lunes, 30 de septiembre de 2013

La creatividad en la cultura



Para la mayor parte de los hombres, saber hacer algo es una maravilla, es el único medio de realizar obras ¿perfectas? Sin embargo, creo que a poetas y artistas, les  nace muerto todo aquello que sabemos hacer.

Eduardo Chillada, Aromas. Pensamientos.

La creatividad es un aspecto urgente del ser humano. Una conducta atrayente y misteriosa. En la totalidad del espectro que abarca, desde el arte a la vida cotidiana, pasando por el mundo de la empresa y también las ciencias. Y como todo lo que es escaso y aún no podemos controlar y manipular por no alcanzar a  comprenderlo en su totalidad, se busca con ahínco la intervención en la creatividad. Pero esta parece resistírsele a los investigadores, es extremadamente escurridiza, es un ente mágico e incomprensible, inasequible. De las pocas capacidades mentales a las que aún no se le ha asignado zona y función cerebral, como mucho una compleja red de activación, un proceso de impulsos eléctricos que viajan de una zona a otra del cerebro, de una neurona a otra, con una hiperactividad, recorrido y imprevisibilidad mayor de lo que es normal  para cualquier otro proceso mental, como puede ser montar en bicicleta, aprenderse una coreografía, resolver una ecuación matemática, arreglar un enchufe, o aprenderse la constitución de memoria. Un hecho sorprendente, de esos que hoy escasean, cuyo análisis científico provoca en ocasiones buenas dosis de perplejidad. Un hecho mágico.

¿Qué es la creatividad?


Para los psicólogos es bastante evidente en la actualidad que la creatividad debe estudiarse de formamultidisciplinar, ya que el constructo es, sin lugar  a dudas, multidimensional.


Este representa la interacción o confluencia de múltiples factores en una persona. Para algunos únicamente están implicados los procesos cognitivos, otros creen que también los procesos socio-emocionales, los aspectos familiares evolutivos y actuales, las educación y preparación, las características del dominio (el contenido teórico, el tema que controla la persona en concreto), el campo (el contexto y grupo social, su círculo, su cultura) y las influencias históricas (sucesos y tendencias) y la motivación intrínseca; esto último es, hacer algo no por el resultado, sino porque el proceso de creación es placentero en sí mismo.

La creatividad no es igual a una unión ni suma de potencialidades diversas, sino más bien se asemeja a una integración de estas según ciertas condiciones o interrelaciones. Puede ocurrir, por ejemplo, que sea necesario un umbral mínimo de inteligencia, de manera que si no sobrepasa ese umbral, la creatividad es imposible aunque el sujeto posea las demás dimensiones en un grado excepcional. Así mismo, la debilidad en algunas dimensiones puede ser compensada por la excelencia en otra (como una altísima motivación). Señalar que la motivación, proviene, en buena parte de la interacción entre nuestro paquete genético y los  elementos psicodinámicos de la historia personal, evolución, desarrollo y sucesos vitales que han configurado nuestra personalidad. Es aquello que nos predispone a vivir en ciertos ambientes, aquello que si bien no determina nada por sí mismo, si que nos orienta hacia lo que algunos les gusta llamar “destino”.

Algunas de esas interrelaciones pueden tener un efecto multiplicador como son la alta inteligencia, la motivación y los conocimientos.


[…] recordaban a Baudelaire cuando decía que “el genio es simplemente la niñez redescubierta por un acto de voluntad”. Para Freud, el sujeto creativo es capaz de aceptar y elaborar las fantasías que surgen en él relacionadas con los ensueños y con el juego infantil. Las personas no creativas hacen frente a estas fantasías y tratan de eliminarlas. Si todos los procesos encuentran un camino de sintonía con los sentimientos conscientes del sujeto (los que pertenecen a su ego), el individuo está en condiciones de realizar productos de alto nivel de calidad. Las pruebas que Freud aporta son indudablemente débiles. La propuesta es insuficiente porque en la práctica no distingue entre creativos y no creativos. (Monreal C.A.2000)

Otra característica del individuo creativo es que no suele aceptar las normas impuestas, cree que se merece reglas especiales al resto de personas, en este sentido, tiene algo de narcisista e impersonal, es una persona en cierto modo independiente, no obstante, si trata de establecer nuevas normas y formular reglas nuevas. La investigación también ha esclarecido que personas con gustos intersexuales presentaban una mayor capacidad creativa , se cree que debido principalmente, entre otras razones, a su temprana necesidad de autodefinirse a partir de puntos de vista más mixtos y menos estereotipados que los que marcan la norma.

Existen multitud de elementos que se han definido como vertebradores de la creatividad, como son el pensamiento divergente (capacidad para realizar conexiones originales entre ideas que a priori distan demasiado entre sí para la gran mayoría de la gente), la impulsividad para tomar la decisión de lanzar una idea que con toda seguridad será incomprendida sino calumniada, la impersonalidad (o psicoticismo) para correr el riesgo de ser un incomprendido sin que eso te afecte demasiado, la extroversión para desarrollarla, la persuasión o habilidades verbales y comunicativas para contarla (y que te escuchen) y así con un sinfín de elementos.


Los Orígenes de la Creatividad

El Diccionario de La Real Academia Española es un espejo de los significados verbales que maneja de ordinario la sociedad. Si hojeamos el significado que tiene la palabra “creatividad”, su psicología implícita nos dice que es un término de fuerte trasfondo mitológico  y religioso. Las definiciones “primogenias” de creatividad, creación, creador, hacen alusión en primer lugar a Dios y la historia de la creación del mundo, una creación que siguiendo un sentido teológico se define porque surge de la nada.

Lo primero que más llama la atención es que la palabra creatividad no tiene un valor independiente, aparece solo en sentido figurado o metafórico, en referencia a una idea que para algunos puede considerase religiosa, y para otros, simplemente mítica (la herencia de las viejas tradiciones griegas y cristianas). Las palabras dicen, por tanto, que el individuo creador también está interpretado a imagen del Creador. Lo segundo, es descubrir la raíz de la idea de que el creador es una persona misteriosa que no se puede justificar ni explicar demasiado: tiene un fuerte poder, casi mágico, porque es capaz de inventarlo todo y crearlo sorprendentemente de la nada: lo cual ha sido muy pernicioso a la hora de discernir lo que realmente es la creatividad, su accesibilidad y la posibilidad de intervenir sobre ella. Respecto a esta huella religiosa, conviene recordar que, como nota Boorstin (1992), la idea de la creación de las cosas de la nada es típicamente occidental: no existe en el universo del ying y el yang (el hinduismo, el confucianismo, el taoísmo, el budismo): en este universo el hombre no presta atención al origen del mundo […] (Monreal C.A.2000)


¿Creamos creativos?

Dada la comentada urgencia de algunos por entender la creatividad y su fenómeno, con el fin de intervenir en él (como todos aquellos movidos por fines) se han diseñado multitud de métodos para desarrollar dicha capacidad. La persona no debe tener un excesivo estrés, la seguridad en el trabajo y la salud favorecen la creatividad, beneficios o subvenciones del gobierno, el respaldo político, el apoyo de fundaciones o fuentes privadas en general. Son ventajas el hecho de actuar de manera contraintuitiva, reorganizar los elementos de un problema, jugar con las ideas, la independencia, la sensibilidad, la apertura a la experiencia, el autocontrol, diseñar un sistema de recompensas, lograr un papel importante en el trabajo, un alto nivel de libertad en el manejo del tiempo y los recursos, permitir a las personas creativas hacer lo que aman y mantener la motivación intrínseca, esto último es:

[…]reducir el énfasis en las limitaciones externas, insistir de manera eficaz en que las evaluaciones tienen que tener fundamentalmente un valor informativo sobre el aprendizaje y no un efecto penalizador, ofrecer aquellas motivaciones y factores externos que apoyen la revisión personal del propio esfuerzo (la competencia consigo mismo, no con los otros) y no socaven los sentimientos de elección propia. Las motivaciones extrínsecas pueden ser más importantes en las etapas en que la novedad es menos urgente (etapas de preparación y recogida de información), mientras que las motivaciones intrínsecas son indispensables en las etapas de identificación de los problemas y generación de nuevas ideas. (Monreal C.A.2000)


Como vemos (y esto es solo un esbozo superficial), existe toda una ingeniería técnica para propiciar las contingencias en una persona y  en su mente, conducta y entorno que si no cumplen con las exigencias de la creatividad que pretendemos lograr, podemos conseguir, artificialmente, que las cumpla. Y desdeluego, es positivo, que una persona creativa pueda desarrollar todo su potencial. Pero ¿Quién no querría ser creativo si pudiese? Esta es la pregunta que nos debe preocupar. ¿Qué pasaría si esa capacidad que muchos definen como el último bastión de la magia en el mundo está en manos de todo aquel que desee poseerla? ¿Qué pasaría si no nos viene dada? ¿Que pasaría cuando, al igual que con los productos de belleza, las pastillas para la memoria en niños, o las técnicas de manipulación genética, ser creativo o guapo no depende de ser creativo o guapo sino de tener dinero para llegar a ser creativo o guapo, tomándose una pastilla, pagando a un psicólogo, o acudiendo a un experto en coaching? ¿Qué ocurriría? ¿Qué está ocurriendo en nuestra sociedad, en nuestra cultura?

[…] dos posibles maneras de equivocarse: ¿Qué error sería mayor, intentar mejorar la creatividad aunque el éxito sea imposible, o fallar en intentar mejorarla si realmente puede ser mejorada? (Nickerson, 1999)

Jesús García Muñoz