sábado, 31 de agosto de 2013

Dictadura cultural

Bien es sabido el sin fin de represiones que han supuesto las dictaduras a lo largo de la historia. Represiones violentas y físicas, represiones administrativas, represiones educativas, religiosas, lingüísticas, económicas, laborales, políticas. El sector cultural no iba a ser menos.


El teatro, el cine, la literatura, la poesía, las artes plásticas, la prensa. Los largos brazos de estos regímenes totalitarios pueden llegar tan lejos como se lo proponga su inflexible ceguera con miedo al cambio. Con miedo a perder la soberanía, la autoridad. Con miedo a la difusión cultural de ideas opuestas a las suyas o con la mínima posibilidad de constituir un peligro para su oxidado poder.

En un ambiente tal, en el que el ojo del poder tenebroso de “la falange” se cierne sobre cualquiera que ose mover una falange del dedo miñique de la mano izquierda, la cultura se convierte en uno de los medios más plausibles y utilizados por atrevidos artistas o escritores para provocar reacciones sociales, por débiles que fuesen. Reacciones casi bajo el umbral de la consciencia, solo entendible por aquellos más sensibilizados socialmente. El uso de símbolos literarios, metáforas e imágenes fueron esenciales para provocar estos llamamientos a reaccionar antes las injusticias palpables. Reacciones que más adelante constituirían los granos de arena que promovieron una revolución social. Los primeros pasos para derribar las dictaduras, los más valientes, muy posiblemente se dieron detrás de las páginas de un libro, detrás de una cámara de cine, encima de un escenario o sujetando temblorosamente una pluma, bajo el repiqueteo de una metralla en una alcoba, el estallido de bombas de racimo a lo lejos, o fusiles abriendo fuego en la calle.

Si bien es cierto que los valientes eran a menudo acallados. La censura llegó a temas no relacionados directamente con la política: literatura, poesía, canciones, artes plásticas, cine y teatro. Se impuso un modelo cultural definido según los criterios establecidos por el Estado. Algunos ejemplos concretos de censura cultural en España son los siguientes:

La censura cultural

Teatro

Un Consejo Central del Teatro (1937), dependiente de la Dirección General de Bellas Artes, presidido por Josep Renau, con Antonio Machado y María Teresa León como vicepresidentes, se forma con el objeto de orientar las actividades teatrales, formar elencos y crear escuelas de teatro. Este Consejo también es censor de los espectáculos en su aspecto artístico-cultural, velando también por que el contenido de los espectáculos teatrales no sea contrario a la línea de la República y del Frente Popular.
Al principio predominó un teatro cómico destinado a la burguesía. En los años 40 comenzó un teatro de humor más intelectual. Destacan Eloísa está debajo de un almendro de Poncela y Tres sombreros de copa de Miguel Mihura.  En los 50 surgió un teatro social que reflejaba los problemas del país. Surgió con el estreno de Historia de una escalera de Antonio Buero Vallejo.  En los años 60 y 70 surgió la experimentación escénica. Se dio más importancia al espectáculo. Autores como Fernando Arrabal y grupos independientes como Els Joglars y Tábano.

En 1975, tras la muerte de Franco y la coronación del rey Juan Carlos I, las libertades democráticas eliminan la censura y muchos escritores regresan a España.

Cine

En la España franquista, se creó la Junta Superior de Censura Cinematográfica. Algunos de sus principios reguladores fueron quela producción cinematográfica debía promover la iniciativa privada. El Estado estaba obligado a proteger la cinematografía nacional y a difundir los valores patrioteros. Y se preservaba la producción de Documentales y Noticiarios.

Mogambo, película americana realizada por Juan Ford en 1953 trata de un drama amoroso cuya acción se celebra en la selva keniana. La censura sobre esta película consistió en que Donald Sinden y Grace Kelly no estuvieran casados, sino que fueran tan sólo hermanos, entonces la gente no entendía por qué dos hermanos se dieron besos en la boca.


Prensa

La prensa atravesó dos etapas censoras perfectamente definidas.

En la primera (1938-1966), el Gobierno dictaba el contenido de los periódicos. Todos los periódicos deben coincidir en decir las mismas cosas de la misma manera. Todo un canto a la diversidad de opinión y a la variedad de ideas. No es extraño que las neuronas de muchos abuelos españoles, aún estén engarrotadas tras semejante actividad física intelectual.

En la segunda (1966-1977), la ley de Prensa e Imprenta da libertad a las empresas. Y los periódicos comienzan a diferenciarse.

Durante la Guerra civil, tanto en la zona republicana  y nacional se crearon organismos oficiales dedicados exclusivamente a la propaganda (el ministerio de Propaganda en la zona republicana y la delegación de Prensa y Propaganda en la nacional). En la zona geográfica perteneciente a cada bando sólo podían editarse periódicos adictos, y sometidos a una fuerte censura de guerra.

El texto no debía:
- socavar los principios políticos de la régimen o atacar sus instituciones.
- chocar con la moral sexual
- repugnar el dogma católico o ofender a sus representantes


Poesía

Tras la Guerra Civil surgieron dos tipos de poesía:

Poesía arraigada: (conservadora), autores como Leopoldo Panero o Luis Rosales.

Poesía desarraigada: expresaba un sentimiento de angustia hacia la vida. Destacan obras como: Hijos de la ira (Dámaso Alonso) y Ángel fieramente humano, Redoble de conciencia (Blas de Otero). La poesía desarraigada evolucionó hacia la poesía social de los 50. El principal precursor de la poesía social fue Miguel Hernández (Viento del pueblo, El hombre acecha).En esta poesía destacan: Blas de Otero: Pido la paz y la palabra, Que trata de España, Gabriel Celaya: Defendió la idea de que la poesía era un arma cargada de futuro, José Hierro: Tierra sin nosotros, Quinta del 42


El poder del subsconsciente

A pesar de toda la censura, parece ser que la herencia cultural, los símbolos y los mensajes escondidos únicamente legibles a través de los ojos de los más sensibles y sensibilizados, terminaron por dar su fruto.

Grandes obras de todos los tiempos han calado fuertemente, y siguen calando, hasta nuestros días. Películas como Pa negre, Los girasoles ciegos, Bienvenido Mr. Marshall, El verdugo, Los santos inocentes, El lobo reflejan sentimientos que siguen vivos aún en nuestros mayores que bien vivieron la época de la guerra y la posguerra.

Otros films como La vida de Brian (1979) de los Monty Python  con fuerte censura católica, acabaron propagándose como una plaga total de risa, humor inteligente y fuerte crítica social, política y religiosa que llega hasta nuestros días consagrada como una de las más grandes comedias de todos los tiempos.

Durante el estreno en Suecia, había carteles que decían: "Esta película es tan divertida que la han prohibido en Noruega"

En Reino Unido, el escándalo solo aumentar las cifras de taquilla. La vida de Brian iba a enfrentarse al mayor reto en términos de lucha contra la censura. Sólo dos años antes, el periódico Gay News había sido denunciado por publicar un poema que describe lo que imagina un centurión romano durante la crucifixión de Cristo; el director de la publicación fue condenado a una pena de nueve meses de prisión. La película fue clasificada como para mayores de 14 años, lo que ya significó una derrota para sus críticos. Pero finalmente serían los ayuntamientos los que decidirían si permitían o no su distribución. Solo algunos la vetaron. Ese mismo año, "La vida de Brian" fue la cuarta producción cinematográfica con más recaudación.

La  archiconocida obra de El Señor de los Anillos de Tolkien, también contiene fuertes alusiones al fascismo, y aunque parezca increíble, y pese al gran número de lectores y espectadores que ya han vivido esta historia vestida de fantasía, no muchos se han percatado de dichas alusiones a la dictadura. Tolkien sufrió en sus propias carnes la crudeza de la guerra, combatió en ella en el bando británico durante la primera guerra mundial. No es extraño que gestándose dónde se gestaron, sus libros irradiaran ideas como “Mordor”, “Orcos” (en su origen elfos) o “señores del anillo”.  Los puertos grises (en dónde se adentran Gandalf y Frodo al final del Film), el paso del rio hacia los puertos que se puede observar en la imagen (custodiado por dos guerreros raramente asimétricos con el brazo izquierdo en signo de “stop”), el anillo de poder, Saurón, los hobbits, los enanos, todo tiene un significado más profundo extraído de la misma  realidad de la guerra si se sabe leer entre líneas. Tolkien, en 1967 protestó contra una descripción de la Tierra Media como “nórdica”, un apelativo que no le gustaba nada por el racismo falso que suscitaba. Tolkien despreciaba a Adolf Hitler, y le acusaba: “Arruina, pervierte, aplica erradamente y vuelve por siempre maldecible ese noble espíritu nórdico, suprema contribución a Europa, que siempre amé e intenté presentar en su verdadera luz”.

Tiempo después hablaría de Hitler como de uno de los idiotas militares, un pillo vulgar e ignorante. De su propio bando tampoco le gustaba la propaganda antialemana demagógica empleada durante la Segunda Guerra Mundial para reforzar el esfuerzo de guerra británico.

“Mis opiniones políticas se inclinan más y más hacia el anarquismo (entendido filosóficamente, lo cual significa la abolición del control, no hombres barbados armados de bombas) o hacia la monarquía inconstitucional. Arrestaría a cualquiera que empleara la palabra Estado (en cualquier otro sentido que no fuera el reino inanimado de Inglaterra y sus habitantes, algo que carece de poder, derechos o mente) [...]”


Sea porque lo prohibido nos atrae, sea porque la verdad acaba saliendo a la luz, la dictadura cultural siempre ha sido una contradicción en sí misma. La cultura se siente atraída por la libertad de expresión, es su hábitat natural, se reproduce en la diversidad de opinión. Atarla de pies y manos solo ha servido para convertir a una mosca cojonera en una hidra con múltiples y regenerables cabezas a lomos de la cual hoy la cultura campa a sus anchas por el mundo sin rival económico, administrativo, religioso, o incluso, político. Esa hidra es Internet. Algún hombre poderoso imaginó internet, pero jamás imaginaría que su revolucionaria arma que en su día le otorgaría poder, el día de mañana servía para quitárselo.
Porque, como se dice en la película V de Vendetta, (del comic del personaje cuya máscara se ha convertido en prenda real a llevar en las manifestaciones europeas y en improvisado rostro para toda actuación de Anonymous) cuando están apuntando perplejamente con un revolver a V, después de haberle disparado ya varias veces:

-¿Por qué no te mueres?
-Porque debajo de esta máscara hay carne y hueso, debajo de esta máscara hay ideales, y los ideales están hechos a prueba de bala.


Jesús García Muñoz

Fuentes:



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