crecimiento.

La presión grupal, mal consejera

El pensamiento crítico nos da la oportunidad de ser nosotros mismos y desplegar nuestra individualidad en
plena libertad sin dejarnos vencer por las opiniones adversas.

Pero ojo, todos tenemos prejuicios y creencias irracionales que nos pueden conducir a conflictos a pequeña escala o a desastres sociales, pero si tomamos conciencia de esos prejuicios podremos ejercer nuestro juicio crítico con mayor convencimiento y confianza.

Para poder confiar en nuestro pensamiento crítico tenemos que despojarnos de todos nuestros prejuicios y creencias irracionales y evaluar cada situación como si fuera nueva y única, evitando conductas automáticas y apresuradas, teniendo en cuenta los propios valores y contando con la información adecuada, la propia experiencia y la de los demás (Melena , 2012)

Todo lo que sucede a nuestro alrededor se puede evaluar de maneras distintas y cada uno tiene su propia perspectiva. El pensamiento crítico exige ampliar la perspectiva para encontrar nuevas soluciones para los nuevos problemas.

Según estudios de Psicología Social está comprobado que aunque la solución de un problema que impone la mayoría sea irracional, individualmente las personas pueden dejarse llevar por la presión del grupo y cambiar su forma pensar. Este fenómeno es utilizado como una herramienta de manipulación en distintas áreas de la sociedad, ya sea en los negocios, las ventas, la política o la publicidad. No obstante, la familia también es un grupo, es el grupo primario y puede influenciar aún más  con sus prejuicios y sus creencias a sus descendientes.

La rebelión frente a los valores de los padres se produce en la adolescencia, etapa del desarrollo en que se produce la búsqueda de la identidad y del sí mismo, pero no muchos lo logran, algunos tienen su crisis de identidad a los cuarenta; son los que abandonan a sus esposas e hijos y se enamoran de chicas veinte años menor; o aquellos que se comportan como adolescentes o se visten como ellos siendo ya maduros. (Melena, 2012)

Las crisis, oportunidades personales y globales,  para crecer

No cualquiera se da el lujo de tener una crisis de identidad y hacer valer su derecho a pensar por sí mismo y elegir una forma de ver el mundo coherente con sus propios valores.

Esto no quiere decir un llamamiento a  hacer o pensar todo lo contrario de lo que hace o piensa la familia, sino emplear la posibilidad de poner a prueba la perspectiva de sus mayores, analizando racionalmente ese punto de vista y elegir lo que considere mejor para el propio bienestar y desarrollo en su propia época.

Se trata de no quedarse en el negativismo de pensar que todo está mal, ya que gracias a las generaciones anteriores existimos, sino de aceptar los valores permanentes, que son los que no cambian y rever los relativos a las circunstancias presentes. No olvidar que para ejercer el juicio crítico es indispensable disponer de la información adecuada sobre el tema, ya que no se puede emitir una opinión de algo que uno no sabe; y de haber aprendido de las experiencias propias y ajenas. (Malena, 2013)

La corriente psicológica defensora del perspectivismo vive su edad de oro, es el momento de la historia en el que más puntos de vista se están confrontando. Y esto es muy positivo si partimos desde la premisa de que cada uno ve la realidad desde su propia experiencia y necesita de la experiencia o perspectiva de los otros para complementarla. Por tanto, el momento en el que vivimos, es una oportunidad inigualable para comprender, entre todos, la realidad y la verdad de la vida como nunca antes hayamos podido hacerlo.

Jesús García Muñoz

Fuentes: