“Los atractivos fundados en generalizaciones y estadísticas requieren
una solidaridad precocinada, un
sentimiento moral ya activo; no obstante, una imagen de vida humana como la que
puede dar un gran artista sorprende incluso a los frívolos y egoístas en esa
atención a lo que está aparte de sí mismos, que podemos llamar la “materia prima” del sentimiento moral.
Cuando Scott nos lleva a la casa de Luckie Mucklebackit, o nos cuenta la
historia de “Los dos arrieros” […]; cuando Hornung pinta un conjunto de
deshollinadores…hacen más por unir las clases superiores con las inferiores,
por eliminar la vulgaridad de la exclusividad, que cientos de sermones y tesis filosóficas. El arte es lo más cercano
a la vida; es un medio para amplificar la experiencia y extender el contacto
con nuestros semejantes más allá del ámbito personal”
S.Pinker. Los ángeles que llevamos
dentro. El declive de la violencia y sus implicaciones.

¿Cómo eran nuestros
antepasados, y que cambió para convertirnos en una especie tan artística?
Si en algo están de acuerdo historiadores, biólogos y psicólogos es
que los acontecimientos exógenos que favorecieron la aparición de las facultades mentales en nuestro cerebro
que nos hacen capaces de hacer creaciones artísticas inmensamente más
elaboradas y profundas que las de cualquier otra especie (incluso más que
aquellos simios parientes más cercanos, chimpancés y bonobos) tuvieron lugar hace
millones de años, en la prehistoria y en
la mente de las hembras.


Estas facultades mentales (más diversas y solapadas funcional y
cerebralmente de lo que se piensa) se aglutinan hoy, en el concepto que todo el
mundo conoce de empatía. Sin embargo, esta difiere de la concepción popular que
se tiene de ella “una preocupación altruista por los demás” en que, como digo,
hay otras funciones que se solapan. Por ejemplo, el impulso de venganza humana que tantas cintas
cinematográficas o novelas a inspirado (ej. Gladiator,
Kill Bill, V de Vendetta, Venganza, el fuego de la venganza, etc.) tiene su base cerebral en el mismo punto que
la empatía. Y esto es, porque, no podríamos sentirnos estafados con alguien y
planear un ajusticiamiento si no fuéramos capaces de sentir lo que creemos que
nuestro afortunado y envidiado
adversario esta sintiendo, y ponerlo en contraste con nuestra triste situación
personal y emocional, y de ahí, articular toda una sed de venganza mental. Que,
gracias a dios, la mayoría de las veces no pasa de ahí.


Sin duda, cuando nacemos y hasta
los 9 años de edad, somos unos seres más indefensos e inútiles que la mayoría
de mamíferos. Pero fue eso, paradójicamente, lo que nos convirtió en una
especie “superior”.
De hecho, el
tejido cerebral más próximo a la empatía en el sentido de compasión no es ni un
trozo de
corteza ni un órgano subcortical del cerebro sino un sistema de tuberías hormonales. La oxitocina es una pequeña molécula producida por el hipotálamo, que actúa en los sistemas emocionales del cerebro […]. Su función evolutiva original era activar los componentes de la maternidad, por ejemplo da a luz, amamantar y alimentar a los pequeños. […]La reutilización de esta hormona en tantas formas de proximidad humana respalda la idea de Batson de que el cuidado maternal es el precursor evolutivo de otras formas de solidaridad humanas. (S.Pinker. Los ángeles que llevamos dentro. El declive de la violencia y sus implicaciones.)
corteza ni un órgano subcortical del cerebro sino un sistema de tuberías hormonales. La oxitocina es una pequeña molécula producida por el hipotálamo, que actúa en los sistemas emocionales del cerebro […]. Su función evolutiva original era activar los componentes de la maternidad, por ejemplo da a luz, amamantar y alimentar a los pequeños. […]La reutilización de esta hormona en tantas formas de proximidad humana respalda la idea de Batson de que el cuidado maternal es el precursor evolutivo de otras formas de solidaridad humanas. (S.Pinker. Los ángeles que llevamos dentro. El declive de la violencia y sus implicaciones.)
Lejos de razonamientos y
evidencias científicas, un artista y novelista como Paulo Coelho llega, quien lo diría, a la misma conclusión en una de
sus obras:
[…]Dependía
de los demás. Le había costado mucho aprender esa lección, pero por fin había
entendido que dependía de los demás. Conocía a gente que se enorgullecía de su
independencia emocional, aunque en realidad eran tan frágiles como ella,
lloraban a escondidas, nunca pedían ayuda. Creían en una regla no escrita, que
afirma que «el mundo es para los fuertes», que «sólo sobrevive el más apto». Si
así fuera, los seres humanos no existirían porque forman parte de una especie
que hay que proteger durante un largo período. Su padre le había contado una
vez que no alcanzamos cierta capacidad para sobrevivir hasta después de los
nueve años de edad, mientras que a una jirafa no le lleva más que cinco horas,
y una abeja ya es independiente antes de que pasen cinco minutos.
Paulo Coelho. El vencedor está solo.

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¿Cómo somos o seremos para
llegar a prescindir del arte?
Es poco probable, si no
imposible, que el ser humano llegue a prescindir totalmente del arte,
básicamente, porque a diferencia de las tantas muchas ocupaciones de un ser
humano (las cuentas de un contable, pujar en Wall street, horas en una oficina,
gestiones, clases de profesores sin vocación, etc.) el arte es algo intrínsecamente placentero. Y la prueba está en que, aunque el
sector musical está siendo gravemente afectado por la piratería, la gente no ha
dejado de tocar instrumentos o de cantar en la ducha. Es más, la gente no ha
perdido las ganas de expresar lo que siente, desinteresadamente , de forma artística. Sino que esas ganas,
gracias a las posibilidades que da internet, se han visto aumentadas. Sin duda
son tiempos difíciles para ganarse la vida siendo artista. Incluso puede que
algún día, en grandes números, el arte se convierta en un pasatiempo y no pueda
emplearse para ganar dinero o hacer negocio. Pero díganme una cosa, tal y cómo
están hoy en día los negocios ¿no es bonita y necesaria toda forma de vida que
prescinda de ellos?

Sin duda esa es una de las dos vías que nos pueden conducir al
agujero negro que sería un mundo sin arte,“los negocios”, actos interesados (cuyo placer es extrínseco, obtenido de beneficios ajenos a realizar la actividad en sí misma, cobrar una suma de dinero por ejemplo) lo que es rentable para la economía, el sistema. La otra vía es
que algún científico loco le diera por hurgar en nuestra genética, algo que desde la reciente clonación de células madre no
es mera ciencia-ficción

"Ahora decimos que es mejor tener un amigo.
Pero qué pasaría si pudiéramos tomar unas pastillitas que nos lo dieran todo,
todas las sensaciones beneficiosas que nos da un amigo y fueran facilísimas de
tomar, sin las molestias de forzar una amistad o lo que sea." Gregory Stock
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En dicha entrevista se trata
sobre un tema crucial con uno de los "estandartes" de los avances en
tecnología biológica. Stock no solo pretende aplicar los avances en dichas
tecnologías a la prevención o cura de
enfermedades sino a la "mejora"
del rendimiento humano. Sin embargo,
¿no sé por qué?, una persona que ha pronunciado palabras tales como las de la
cita anterior no me infunda demasiada confianza. Y me crea estupor que el
futuro de la humanidad este en manos de científicos con estas ideas.
No se trata de una paranoia de
este servidor. Si fuera así no habría nacido un nuevo ámbito filosófico como es
la joven "Neuroética".
Concretando, nacida en 2002, en un congreso organizado por la fundación
"Dana”, interesada por las neurociencias. Dicho congreso, y el debut de
este nuevo saber surgen necesarios ante los últimos avances en la biotecnología aplicada al ser humano. Su
función es evaluar la moralidad y ética de todos los experimentos y asegurar
que los mismos no violan derechos humanos como la conciencia del yo o la
libertad.
¿Qué como somos o seremos para
llegar a prescindir del arte? La
respuesta es que unos seres con sentido ético y de la moralidad, pero empujados inevitablemente por un sistema macroecónomico que se alimenta de aquello capaz de reactivar la maquina del consumo y la producción. Si la biotecnología saca al mercado productos que capten la atención de los ciudadanos, no estaremos en manos de personas malignas o maléficas, como sería fácil pensar (eso sería poco ético), sino de algo aún más peligroso que no justifica nuestra venganza, estaremos
en manos de personas que pormenorizadamente solo intentan ganarse el pan de cada día. El
científico de turno demostrando que puede mejorar las condiciones de vida, el
economista demostrando que la maquina puede no estancarse, el político que su
país va bien, el ciudadano que su nivel de vida está a la altura de las
circunstancias, si este tiene que comprar paquetes de mejora de memoria para
que su hijo en la escuela no esté en desventaja respectos al resto, sin duda,
lo hará. Su futuro está en juego.
Cada vez que
veía en los periódicos o en las revistas a los políticos de siempre utilizando
el calentamiento global o la destrucción del medio ambiente como plataforma
para sus campañas electorales, pensaba para sí: «¿Cómo podemos ser tan
arrogantes? El planeta fue, es y será siempre más fuerte que nosotros. No
podemos destruirlo; si traspasamos una determinada frontera, nos eliminará por
completo de su superficie, y seguirá existiendo. ¿Por qué no hablan de "no
dejar que el planeta nos destruya"?»
Porque
«salvar el planeta» da sensación de poder, de acción, de nobleza. Mientras que
«no dejar que el planeta nos destruya» puede conducirnos a la desesperación, a
la impotencia, a la verdadera dimensión de nuestras pobres y limitadas capacidades.
Paulo Coelho. El vencedor está solo.
Los seres que pueden llegar a
hacer de este mundo un mundo frió, insípido, sin arte ni emoción, no son seres
maléficos (las mayoría de las personas malas lo son porque no tienen una manera
más eficaz - o menos costosa- de solucionar sus problemas). Los
seres que cocinen un hipotético mundo ni blanco ni negro, pero bastante
parecido al gris, son seres eficaces.
¿Cómo seríamos sin arte?
Sin duda un mundo cocinado por
avances en manipulación genética sería un
mundo más que feliz….
No obstante, estos científicos
son conscientes de los inconvenientes que podría acarrear un mundo feliz a la
altura del imaginado por Aldous Huxley. Y
afirman, que “siempre existirá un componente suficiente de tragedia en el ser humano
como para prender la mecha del arte”.
Si se lo plantean por algo será…Yo no sé si en un hipotético futuro así
existirá un componente suficiente de tragedia para el ser humano, pero creo,
que el objetivo de la ciencia nunca ha sido precisamente preservar nuestras limitaciones. Y el día que lo sea
perderá en buena parte su esencia.
“si realmente empezamos a comprender como
influye la biología a nuestro potencial, a nuestro temperamento, a nuestras
vulnerabilidades querremos poder elegir para nuestros hijos" Gregory Stock.
Aquí viene la guinda:
“Resultados: beneficio del ser humano:
mitigarán y reducirán las enfermedades, aumentaran el rendimiento y disminuirán
las desigualdades”
¿La guinda? ¿Por qué el sarcasmo?
Está científicamente comprobado que si se pudieran llevar a cabo estos avances
de reconfiguración genética podrían evitarse enfermedades hereditarias cómo la
diabetes, el síndrome de Down, la leucemia, el asma, el cáncer, etc. ¿Por qué
entonces?.¿No es algo bueno reducir enfermedades?
Si el ser humano contara con las
herramientas necesarias para manipular los genes, aquello que nos hace ser como
somos tanto en cada centímetro de nuestra piel, como en cada matiz de nuestra
personalidad, dudo que la naturaleza ambiciosa humana nos hiciera capaces de
establecer la frontera entre
"enfermedad y aspecto mejorable". Y la mejor prueba de ello es
que incluso antes de poder llegar a tener la certeza de poseer tal poder, estos
científicos ya no solo hablan de curar enfermedades sino que solo una palabra,
una coma después, hablan de "aumentar
el rendimiento" y "reducir las desigualdades". Y es que la
diferencia entre estos dos elementos y enfermedad es tan relevante como
controvertida. Es una gran brecha ética,
que adquiere una gran relevancia, si se trata, sobre todo, de enfermedades
mentales, dónde la frontera entre estar loco (enfermo mental) y no estarlo no
existe. Es un continuo.
Ya hay proyectos
neurobiotecnológicos que demuestran ser capaces de mejorar la memoria en niños. A esto se refiere Stock con
aumentar el rendimiento.
Y es que, efectivamente, cómo
dice, esto mejorará las condiciones de
vida. Pero no necesariamente las desigualdades. Eso depende de otros sectores como el de la economía. Porque, como él bien dice, "querremos poder elegir para nuestros hijos". En esto no se equivoca. Que padre se negará a satisfacer su instinto innato de darle lo mejor a sus hijos. Ninguno. De hecho ya preveo un "tonto el último". ¿Acaso no lo hacemos en las rebajas de centros comerciales? Pues si salen al mercado paquetes tales como "tenga unos ojos azules", "maxmemory
2.0 para alumnos ambiciosos","¿Cansado de que le falten al
respeto en el trabajo? personalidad de
líder 7.1”. Ya puedo atisbar eslóganes cómo "no sea tonto y
desperdicie las ofertas de ser mejor que el vecino”.
No obstante, se considera también
que uno de los grandes retos del futuro será el reparto justo e igualitario de
estos recursos "tecnológico-sanitarios"
“Ahora mismo cualquier persona puede tener a
su disposición dispositivos tecnológicos que superen con creces la mayor
tecnología que podía adquirir el hombre más rico del mundo hace 20 años"
Gregory Stock.
Pero esto no es más que una
consecuencia más de convertir esos avances en un producto comerciable. Por supuesto que ahora mismo todos tenemos
en nuestros smartphone aplicaciones
que no tenía Bill Gates en su
ordenador hace 50 años. Pero también es cierto que cada mes nuestro vecino
tiene un terminal mejor que el nuestro, cada día un país tiene mejores
ordenadores que los que todavía no se han importado al nuestro. Es decir, la
brecha de la que habla Eduard Punset
en esa misma entrevista entre humanos mejorados y no mejorados es inevitable. A
no ser que al ser humano le deje de importar comprarse un nuevo smartphone. A
no ser que al ser humano le deje de importar cosas que realmente no necesita. Hasta que eso no pase,
todos caerán producto de la presión de grupo, cual fichas de dominó en el
momento que la ciencia saque al mercado técnicas con un poder tan grande, tan
grande como para convertir a las personas en presos de una igualdad y perfección absurdas que jamás les darán la felicidad.
Pero esta vez no estarán jugando con materiales, estarán jugando con sus
propias habilidades, gustos, personalidades y sentimientos. Estarán jugando con
esas diferencias, esas vulnerabilidades, que según otros prestigiosos
expertos en la materia, dotan de sentido la vida de un hombre. Y en buena
parte, han alimentado y alimentan la
llama del arte.
El agridulce
proceso de definirnos por nuestros conflictos por los demás no es un simple
tema para la literatura, sino que
puede esclarecer la naturaleza de nuestros sentimientos y el contenido de
nuestra conciencia.
Nuestros
familiares más cercanos ocupan un lugar especial en nuestro corazón solo porque
el lugar de todos los demás seres humanos, es por definición, menos especial, y
hemos visto muchas injusticias
humanas tienen su origen en eso hecho. Asimismo, la fricción social es un
producto de nuestra individualidad (peculiaridades, lo que nos diferencia, lo
que nos aísla) y de nuestra búsqueda
de felicidad. […]

Tenemos
hambre, saboreamos la comida y tenemos paladar para un sinfín de gustos
fascinantes porque durante la mayor parte de nuestra historia evolutiva fue
difícil conseguir alimentos. Normalmente no añoramos el oxígeno, ni nos produce
placer ni fascinación alguna, pese a que es esencial para sobrevivir, porque
nunca fue difícil obtenerlo. Simplemente respiramos.
Lo mismo
podría ocurrir con los parientes, las parejas y los amigos. Decía antes que si se asegurara que los dos componentes
de la pareja fueran fieles, se favorecieran mutuamente y murieran al mismo
tiempo, sus intereses genéticos serían los mismos, encarnados en sus hijos
comunes. Se puede imaginar incluso una especie en que todas las parejas
estuvieran abandonadas en una isla para toda la vida y sus hijos se dispersaran
al llegar la madurez, para no regresar jamás. Dado que los intereses al
principio genéticos de los dos que forman la pareja son idénticos, se podría
pensar al principio que la evolución les otorgaría la dicha del amor sexual y
romántico y de la amistad perfecta.
Pero según
Symons, nada así ocurriría. La relación entre la pareja evolucionaría hasta ser
igual que la simple relación entre las células de un cuerpo, cuyos intereses
genéticos son también idénticos. Las
células del corazón y las del pulmón no tienen que enamorarse para vivir en
perfecta armonía. Del mismo modo, las parejas de esa especie tendrían
relaciones sexuales con el único objetivo de procrear (¿por qué desperdiciar
energía?) y el sexo no proporcionaría más placer que el resto de la fisiología
reproductora, por ejemplo la liberación de hormonas o la formación de gametos:
"No existiría el enamoramiento, porque
no habría compañeros alternativos entre quienes escoger, y enamorarse sería un
inmenso despilfarro. Uno querría a su compañero literalmente como a sí mismo,
pero ahí está la cuestión: uno no se quiere a sí mismo, excepto
metafóricamente; uno es él mismo. Los dos serían, en lo que la evolución se
refiere, una misma carne, y sus relaciones estarían gobernadas por una
fisiología mecánica [...].Uno podría sentir dolor si observara que su compañero
se corta, pero nunca se desarrollarían todos los sentimientos que tenemos hacia
nuestra pareja y que hace tan maravillosa la relación cuando funciona bien ( y
tan dolorosa cuando no funciona ).Aun en el caso de que la especie los tuviera
cuando la pareja inició ese modo de vida, la selección natural los eliminaría,
como eliminó los ojos del pez que vive en las marismas más profundas, porque serían un alto coste y no reportarían un
beneficio alguno."
Lo mismo
ocurre con los sentimientos que tenemos hacia nuestra pareja, familia y nuestros
amigos: la riqueza e intensidad con la
que los albergamos en la mente son la prueba del valor y la fragilidad que esos
lazos tienen en la vida. En resumen, sin
la posibilidad de sufrir, lo que tendríamos no sería una dicha armoniosa,
sino que, al contrario, careceríamos por
completo de lo que nos hace humanos; la empatía y la conciencia.
Steven Pinker. La negación moderna de la naturaleza
humana.
Sin duda, si existe un apelativo
que definiese cómo seríamos sin Arte, ese apelativo sería maquina.
“Es muy fácil y cómodo escuchar a los demás porque
te pueden suministrar dogmas sin vida, te pueden dar mandamientos: "No
hagas esto; haz eso." Y están muy seguros de sus mandamientos. La certeza
no es lo que se ha de buscar. La comprensión es lo que se ha de buscar.
Si buscas la certeza serás víctima de alguna trampa. No busques la certeza;
busca el comprender. La certeza se te puede dar fácilmente -cualquiera puede
dártela- pero a la hora del análisis final serás un perdedor. Habrás
desperdiciado tu vida tan sólo para permanecer en la seguridad y en la certeza;
y la vida no es una certeza, la vida no es segura. La vida es
inseguridad. A cada momento se dirige hacia una inseguridad mayor. Es un
continuo apostar. Uno nunca sabe lo que va a suceder. Y es hermoso que uno
nunca lo sepa. Si fuera predecible, no valdría la pena vivir la vida. Si
todo fuera como te gustaría que fuese y si todo fuera una certeza, no serías un
hombre, serías una máquina. Sólo existen certezas y seguridades para las
máquinas".
Osho, Vida,
amor y risa.
Y si existe algo capaz de evitar
un mundo así; un mundo tan, quizás, excesivamente maduro, adulto, frio y
aburrido, ese algo está muy lejos de principios como la producción, el
crecimiento, la eficacia, el control, la brillantez o el interés propio. Parece
que regresamos al comienzo del artículo, al “altruismo”, al punto de partida, y
sexo, de la especie humana. Si los
ángeles tienen sexo, este es bien reflejado en el siguiente fragmento:
—El que me hizo ver todo esto fue
un extranjero que conocí esta noche, mientras estaba allí, perdida en medio de
la multitud, sin saber qué decir. Le pregunté qué hacía en la fiesta; me
respondió que había perdido a su amor, que había venido a buscarla, y que ya no
estaba seguro de querer precisamente eso. Me pidió que mirara a mi alrededor: estábamos
rodeados de personas llenas de seguridad, de gloria, de conquistas.
Comentó: «No se están divirtiendo. Creen que han llegado a la cima de sus
carreras, y la inevitable bajada los asusta. Han olvidado que todavía les queda
todo el mundo para conquistar, porque...»
—...porque se han acostumbrado.
—Exacto. Tienen muchas cosas y
pocas aspiraciones. Están llenos de problemas resueltos, proyectos
aprobados, empresas que prosperan sin necesidad de ninguna interferencia. Ahora
sólo les queda el miedo al cambio, y por eso van de fiesta en fiesta, de
reunión en reunión, para no tener tiempo para pensar. Para ver a la misma
gente, y pensar que todo sigue igual. Las seguridades han sustituido a las
pasiones.
—Quítate la ropa —le dice su
compañera, intentando evitar cualquier comentario.
Jasmine se levanta, se quita la
ropa y se mete debajo de las mantas.
—Desvístete tú también. Y
abrázame. Necesito que me abraces, porque hoy creí que me ibas a dejar marchar.
Su compañera también se quita la
ropa y apaga la luz. Jasmine se queda dormida en seguida entre sus brazos.
Permanece despierta algún tiempo mirando al techo, pensando que, a veces, una
chica de diecinueve años, con su inocencia, puede ser más sabia que una mujer
de treinta y ocho. Sí, por más que lo temiese, por más insegura que se
sintiera en ese momento, se vería forzada a crecer.
Paulo Coelho. El vencedor está solo.

Fuentes:
Jesús García Muñoz
Pero el hombre, orgulloso,
investido de pequeña y breve autoridad
-ignorante de lo más seguro: su esencia vítrea-,
como un mono enojado realiza ante el cielo
fantásticas piruetas que hacen llorar a los ángeles.(William Shakespeare. Medida por Medida)
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